Versión 3
Vengo de...

Y voy a...

¡Y llego tarde!

El colmo del frikismo

Por si me escribes...

Visualizando


Sober [P!nk]

En el metro voy leyendo...

Y en la mesilla de noche tengo...

La serie que estoy viendo

Cuenta atrás

Stop
miércoles, 28 de febrero de 2007
Un break. Un kit-kat. Un pequeño descanso. El cansancio acumulado me vence. El sueño consigue que mis párpados parezcan el telón de un teatro al acabar la obra. Y creo que ya no me acuerdo de cuándo fue la última vez que me acosté antes de las diez de la noche. A decir verdad tampocome acuerdo de cuándo fue la última vez que lo hice antes de la una. Pero hoy voy a recordarlo. Porque me caigo. Felices sueños. ZzzzZzzzZzzzZzzz.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 20:44:00   5 Berrido(s)
La crónica que faltaba
martes, 27 de febrero de 2007

Y yo me pregunto: Después de esto y esto, ¿qué esperan que cuente yo? Rita tiene lagunas del tamaño del Atlántico, Coquí guarda silencio como si la hubieran detenido y leído la Ley Miranda y yo… yo aún me estoy recuperando. Porque no sólo ha sido la fiesta, no. Desde el viernes por la tarde hasta hoy por la mañana no he tenido un momento de descanso. Comencemos, a ver qué sale:


DIA 1.VIERNES TARDE.

Rita viene a buscarme al curro. Nos tomamos algo en la taberna de al lado para que así también yo llene mi estómago. Nos encaminamos hacia la Fnac y a Rita se le escapa un “tu regalo mola un montón” pero al principio no me entero porque pienso que se refiere al regalo que he sugerido para la otra ojomeneada. Al darme cuenta siento como mis orejas se aguzan igual que a Chuchín cuando le enseño su pelota. Pero me muerdo la lengua. No quiero utilizar mis dotes de persuasión con Rita y fastidiar la sorpresa. Deambulamos por las plantas de la Fnac recibiendo llamadas y mensajes del resto de blogueras implicadas preguntándonos dónde andamos. Nos hallamos ambas dos babeando frente a los cofres de series como dos vulgares frikis cuando aparecen Acuarela y Hada Gris. “¡Qué raro encontraros aquí!”, exclaman con ironía.

Con los deberes hechos nos vamos al ghetto. Tercios y más tercios en el Baires que hay que calentar motores para el día siguiente. Un poco perjudicadas cada una se va a su casa. No me acuesto muy tarde pero el cansancio de toda la semana vence a mi intención de levantarme temprano para limpiar.


DIA 2. SÁBADO

Al final amanezco a mediodía, me tomo un café, bajo a Chuchín e inicio la gymkhana. Primero los cuartos de las invitadas, luego el pasillo, después el baño para acabar con el salón y la cocina. Pongo un par de quemadores de esencias para perfumar un poco el ambiente. Paseo por el piso disfrutando del orden y la limpieza sabiendo que tendrá fecha de caducidad (unas seis horas, aproximadamente). Vuelvo a bajar a Chuchín. Mientras estamos en el parquecito llega Coquí. Subimos. Volvemos a bajar. Vamos a comprar las cosas para la fiesta. Volvemos. Me como unas miserables judías verdes y un yogur (asco de régimen) y nos tomamos un café sabiendo que será el último momento de tranquilidad antes de la vorágine. Comenzamos a pelar patatas. Llega el Ave a dejar sus cosas. El Ave se vuelve a ir. Coquí prepara sándwiches. “¡Ostras! No hemos comprado aceitunas”, exclamo. “¡Bah! Ahora le digo a Sari que las compre”, me dice Coquí. Ñam, ñam, esas aceitunas rellenas de queso del Mercadona que tanto triunfaron en una cena que montamos hace un mes…

Vuelve el Ave. Llega Sari. Mientras las tortillas se van haciendo voy preparando un par de cd’s con la música para la fiesta. Canciones que van desde el disco de finales de los setenta hasta el sempiterno Lucky twice con el que nos tort… digo, deleitan en los bares todos los fines de semana. Coquí me dice que le tendré que hacer una copia y me entero de que las recopilaciones que hice para las MariFiestas pasan de mano en mano. En esas ando cuando las tres presentes entran en mi cuarto con una bolsa. “Esto te lo queríamos regalar antes de que viniera la gente porque es algo muy personal y no queremos que pases vergüenza”, dicen tendiéndome la bolsa. De ella saco una caja bastante grande y muy pesada. Casi con miedo empiezo a desgarrar el papel. Aparece una caja de zapatos. Pero pesa demasiado para ser calzado. La abro y… ¡¡¡está llena de latas de aceitunas con queso!!! Esto me pasa por tener amigas tan cachondas y tan conscientes de mi adicción al queso…

Aún no he acabado de hacer las tortillas y el tiempo ya se me echa encima. MariPili me llama para preguntarme como se va del nuevo metro de La Elipa hasta mi casa (¿y para eso me entretengo yo haciendo un mapa y enviándoselo a las invitadas?). Llega MariPili y avisa: “He traído la cámara de vídeo…”. Con el miedito en el cuerpo ante tal sentencia me meto al baño para ducharme por fin a falta de diez minutos para el comienzo oficial de la fiesta.

Las invitadas (y hablo en femenino porque sólo hubo dos chicos) fueron llegando con cuentagotas. Rita avisa de que está en un atasco y que llegará tarde. Gatazul que también. Las Polinenas han ido ha buscar a la Lincesa a Atocha. Llega Acuarela. Luego Gatazul. Y mi amiga Rys. Y JM y El Sevillano –evidentemente, esto era la sección no bloguera-. Chuchín salta de un lado para otro robando comida a todo el mundo. Cámaras de fotos y de vídeo van pasando de mano en mano. Los flashazos se suceden uno tras otro. Las copas van cayendo. Rita llega al fin con el erizo sin envolver y el tarjetón para Coquí. Me meto en mi cuarto a envolverlo a toda prisa. Voy avisando a las blogueras implicadas que vayan pasando a firmar la tarjeta. Noto otros movimientos extraños al final del pasillo, en los cuartos de las invitadas y aunque estoy tentada de hacerme la graciosa y dejarme caer por allí, me contengo. Las canciones se van desgranando, algunas incluidas en honor de algunas de las presentes. La de Rent para Coquí, una de Chenoa para Rita (que hizo su aparición justo cuando sonaba), una de Lily Allen para las Polinenas, Bittersweet Symphony para Sinfonía… incluso yo salí de la ducha cuando sonaba la de Embrujada de Tino Casal.

Casi a las once, cuando la fiesta estaba en su apogeo, llegaron las Polinenas. Yo ya andaba en ese momento de la borrachera en el que se hace exaltación de la amistad y no hacía más que abrazarme a todo el mundo y decirles lo mucho que les quería (cosa que se ha ido repitiendo todos estos días y sobria, que ya es más preocupante para mi reputación antiñoñeril). Como ya estábamos todos le digo a Rita que prepare las velas en la tarta de queso comprada en el último momento, aunque esto ella lo cuenta con más gracia que yo. Tras cortar la tarta aparece el Ave cargada de regalos. Y nos los van repartiendo. Los de Coquí ya los sabéis si habéis leído su crónica. A mí me dan un paquetito pequeño con un llavero que pone Ginecólogo (aficionado) –que va, que va, no soy aficionada, lo que pasa es que hace mucho que no ejerzo- y un enorme paquete que ocultaba en su interior la última edición del Trivial en un pack con una bolsa de Fun&Basics para transportarlo (y digo yo, ¿esto es para que vaya paseando el juego por las casas de todas?). Y en ese momento recuerdo cómo Coquí dijo, hace un mes, mientras jugábamos al Party en mi casa, que ya sabía qué regalarme en mi cumpleaños. Jops, lo que mis queridas amigas no saben es lo que mucho que me gustan los juegos de preguntas y que llevaba años detrás de hacerme con un Trivial.

Tras esto las Polinenas vienen hacia mí con una bolsita. Dentro me encuentro con una cosa informe de sospechoso color envuelta en una servilleta. Me aclaran que es un dulce inglés llamado fudge (bueno, el nombre me lo aclararon ayer, que en ese momento no andaba yo para entender palabrotas) y otro paquetito que abro para descubrir que es un blister con una tarjeta de memoria de un giga. “Es que no sabíamos qué comprarte”, me aclaran. Abro el blister y cojo mi cámara para meterle la tarjeta. Pero no entra. Que no entra, leñe. “Pues no sé, nos dijeron que servía para todo tipo de aparatos”, se disculpan. Ante mi cara de “bueno, qué se le va a hacer” me tienden otro paquete. “Prueba aquí, a ver si sirve”, me dicen. Ojiplática lo abro y me encuentro con una Nintendo DS Lite (y por dentro vuelvo a entender por qué nos llevamos tan bien, yo hubiera hecho el mismo numerito, juas). Me informan que ya ha sido convenientemente pirateada y que lleva un montón de juegos. Más los que me pueda bajar. Pues menuda soy yo con eso del pirateo.

La sección regalos no acabó aquí porque MariPili también se llevó su parte (pero como ya no tiene blog en el que decir qué eran os quedáis con las ganas) y la Gosa también se habría llevado la suya pero tendrá que acercarse a mi casa para obtenerlos porque ayer los encontré en uno de los cuartos de las invitadas. Ji ji ji.

Después de esto dio comienzo la sesión de Singstar y es cuando yo ya empiezo a padecer de las mismas lagunas mentales que Rita. Hacia la una cortamos pero continuamos en el piso en contra de mis buenas costumbres de abandonar el lugar del crimen al borde de la medianoche. Llegó el novio de Rys. Y a eso de las dos nos repartimos entre los tres coches disponibles para poner rumbo al, como no, Escape. Y ahí sí que pierdo la noción del tiempo.

Pierdo la noción del tiempo porque las horas pasadas en nuestro querido Antro Verde se me pasaron en un pis pas. Tengo fogonazos en los que me veo bebiendo, bailando, riendo, abrazando y siendo abrazada, dando y recibiendo besos (castos besos, a ver qué os vais a pensar), despidiendo a los primeros en abandonar la celebración y saliendo a tomar el aire cuando el alcohol comenzó a darme latigazos en la conciencia seguida de Coquí que me siguió para velar por mi seguridad.

No aguanté hasta el desayuno tal y como le había prometido (incluso lo había apostado) a MariPili. A las seis menos cuarto la Lincesa y yo salimos del antro y nos encaminamos hacia mi casa para regalarnos el merecido descanso. Aunque luego me enteré que el resto tampoco aguantó lo suficiente para ir a desayunar y que apenas un rato después también desertaron. Y luego soy yo la agüela. Ayssss…

Hay más cosas que contar, pequeñas y grandes anécdotas que se sucedieron antes y después de la fiesta pero ya llevo tres páginas del word y se me empiezan a cerrar los ojines (no haber dormido más de cinco horas seguidas en los últimos tres días es lo que tiene), así que mejor lo dejo por hoy.

P.D.: Otra que se nos va. El cierre de los blogs se está convirtiendo en una plaga. El glamour hoy se viste de luto en la bollosfera con el adiós de La Punyalitos. Cada día se me hace más triste pasearme por mi carpeta de favoritos…

P.D.2: Por fin se me ha bajado el concierto de Madonna. Y no tengo palabras. Ahora voy a por la fregona para recoger el charco de babas que he soltado…

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:13:00   8 Berrido(s)
Una pequeña prorroga
lunes, 26 de febrero de 2007
Aunque es cierto que todavía tengo algunas lagunas sobre lo ocurrido no es menos cierto que no he tenido tiempo en estos dos días de postear nada coherente (si es que alguna vez lo he hecho). Las visitas es lo que tienen, que te hacen salir de casa más a menudo. Y, vamos, que a mí tampoco hay que rogarme mucho (aunque sé que una enarcará la ceja al leer esto último).

Así que hasta mañana no creo que cuente nada de lo acontecido en la ArriCoquíFiesta... Mantenganse a la espera. Mientras tanto pueden echarle un vistazo a la crónica de la otra ojomeneada aquí.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:28:00   5 Berrido(s)
Intenso y estupendo
domingo, 25 de febrero de 2007
Así ha sido el fin de semana... Tan intenso y tan estupendo que me he quedado sin fuerzas para relatarlo. Hoy una resaca feliz y satisfecha me ha hecho compañía. Aysss...

A ver qué cuenta la otra ojomeneada en su blog...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:08:00   5 Berrido(s)
ArriCoquiFiesta
sábado, 24 de febrero de 2007
En breves momentos dará comienzo la ArriCoquíFiesta. O lo que es lo mismo, la fiesta -¡por fin!- para celebrar el cumpleaños de Coquí y el mío propio. La casa -mi casa, jijiji- se llenará de blogueras y algún que otro amigo mío ajeno a esta logia masónica que nos ha absorbido a todas. Madre de deus, la que se va a montar...

A ver si consigo convencerlas a todas de que vayan dejando comentarios...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 20:51:00   33 Berrido(s)
Un viernes en tres actos
viernes, 23 de febrero de 2007
ACTO 1

Ayer, mientras hablaba con JM, hubo un momento en que él, rememorando una época se quedó trabado a la hora de decir el nombre de su ex. El Ex por excelencia. Ese que te marca y te jode. Al que siempre te remites a la hora de ejemplificar el mal. Y le dio una alegría tremenda. Algo parecido me pasa a mí. Y hace mucho que me viene pasando. Que no recuerdo el nombre de mi ex voluntariamente. Que tengo que pararme a pensar y hacer memoria para traerlo a mi mente. Porque es algo que hace mucho que dejó de merecerme la pena recordar.

Quizá por eso esta noche he soñado con ella. Lo curioso es que se trató de un sueño agradable. En el que yo, por circunstancias de trabajo, la llamaba sin saber que era ella. Y como ellla no lo cogió, llamaba a mi oficina para averiguar por qué la habíamos llamado. Y después se pasaba a buscarme y a tomarse un café conmigo y hablábamos con cordialidad, como si no tuviéramos un pasado -nefasto- en común, como si nunca nos hubiéramos hecho daño, como si todo lo malo jamás hubiera existido.

En contra de lo que pudiera parecer, me ha gustado tener ese sueño. Por lo que significa. Porque significa mucho. Pero sólo para mí. Y solo yo necesito entender ese significado.

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ACTO 2

Hoy me he premiado tantas horas extras hechas últimamente con una tarde de ocio en compañía. He hablado lo que hace mucho tiempo que no hablaba. Y de tantos temas que no podría enumerarlos todos. A dúo o en grupo. Me noto que estoy bien en que hablo mucho. Y muy aceleradamente. Y que me trabo y me atasco porque tengo tantas cosas que contar que se me amontonan todas en la puerta de mi boca pugnando por ser las primeras en salir. Eso es buena señal. Muy buena señal.

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ACTO 3

Mañana es el día de la gran fiesta. La fiesta de celebración del cumpleaños de Coquí conjunta con la del mío. Pero también es la fiesta de mi libertad. La fiesta en que reuniré a mucha gente a la que quiero. Gente que lleva mucho tiempo a mi lado y gente que se ha ido añadiendo en los últimos tiempos. Nos juntaremos en mi casa unas quince personas a celebrar todo lo que tenemos que celebrar. Nuestros cumpleaños y el hecho de conocernos y poder disfrutar de nuestra compañía. De ser jóvenes y tener aún una vida por perfilar. Sé que me lo voy a pasar de fábula. Y ahora mismo no hay nada que pueda ensombrecer mi ánimo.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:26:00   5 Berrido(s)
Conversaciones telefónicas
jueves, 22 de febrero de 2007
Acabo de tirarme casi dos horas hablando con JM por teléfono. Los primeros veinte minutos él me cuenta cómo le va. Los siguientes yo le cuento cómo me va. El tiempo restante lo dedicamos a hablar de música, series, películas, libros o cualquier otra frikada.

Creo que él es de las pocas personas con las que nunca se me acabaría el tema de conversación.

(Y hemos colgado porque le llamaban a él que si no todavía estaríamos desgranando hasta el último detalle de lo último que hayamos visto o leído...)

Qué curioso, con lo poco que me gusta hablar a mí... ;-p
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:06:00   5 Berrido(s)
Unos apuntes
miércoles, 21 de febrero de 2007
Hoy os voy a hacer un par de sugerencias. La primera de ellas es un cuento acerca de los sentimientos y la búsqueda incansable de las personas por llenar esos vacíos que a veces sentimos, por cortesía del chico de los ojos bonitos, Pau. La historia la podéis encontrar aquí.

La otra es un curioso vídeo encontrado gracias al blog del Ave acerca de los milagros que el fotochop puede obrar. Madre de mi vida y del amor hermoso, mañana mismo me pongo a trastear y me convertiré en Miss Bollosfera... Juas!!!

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:20:00   5 Berrido(s)
Tardes de entreno
martes, 20 de febrero de 2007
La relación que me une a mi gimnasio es ambivalente. Casi diría que de amor y odio. Me cuesta horrores acercarme a él. Todos los días entablo una batalla conmigo misma en la que la diablita de mi hombro izquierdo me pincha con el tridente tratando de convencerme de que gaste mi tiempo vespertino apalancada al ordenador o viendo series mientras que la angelita de mi hombro derecho me recuerda que pago la cuota todos los meses para algo y que ya no es sólo una cuestión monetaria sino de salud ya que, por activa y por pasiva, distintos especialistas me han aconsejado que vaya varias veces en semana. Esa es la fase odio. O más bien la fase "Ufff, qué coñazo, con lo a gusto que estoy en casa y lo cansada que vengo de currar".

Cuando por fin he logrado cambiarme de ropa y estoy ya embutida en mi chándal me siento más animada y sin pensarlo demasiado agarro la toalla, las llaves y la tarjeta de socia y me lanzo ligera escaleras abajo. Una vez he entrado en la sala de máquinas (o, bien pensado, en la sala de torturas voluntarias) ya veo las cosas de otro color. Cojo mi tabla y comienzo a ejecutar los ejercicios del día con precisión y esfuerzo. Y según avanzan los minutos y un cansancio relajado se va apoderando de mis músculos me voy encontrando mejor y me voy alegrando de haber ido.
Esa es la fase de amor. La fase de "Venga, dame más, dame más, que yo puedo con todo". Y cuando salgo del gimnasio lo hago contenta y satisfecha, con las endorfinas liberadas y esa sensación placentera que proporciona el ejercicio recorriéndome por entero.

Hoy le comentaba a una amiga que desde que he vuelto a ser una asidua del gimnasio me he encontrado con que han metido a una monitora nueva. Esta única chica de la plantilla de entrenadores hizo que se me disparara mi, últimamente defectuoso, gaydar. Pero no sólo porque crea que entienda. Es que la primera vez que la vislumbré entre las máquinas casi me da un patatús porque guarda un asombroso parecido con una de las miembras del Comando de Bolleras Desalmadas (ese grupito de ex amigas que el tiempo me ha hecho relegar al olvido). Y para colmo se llama como una de ellas (casualmente como la ex novia de la chica a la que se parece). Tan grande es el parecido que en varias ocasiones he estado tentada de preguntarle si tiene una hermana. Si no lo hago es porque no quiero que, en caso de que tuviera algo que ver con mi ex amiga, la susodicha sepa algo de mí o que, siquiera, todavía me acuerdo de ella como para preguntarle a alguien si tiene relación con ella.

Dejando esta pequeña anécdota a un lado, me está sentando muy bien volver a hacer ejercicio. A ver si aguanto lo suficiente como para ponerme en forma de verdad de una vez por todas, que se me echan encima los treinta y para entonces tengo la sana intención de estar es-tu-pen-da.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 21:07:00   3 Berrido(s)
Soy una maruja
lunes, 19 de febrero de 2007
Pues sí, eso es lo que soy. Supongo que será una de mis vocaciones ocultas. Hoy, cuando he salido del metro, me he ido directa al súper a hacer algo de compra. Y tras un café para espabilarme después de esas horas extras que últimamente me salen por las orejas (y que espero que se noten en la nómina del mes que viene) me he pasado la tarde cocinando para dejarme hecha la comida de casi toda la semana. Y la cena de esta noche, of course.

Pero eso no es lo peor. Lo peor es que no hago más que planificar una gran limpieza general en el piso para quitar de una vez por todas la mierda acumulada de los últimos lustros y que nunca he quitado mientras compartía piso porque, al fin y al cabo, para que el guarro de turno se pasara la limpieza por el escroto, ¿pa qué?

Y así ando. Y mira que nunca me he considerado una persona casera ni hogareña sino todo lo contrario, una persona de las que les gusta la calle y la juerga más que a un tonto un chupe. Sin embargo será por la edad o por el cansancio vital pero ahora me apetece quedarme en casa la mayor parte del tiempo...

¡¡¡Socorro!!! ¡¡¡Que alguien me ayude!!! ¡¡¡Yo no quiero ser una maruja!!!!
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 21:37:00   6 Berrido(s)
Me reitero
domingo, 18 de febrero de 2007
Ni siquiera haber pasado todo el domingo en el sofá tapadita con la manta porque la regla me ha venido en plan psycho ha conseguido cambiarme el humor... Jijiji.

¿He dicho ya lo mucho que me gusta vivir sola? Hasta estoy viendo las últimas temporadas de Friends con otra perspectiva...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:54:00   2 Berrido(s)
Flipando
sábado, 17 de febrero de 2007
Así ando. Y, de momento, sólo con la música, que el concierto aún se está bajando en la mulita. Yo de mayor quiero moverme así. Flipo. Flipo. Y flipo. Y esta canción me encanta.

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:49:00   5 Berrido(s)
La Elipa (ahora) sí que flipa
viernes, 16 de febrero de 2007
Hoy he salido de trabajar más contenta que unas pascuas. Y no era -sólo- porque fuera viernes y la jornada laboral ya hubiera acabado sino porque a partir de hoy mi trayecto al curro será más cómodo y más rápido porque la nueva estación de La Elipa, mi querido barrio desde hace ocho años, se abría hoy al público justo a la hora en la que yo salía por la puerta de la oficina.

Y puede parecer una tontería pero dejar de subir esa cuesta con una inclinación de más del treinta por ciento a las siete y media de la mañana me alegra la vida en un momento como en el que estoy ahora mismo, que casi cualquier cosa hace que la sonrisa me dé tres vueltas a la cabeza y aún me sobra para hacerme un lazo. Y que la boca de metro me pilla a apenas dos minutos de mi casa y en llano. Y que podré sentarme desde el principio del trayecto. Y que éste seguirá siendo directo porque en la parada de metro de mi trabajo confluyen tres líneas. Y que, incluso, tardo un poco menos en llegar.


Cuando he llegado, Espe y Gallardín hacía ya rato que se había marchado pero aún seguía habiendo mucha gente. La estación (enooooorme) olía a nuevo y a silicona fresca. Banderas de la Comunidad de Madrid decoraban todas las paredes y la gente iba de un lado a otro mirándolo todo como críos (recordemos que se estaba pidiendo metro desde hacía veinte años). Cuando he salido a la superficie ha sido casi como si me acabara de mudar. Ahora me tendré que acostumbrar a otro camino para coger el metro y localizar un bar cercano que abra temprano para poder tomarme un cafelito cuando no me dé tiempo a desayunar en casa (ahí es donde más lo siento, porque en el bar que estaba al lado de la otra boca de metro que utilizaba hasta hoy me conocían y el café está muy rico). Pero mola. Mola porque es uno más de los cambios que estoy viviendo últimamente. Esos cambios que también me están haciendo cambiar a mí misma.

Y cuando he bajado al gym la tarde olía a verano...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 21:18:00   4 Berrido(s)
Esas preguntas que a veces me hago
jueves, 15 de febrero de 2007
Al final no he podido evitarlo y me he acabado hoy El lustre de la perla. Y he tenido que hacer grandes esfuerzos por no cerrar el libro y acto seguido ponerme la miniserie. Tenia tiempo para verla pero también tenía otras cosas que hacer (y como me estoy volviendo una chica responsable, he hecho lo que debía y no lo que me apetecía). Así que lo he dejado para mañana por la noche, cuando pueda relajarme sabiendo que no tengo que madrugar al día siguiente.

No voy a hacer una crítica de la novela porque a estas horas de la noche no tengo la cabeza lo suficientemente lúcida (si es que la tengo en algún momento del día) pero me ha recordado el eterno dilema que llevo años escuchando: ¿Existe realmente una literatura gay? Y, de existir, ¿sería tan legítima como esa supuesta gran Literatura? ¿Es menos válida una novela con protagonistas homosexuales que una con protagonistas heterosexuales, ergo universales? ¿Por qué todos leemos esa supuesta gran Literatura pero sólo los raritos leemos literatura gay? ¿Qué piensan los heterosexuales que van a encontrar en un libro de temática? ¿Por qué creen que no tiene nada que les interese, nada que enseñarles, nada que pueda, siquiera, entretenerles? ¿Por qué un libro de Paul Auster es una novela y uno de David Leavitt es una novela gay? ¿Por qué nos empeñamos en ponerle etiquetas a lo que de inclasificable tiene la vida?
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:16:00   4 Berrido(s)
Cosas que se me pasan por la cabeza
miércoles, 14 de febrero de 2007

-Me preocupa cuando intento entrar en el acceso web de mi banco metiendo como nombre de usuario mi nick blogueril. Dentro de poco seguro que lo intentaré en el trabajo. Y a ver qué cara me pone el borde del informático cuando le diga que no me deja entrar en la aplicación como Arrierita.

-Flipo cuando escucho en los Cuarenta a Lily Allen cuando yo llevo escuchándola desde el pasado verano. Lo mismo me ocurre con Snow Patrol. Es curioso el hecho de que el que una canción suya sonara en el capítulo final de la segunda temporada de Anatomía de Grey haya sido el motivo de que la gente compre un disco que lleva casi un año en el mercado.

-Ayer fue la primera vez que dije, en la misma conversación, las frases Tengo 28 años y Vivo sola. Jo, me sentí hasta mayor y todo.

-Como siempre voy al gimnasio a primera hora de la tarde casi nunca suelo coincidir con nadie en el vestuario. Como estos días de horas extras en el curro tengo que fichar en la sala de torturas cuando ya es casi noche cerrada, al entrar en el vestuario me he encontrado a una manada de tías en pelotas recién salidas de la ducha, bromeando entre ellas y golpeándose con las toallas mojadas. Tres días más así y mi libido volverá con ganas de guerra. Eso o me quedo bizca de tanto mirar de reojo…

-Me encanta el nuevo disco en directo de Madonna. Deseandito estoy que se me baje el vídeo, que ya me han dicho que seguro que me gusta. Sobre todo la versión de Erótica (qué experimental se nos ha vuelto la niña). Además, parece que ha recuperado algo de la poca voz que tenía antaño.

-Muerta de la impaciencia ando por terminar de leer El lustre de la perla para poder sentarme frente a la tele y tragarme los tres capítulos de la miniserie. Aviso que el viernes por la noche no estaré para nadie.

-Mi vecina está celebrando por todo lo alto San Valentín. Menos mal que su dormitorio da a mi salón y podré dormir...

-Muchas gracias a tod@s l@s que ayer, vía llamada, vía sms, vía mail o vía comment me felicitaron. Y especialmente a quien pasó la mayor parte del día conmigo y con quien tanto me reí.


Pues sí, Lincesa, debe ser que se me ha cambiado el chip...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:41:00   7 Berrido(s)
Hoy
martes, 13 de febrero de 2007

TRES MESES ANTES.

-Doctor: Bueno, veamos, te voy a poner la próxima revisión en febrero. ¿Te viene bien el día 13?

-Arrierita: ¡Uy, mi cumpleaños!

-Doctor (adoptando un tono solícito en su voz): Si quieres te lo pongo otro día.

-Arrierita (achinando los ojos y con una sonrisa pícara): No, no, ese día me viene perfecto.


Pues claro que ese día me venía perfecto. Porque cuando ha llegado ese día (o sea, hoy), he ido a currar un par de horitas, me he pirado a la consulta del médico, he podido leer tranquilamente mi ejemplar de El lustre de la perla y a la una y media ya me estaba tomando una cerveza con una amiga sin la menor intención de volver a la oficina.

Pese al escepticismo que suele rodear mi modo de vivir desde hace ya un par de años, mi cumpleaños es el único día en el que no hay casi nada que me pueda poner de mal humor. Me embarga una ilusión casi infantil que me haría ir diciendo a cada persona con la que me cruzo el día que es. Me siento especial. Me gusta el 13, me gusta febrero. Me gustan de ese modo tonto con el que te gustan las cosas cuando eres pequeña. Me siento feliz. Y este año me siento feliz doblemente por la etapa que acabo de iniciar.

Hoy he pasado el día por Chueca. Comiendo con mi amiga, viendo algunas tiendas, tomando cafés y recibiendo llamadas y mensajes y hablando, sobre todo hablando mucho. Hasta Chuchín me ha recibido dando saltos de alegría más que cualquier otro día (aunque supongo que el llevar sin bajar a la calle desde esta mañana era otra razón de peso…).

Me encantan los días como el de hoy…

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:14:00   17 Berrido(s)
Instinto maternal
lunes, 12 de febrero de 2007
Hoy en la oficina hemos estado hablando de embarazos, partos y traer hijos al mundo. Para ello Supermamá nos ha ilustrado con la voz de su experiencia. Yo he comentado mis dudas al respecto. y como cada vez que se me ocurre dar mi opinión acerca de un tema, he resultado ser demasiado rara para ellas.

Cuando era adolescente no tenía ni por asomo el más leve atisbo de instinto maternal. La frase que más repetían mis labios era "nunca me casaré ni tendré hijos". Y no sólo porque en aquella época lo de casarse con alguien de mi mismo sexo fuera una utopía que se perfilase lejana en el horizonte sino porque de verdad lo creía así.

Ya de adulta he tenido momentos en los que he sido víctima flagrante de ese tan cacareado instinto maternal que subyace en toda mujer. Pese a que nunca he tenido buena mano con los niños, la llegada al mundo de mi primillo pequeñajo me permitió conocer esas sensaciones que se tienen ante un recién nacido. Y me he descubierto a mí misma en innumerables ocasiones imaginándome siendo madre, educando a uno o dos críos y preguntándome cómo reaccionaría ante tal o cual cuestión.

Pero hoy mi comentario ha sido bien distinto. Aunque no puedo negar que en cierto sentido me atrae la idea de tener hijos (y admito que, pese a intentar tener conciencia cívica, siempre pienso en hijos naturales míos), hoy por hoy lo consideraro un acto de egoísmo. Y lo considero así porque me aterra el mundo en el que vivimos y, lo que es peor, la evolución tan desastrosa que está sufriendo. Me aterra la idea de que de aquí a veinte o treinta años, esos hipotéticos hijos míos se encuentren en un mundo árido, afectado por tantos males que ya nos empiezan a asolar sin demora. No sólo es la cuestión climática, de ver cómo el planeta se va al carajo a pasos agigantados. Es también la sociedad que hemos creado y hacia dónde se dirige. Una sociedad en la que los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Donde hacerse un hueco en el que vivir y ser feliz es cada día más difícil, por no decir imposible. Un lugar donde la gente piensa que no merece la pena luchar por nada. Un mucho acomodaticio para quien pueda e insufrible para el resto. ¿De verdad se merece alguien pasar por eso sólo porque yo sienta el impulso de perpetuarme? Siento ser tan pesimista pero es algo que me inquieta. Bastante jodido lo vamos a tener los que ya estamos aquí como para seguir trayendo inocentes a un mundo que se muere lentamente. Y saber que les dejaremos solos en esta tierra de nadie sólo para que vean su ocaso y su agonía no me parece justo.

Y es curioso (o tal vez no) que haya sido justo hoy cuando me haya dado por pensar eso. Justo hoy cuando apenas faltan unas horas para que se cumplan veintiocho años desde el primer día que asomé la cabeza a este mundo tan cruel y, pese a todo (sí, pese a tantas cosas), tan fascinante.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 21:59:00   10 Berrido(s)
Calma chicha
domingo, 11 de febrero de 2007
Cuando en tu vida todo transcurre con calma y normalidad no hay mucho que contar... ¿Será verdad eso que me han dicho en alguna ocasión de que no soy feliz si no tengo algún problema? ¿No es eso una contradicción? Pero estoy tan relajada y tranquila que es lo único que puedo contar...

Os dejó con la última pirada de pinza de Robbie Williams (y además, siempre me ha hecho gracia que sea el único famoso que nació el mismo día que yo... aunque unos años antes, eso sí).

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:58:00   3 Berrido(s)
Nueva etapa
sábado, 10 de febrero de 2007

Un poco antes de quedarme sola en el piso, cuando estuve haciendo innumerables cuentas y más cuentas para ver si podía hacer frente a todos los gastos sola, el primer aspecto que salía perjudicado era el del ocio. El ocio nocturno, para ser concreta. Esas noches chuequiles de incursiones a la barra cada poco rato en busca de nuevas copas habían acabado. Los taxis que tan a menudo cogía para estar a tiempo en los sitios quedaban estrictamente prohibidos así que ya me valdría comenzar a llegar a mi hora y no remolonear. Las cenas en los restaurantes de siempre descartadas (además, se supone que ahora estoy en plan régimen para que mis sesiones sean más efectivas). En resumidas cuentas, que mi único gasto iba a ser hacerme fotos y repartirlas entre mis amig@s para que no se olvidasen de mi cara…

Pero qué cierto es el dicho de que la cabra tira al monte porque este fin de semana me he visto saliendo no sólo los acostumbrados sábados sino que también salí el viernes. Y además viendo a gente que hacía mucho que no veía. Viernes de cerveceo tranquilo primero con una de las Miembras del Comando y luego con el Rusfi, su novio y sus amigos. Sábado cena blogueril en el chino de las cucarachas y hasta un par de copas. Y luego a casa a seguir viendo Friends, jugar un poco con la Play y acabar en la cama leyendo revistas.

Me siento muy cómoda. Me siento muy calmada y tranquila. Siento que tengo tiempo para todo. Tiempo para currar (y hacer horas extras, qué últimamente se me sale el trabajo por las orejas). Tiempo para ir al gimnasio y cuidarme. Tiempo para ver a mi gente. Tiempo para dedicármelo a mí.

Creo que ha empezado una nueva etapa de mi vida. Y me da en la nariz que va a ser muy buena…

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:50:00   1 Berrido(s)
La huida de las ratas (y V). Conclusiones.
viernes, 9 de febrero de 2007

Ya hace dos semanas que Las Ratas se largaron y toca hacer un poco de balance. Sobre todo teniendo en cuenta que algunas lectoras consideran que su deber es erigirse en el papel de abogado del diablo. Estimada Carmen, está muy bien que no quieras formar parte del “seguidismo ciego” del que dices adolece la bollosfera (cosa que comparto a medias, aquí nadie obliga a estar de acuerdo con las autoras de ningún blog) pero opino que las lecciones morales sólo deben darlas quienes conocen a las personas y a sus circunstancias.

En los ocho años y medio que llevo en ese piso han pasado más de veinticinco personas por él. Con muchos me he llevado bien, manteniendo el contacto incluso hoy en día. Con otras el trato fue el correcto y cuando decidieron marcharse no pasó absolutamente nada. Con otras, como ya he contado en otras ocasiones, la cosa acabó muy mal. Robos, intentos de agresión, denuncias e incluso juicios han sido las bonitas experiencias por las que he tenido que pasar. Han sido las más sonadas pero no han sido mayoría.

Cuando Psicóloga y GayArdón se instalaron, como cada vez que se ha instalado alguien nuevo en mi casa, puse todos los medios posibles para que la cosa funcionase. Me considero una persona paciente y tolerante, me gusta hablar y no me cuesta compartir ni mi espacio ni otras cosas materiales. No soy de las que pone el grito en el cielo la primera vez que se encuentra la pila llena de platos. Ni exijo una limpieza extrema. Ni impongo normas militares en la convivencia. Aunque por mi carácter o mi forma de ser me gustaría que las cosas se hicieran de un modo determinado, siempre he considerado que cuando vives con otras personas (sobre todo cuando son personas a las que tienes que ir conociendo a medida que vives con ellas) hay que transigir en la misma medida en que los demás deberían transigir contigo.

El problema viene cuando te encuentras con que dos personas (Psicóloga y GayArdón en este caso) no responden en absoluto. Dos personas que entran avasallando, haciendo de tu casa la suya sin contar contigo, ocupando tu espacio, obligándote durante mes y medio a vivir en un piso en obras (recordemos que la que se tendrá que gastar la pasta y la que tendrá que deslomarse para arreglar el desaguisado de las habitaciones voy a ser yo), faltándote el respeto continuamente con sus actos (me hubiera gustado ver su reacción si noche tras noche les hubiera despertado porque yo llegase de juerga armando jaleo), que obvian descaradamente que tú vives en el mismo piso que ellos, que te obligan a mantener a tu perro encerrado por miedo a que en cualquiera de sus despistes se dejen la puerta abierta y el animal (como animal que es) se vaya a explorar esos mundos de dios o dos personas cuyos amigos parecen tener más derecho que tú a ver una película en el salón y que si tú apareces te miran con cara de que sobras y que mejor será que te vayas por donde has venido. Todo eso va quemando la paciencia del más pintado.

Desde el primer momento hablé con ellos, intenté dialogar, les recordé que yo también vivía aquí y el resultado fue, por parte de Psicóloga, dejar de hablarme porque se molestó y, por parte de GayArdón, hacer caso omiso porque “ooops, no me he dado cuenta” o “joder, yo no he sido”. Repito, tengo mucha paciencia pero también tengo un límite. Sobre todo cuando veo que por mucho que hable o diga las cosas me toman por el pito del sereno.

Por otra parte, mi madre vino porque quiso, porque lleva años oyéndome contarle las barrabasadas que me ocurren en el piso y porque, pues mira, por circunstancias hacia más de un año que no nos veíamos y este momento era tan bueno como cualquier otro. Es más, era el momento más oportuno. Además, puesto que el comportamiento de estos dos elementos denota que se han quedado atascados en la adolescencia, la aparición de una figura “adulta y paterna” pone las cosas en su sitio (como se ha demostrado).

Sé que resulta fácil juzgar en base a un relato que, por fuerza, es subjetivo puesto que lo cuenta una parte implicada. Sin embargo hay una cosa llamada empatía que suele ser muy útil en estos casos. Se trata de ponerse en la piel del otro. Y te aseguro que después de ocho años aguantando todo lo que yo he aguantado en el piso y después de haberte pasado los últimos meses sin poder dormir en condiciones porque las personas con las que convives no te respetan y les importa poco tu descanso yo me atrevería a decir que he reaccionado bastante bien.

Cuando les dije que se fueran buscando otro piso (y ellos me dijeron que querían irse) no hubo forma humana de hablar porque, como ya conté, Psicóloga se puso a chillarme y a insultarme, se me encaró agresivamente y, pese a sus cuatro o cinco años de Psicología, demostró no tener ni una pizca de modales ni educación ni, mucho menos, capacidad de diálogo.

No me justifico ni me escudo en mi estado de nervios (estado que no es sino la acumulación de mucho tiempo de aguantar este tipo de cosas). De hecho, al principio, estaba bastante agradecida de ver que estas dos personas pretendían quedarse una larga temporada en el piso porque eso me evitaría tener que estar buscando compañeros nuevos cada pocos meses. Y mi intención era que estuvieran el tiempo que quisieran para así yo poder ahorrar. Porque sí, cierto es que la idea de quedarme sola en el piso es algo que me viene rondando desde hace mucho. Soy de la opinión de que en la vida de toda persona llega un momento en que vivir sola se convierte en una necesidad. Incluso en aquellas que no han tenido problemas con sus compañeros así que tanto más en mi caso. Y, francamente, aunque ahora el alquiler se lleve más de la mitad de mi sueldo y mi vida social o mis caprichos personales se vayan a ver mermados, bien lo vale porque en tan sólo dos semanas he ganado una tranquilidad y una calma que hace mucho que no sentía.

Cuando las cosas se ven desde fuera resulta muy fácil juzgar y decir que uno lo hubiera hecho de otro modo. Pero la vida y la experiencia me ha enseñado que cuando tú te ves en una situación que antaño pensaste que manejarías de otro modo, te encuentras con que en absoluto las cosas son como creías. Yo intenté que esto funcionara como en tantas otras ocasiones. Por eso aguanté tanto, por eso pasé por alto cosas, por eso traté de hablar. Pero fue imposible porque no me dieron opción y cada día que pasaba era una nueva afrenta y a mí esa actitud judeocristiana de poner la otra mejilla ya me suena a pitorreo. Sobre todo con personas que no pondrían su propia mejilla ni siquiera la primera vez.

Psicóloga y GayArdón se han largado. Sé que ahora mismo me odian y para ellos soy la mala de la película. Sé que se dedicarán a hablar mal de mí con quien puedan (y recordemos que aparte de mi identidad bloguera tengo otra faceta relativamente pública gracias a mis novelas). Poco me importa. Lo único que les deseo es que llegue un día en que pasen por lo mismo que he pasado yo. A ver si son capaces de actuar mejor de lo que he hecho yo. Aunque, visto lo visto, me voy a permitir el dudarlo.

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 19:25:00   2 Berrido(s)
La huida de las ratas (IV)
jueves, 8 de febrero de 2007
Una vez desaparecidas Las Ratas toca hacer balance del estado en el que han dejado las habitaciones. A continuación muestras de lo liiiiiiimpia que era Psicóloga y lo que GayArdón entiende por remodelar.


Habitación de Psicóloga. Paredes color verde pistacho. A mí el color ni me gusta ni me disgusta pero dormir allí debe acabar poniendo de los nervios. ¿Esta chica no ha oído hablar que las habitaciones se tienen que pintar en tonos suaves? Parecer ser que no. Al menos ella sólo tardó cinco días en pintar.


Sólo cinco días pero no se le ocurrió poner un plástiquito en las sillas para evitar mancharlas, claro. Parece mentira, con lo curiosona que es ella...


Tan, tan curiosa que desde mediados de septiembre no ha tenido tiempo de quitar la cinta de carrocero que puso entre la pared y el techo. Ya escuché en un capítulo de CSI (que saben mucho más de psicología de lo que esta muchacha debió aprender en la facultad) que sólo vemos lo que está a la altura de los ojos. Y Psicóloga no debía mirar nunca para arriba. Y digo yo, con lo que follaba, en algún momento miraría hacia el techo, ¿no?


Sin duda esta es mi favorita. Allá por octubre les instalaron una línea telefónica para poner Internet. La roseta la pusieron en el cuarto de GayArdón (que está al lado) y les hicieron un taladro para pasar un cable de red desde el modem hasta el ordenador de Psicóloga. Pues desde entonces, su agitada vida sexual, social, laboral y virtual le impidió limpiar el polvo de ladrillo y yeso. No, mejor dejarlo ahí para que la pelusa y la mierda variada se fuera acumulando hasta coger solera.


Admito que, en sus inicios, esta mancha fue producto de Chuchín. Alguna de las veces en que ella se dejó la puerta abierta (pese a mi recomendación de que la cerrase) el jodío bicho le quiso recordar su presencia marcando el territorio. Teniendo en cuenta que Chuchín ha estado desde primeros de diciembre hasta que se fueron sin salir de mi cuarto (sólo salía para bajar a la calle) esta mancha demuestra que Chuchín es un puñetero pero que ella es una guarra de tres pares de narices.

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Pasemos a la habitación de GayArdón. Y recordemos que el muchacho se tiró mes y medio para pintar un cuarto de seis metros cuadrados. Que lo pintó una y otra vez porque no le acababan de gustar los colores. Sí, LOS COLORES en plural. Aquí tenéis la habitación tricolor.


Sí, como lo veis. Verde pistacho, naranja y amarillo. Dos paredes en ángulo recto en verde pistacho, otras dos en naranja y el techo amarillo. Con semejante agresión visual al hemisferio derecho, ¿cómo no iba a estar lo suficiente desquiciado para mostrarse agresivo?



El chico que llevaba diez años trabajando en limpieza, el que había hecho cursillos de pintura, carpinteria y bla, bla, bla, el qué se enorgullecía de ser hipermegalimpio y cuidadoso considera que esto es un trabajo bien acabado...

Pero requetebien acabado, oyes...


Que sí, que sí, mes y medio para esto...


Vamos, que ya me estoy arrepintiendo de no haber aceptado su proposición de que pintara el resto de la casa. Con esos colores tan discretos me hubiera sacado una pasta alquilándosela a Almodóvar para futuros rodajes. Además, quién sino él me iba a dejar esos acabados tan cuidadosos...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:44:00   13 Berrido(s)
La huida de las ratas (III)
miércoles, 7 de febrero de 2007

Yo nunca soy de las que canta victoria antes de tiempo por eso el sábado 27, mientras oía –que no veía- a Las Ratas empaquetar sus trastos (los que conocen mi casa saben que los cuartos que alquilaba están al final del pasillo pasada la puerta de entrada al piso, es decir, una zona por la que no suelo pasar y que ahora prácticamente es como si no existiera para mí… hasta que empiece a meter trastos allí, claro está), no las tenía todas conmigo de que la marcha fuera tranquila y pacífica. Además, en principio la única que abandonaría definitivamente el piso sería Psicóloga. GayArdón parecía todavía con ganas de apurar los días que le restaban al mes de enero.

En una de las subidas y bajadas sacando trastos apareció El padre de Psicóloga. No crucé ni media palabra con él porque tampoco se dirigió a mí ni a mí me apetecía enzarzarme en una discusión inútil. Para él su hija tendría la razón del mismo modo que para mi madre –aunque no siempre, no os creáis- la tenía yo. Psicóloga ya había sacado todas sus cosas salvo su cama y GayArdón iba por el mismo camino. Como El padre de Psicóloga no había vuelto a subir, la discusión volvió entre mi madre y GayArdón. Ella le relataba los desperfectos que habían causado en el piso: sillas manchadas de pintura (porque, claro, resultaba muy complicado cubrirlas con un plástico) y, sobre todo, el desaguisado que habían hecho con los colores en los que habían pintado las habitaciones (a mí ni me gustan ni me disgustan pero es cierto que si quisiera alquilarlas tendría que pintarlas de nuevo porque no mucha gente soportaría esos colores tan estridentes). GayArdón se iba poniendo más y más violento hasta el punto de que en un momento dado hizo ademán de ir a pegar a mi madre. En un segundo creí que se iba a montar la de dios es cristo. Y no iba tampoco muy desencaminada. Ante su ademán, mi madre, en un acto reflejo, le puso la mano en medio para apartarle, con tan mala suerte que le dio en la nuez. Y ahí fue cuando GayArdón estalló definitivamente. Empezó a gritar desaforadamente mientras sacaba el móvil y nos decía: Eso es una agresión, os voy a poner una denuncia que os vais a cagar. Y se fue corriendo escaleras abajo.

Sin perder un minuto, cambiamos la cerradura (en apenas tres minutos, que ya se sabe que una tiene maña en estas cosas de BricoBollo). Que fuera una decisión acertada o no es algo en lo que no voy a entrar. Fue nuestra primera reacción. Además, por experiencia, yo no creía que la policía fuera a venir. Joder, que me han robado dos veces y la policía no se ha dejado ver el pelo… Y ya sabemos lo que pasa con la poli, basta que los necesites para que no los encuentres. Ya te pueden estar violando, rajándote la yugular y sacándote los intestinos para hacerse un collar que no habrá un madero en tres kilómetros a la redonda. Pero como todos los gilipollas tienen suerte, Las Ratas tuvieron su día de ídem encontrándose con dos motoristas que estaban patrullando en ese momento por el barrio. Porque vamos, tardaron en venir lo que yo tardé en cambiar la cerradura (que, repito, fue muy, muy poco tiempo).

Afortunadamente para nosotras, no nos tocaron dos polis bordes sino dos chavales bastante amables que, tras exponerles la situación, pese a decirnos que no debíamos haber cambiado la cerradura (a lo que mi madre le dijo que si la hubiesen cambiado ellos, yo no podría entrar en mi propia casa y no podría echarles y, claro, el chaval no pudo decir nada), no les dieron la oportunidad a Las Ratas de salirse con la suya. Volvieron a bajar al portal para subir un par de minutos después acompañados por unas Ratas con las orejas gachas que venían a por las pocas cosas de valor que le quedaban a GayArdón en su habitación (su ordenador y su play) y quedando pacíficamente –qué remedio les quedaba- en volver al día siguiente para recoger la cama de Psicóloga y la ropa de GayArdón.

Al día siguiente, a las once de la mañana, Psicóloga llamó a mi móvil. Pero servidora, una vez liberada de toda la tensión que había acumulado, estaba tan profundamente dormida que ni lo escuchó. Luego hubo que llamarles porque dieron las seis de la tarde sin que hicieran acto de aparición. Hacia las ocho y media llegaron con algunos amigos, sacaron las cosas que quedaban, Psicóloga ni se dignó a subir (¡pues menuda es ella!), GayArdón berréo y pataleó un poco más y a eso de las nueve y media pudimos cerrar la puerta definitivamente confiando en que Las Ratas desaparecían de mi vida en ese momento. Y yo respiré tranquila, aliviada, calmada y todos los adjetivos sinónimos que se os ocurran.

-¿Y esto lo vas a contar en el blog?-me preguntó la madre que me parió.

-Pues claro-fue mi obvia respuesta.

-Entonces espero que me pintes al menos como Xena. Que no te pensabas tú que se iban a largar tan rápido, ¿eh?-me dijo abrazándome.

Nota: Mañana las afotos del lugar del crimen. Que es para flipar con los colorines (de las paredes, se entiende).

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 20:12:00   10 Berrido(s)
La huida de las ratas (II)
martes, 6 de febrero de 2007

El sábado Arrierita abrió el ojo relativamente pronto gracias a La madre que la parió que le reclamaba un poco más de espacio en la cama, so pena de acabar yaciendo con sus huesos en el suelo (consecuencias de dormir sola en una cama grande: cualquier cosa más grande que Chuchín estorba). Refunfuñando pero agradecida del día que era y poder dormir más, Arrierita se dio la vuelta hacia su lado de la cama y continuo durmiendo. Hacia mediodía, La madre que parió a Arrierita puso el pie en el suelo. De mala gana Arrierita lo puso poco después. Por mucho sueño que tuviera no podía perderse un nuevo y más que posible enfrentamiento con Las Ratas.

La madre que parió a Arrierita andaba ya por la cocina preparándose su sempiterno colacao mañanero mientras la propia Arrierita se vestía a toda prisa porque ya había escuchado movimiento en las otras habitaciones. Aún a medio vestir escuchó a La madre que la parió preguntarle a GayArdón:

-¿Y tanta prisa que tenía tu amiga anoche por lavar la ropa, qué hace que no ha puesto ya la lavadora? Porque ya es casi la una y es una hora buenísima para ponerla.

Antes de que pudiera contestar, unos pasos que se acercaban por el pasillo y que, evidentemente, eran de la aludida, se materializaron en forma de Psicóloga que dijo con voz indignada y carita de asco (que sí, que vale, que no le vi la cara pero cinco meses y medio conviviendo con ella ayudan a hacerme una idea de sus reacciones):

-Yo ya no voy a poner más lavadoras en esta casa porque esta tarde me voy de aquí.

Arrierita sale arrebatadamente de la habitación, todavía acabando de ponerse el jersey, a tiempo para ver a su madre decir, con jocosa satisfacción:

-¿Síiii? ¡No me digas porque me pongo hasta cachonda! (mi madre es así, querid@s lector@s, mi madre es así de… directa).

-¡Oiga! ¡No insulte a mi amiga!-saltó GayArdón más ofendido que la propia aludida. En ese momento pareció olvidar los insultos, las faltas de respeto y los ademanes agresivos que la noche anterior dedicó a Arrierita y a La madre que la parió.

-¿Decir que me pone cachonda porque se vaya es insultarla? Está claro que no me pone cachonda pero es que para que os hagáis una idea de lo que me alegra dejar de ver la cara que tiene de amargada (sí, amig@s, mi madre no puede evitar ser directa).

-Pues bien mona que es…-rezongó GayArdón soltando una pluma que, en circunstancias normales, niega poseer.

Está claro que a partir de aquí la discusión era inminente. Y Arrierita jura que apenas abrió la boca. La madre que la parió siguió demostrándoles que ellos de limpios no tienen nada (recordemos el dicho de “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”) y ellos se defendían ya casi sin argumentos. Eso sí, GayArdón, pese a la insistencia de La madre que parió a Arrierita de que no la llamase de usted, seguía erre que erre aduciendo que él era “muy educado y a mí me han enseñado a llamar de usted a las personas mayores que yo” a lo que La madre que parió a Arrierita adujo que la falta de educación era llamar de usted a quien te ha pedido que no lo hagas.

La tarde continuó con más discusiones, gritos e improperios mientras Arrierita y La madre que la parió comían y ellos empaquetaban sus cosas. Arrierita no podía creer lo que estaba viendo. Sabía que su madre sería mucho más efectiva que cualquiera en los que había pensado para que la ayudasen a botar a Las Ratas pero aquello estaba siendo fulminante. No hacía ni veinticuatro horas de su llegada y ya se estaban largando (la explicación lógica es que mientras que yo, en los días siguientes, me iría a trabajar y al volver me encerraría en mi cuarto, la perspectiva de que mi madre estuviera todo el santo día en casa no les pareció demasiado soportable). Arrierita no podía creerlo. Aunque los nervios aún la dominaban porque sabía que la salida definitiva no sería nada agradable…


Nota: A quien dejó el comentario anónimo en el último post me gustaría decirle algunas cosas. Sí, yo perdí los nervios con lo de la lavadora pero, en primer lugar, no es que poner una lavadora a las doce de la noche sea algo poco ortodoxo sino que es algo que se prohibe tajantemente en los estatutos de la comunidad de vecinos (de la mía y de la mayoría) y yo estoy hasta el moño de llevarme broncas del presidente por cosas que yo no hago. En segundo lugar que yo perdiera los nervios no es sino la consecuencia del acoso psicológico al que me han sometido estos energúmenos durante los últimos meses. Soy yo la que está tomando Lexatín para la ansiedad y no ellos. Con estas circunstancias, otra persona les habría puesto las cosas en la calle hace mucho tiempo. Lo de que no sea respetuoso apagarla hace que me tronche de risa. ¿Cómo se le puede tener respeto a unas personas que desde que entraron no han hecho más que faltártelo a ti? Tal vez tú puedas, yo no. Y, vamos, apagar una lavadora tampoco me parece una falta tan grave. Y mi frase favorita: Tu comportamiento en este caso no es digno de quien eres. Mi comportamiento fue el único que puedo tener y esa frase no es más que una forma hipócrita de juzgar mis actos disfrazándolo de halago. Tú no sabes ni quién ni cómo soy. Yo podría ser de un modo muy distinto al que aparento en el blog. Podría ser una hija de puta y estos dos elementos unas bellísimas personas (que lo serán pero desde luego no lo han sido conmigo). Pero sólo las personas que me conocen saben lo que yo he pasado con estos y con muchas de las personas que han pasado por este piso. Las críticas mesuradas, amables y supuestamente imparciales me parecen hipócritas. Porque la imparcialidad no existe. A ti te pareció mal mi comportamiento. A mí me hubiera gustado verte en mi lugar. Y si vuelves a comentar en mi blog, no lo hagas de forma anónima. Da la cara, aunque sea con un nick falso, hoy en día todo el mundo tiene uno, aunque no se tenga blog. Firmar como anónimo me parece un acto de cobardía, de tirar la piedra y esconder la mano. Pero esa es sólo mi opinión. Mi opinión mesurada y amable.

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:43:00   9 Berrido(s)
La huida de las ratas (I)
lunes, 5 de febrero de 2007

Situémonos: Viernes 26 de enero. Siete de la tarde. Psicóloga y GayArdón están en sus respectivas habitaciones. Arrierita está también en la suya. Trasteando en el ordenador mientras espera. Espera que suene el timbre de un momento a otro. Y justo en ese momento La madre que parió a Arrierita rompe el tenso silencio que reina en el piso con el ding dong indicador de que ya esta ahí. Arrierita corre a abrir la puerta antes de que a sus compañeros les dé por asomar el hocico. Las dos pasan al cuarto de Arrierita que, ahora más que nunca, parece un búnker de tanto trasto como ha tenido que acumular dentro. Acumulación que se ve aumentada por la maleta y la bolsa de viaje de su madre en cuyo fondo trae no menos de seis kilos de naranjas (que para algo viene de tierras levantinas).

Durante las primeras horas madre e hija permanecen en la habitación deshaciendo la maleta, viendo las fotografías que Arrierita ha ido haciendo a lo largo de este año (y los que me conocen saben que son muchas). Incluso cenan en la habitación con tal de posponer el momento del –inevitable- enfrentamiento con Las Ratas para el día siguiente.

El reloj marca la medianoche cuando la conversación entre susurros que mantienen Arrierita y La madre que la parió se ve interrumpida por el familiar sonido de una lavadora cargando agua. Arrierita sale de la habitación y va hasta la cocina. No hay nadie pero, efectivamente, la lavadora está puesta. La para y regresa a su habitación. Pero una hora después, a la una de la madrugada, las dos escuchan cómo la lavadora está de nuevo en marcha. Presa de los nervios que tanto tiempo la llevan dominando, Arrierita sale como una exhalación y llega a la cocina donde están las dos Ratas. Pasa entre los dos y para la lavadora argumentando en tono cabreado que no son horas (de hecho, en cinco meses, ese ha sido el único ruido que no ha tenido que soportar a esas horas de la madrugada). Las Ratas están a punto de enzarzarse con Arrierita cuando la madre que la parió hace su aparición en escena llamando a la calma. Pero las palabras conciliadoras hacen poca mella en gente de esa calaña. Haciendo gala de su innato cinismo comienzan a relatar falsos hechos del comportamiento de Arrierita. Y a Arrierita le empieza a hervir la sangre. La conversación se acalora. Las Ratas argumentan que si es que ellos son muy limpios y muy ordenados y muy respetuosos. La discusión se va trasladando de la cocina al pasillo y de ahí a los cuartos de los tres implicados. La madre que parió a Arrierita les pone la cara colorada señalándoles obvias guarradas que no casan con ese talante tan higiénico que abanderan, entre ellas el hecho de que Psicóloga tenga todavía la cinta de carrocero en las paredes cinco meses y medio después de haber pintado su habitación de un estridente verde pistacho, aunque es justo ese momento el que ella elige para cerrar su puerta y pasar de un combate dialéctico a todas luces perdido.

Hasta las dos y pico de la mañana duró el va y viene de improperios, gritos y faltas de respeto. La madre que parió a Arrierita se vio obligada a pegar el grito más alto y adoptar su mirada de loca para callar (y ¿por qué no decirlo? también acojonar) a Las Ratas. La cosa se saldó con Psicóloga sacando su ropa de la lavadora, poniéndola en un barreño y llevándoselo a su cuarto porque seguro que pensaba que le íbamos a echar lejía o algo así. Curioso que no recordase en ese momento la de veces que sus ropajes se han pasado dos o tres días en la lavadora sin importarle que se pudieran pudrir y en ese momento dijera que era tan urgente lavarla y tenderla para que no se pudriera (¡ja! Que me lo digan a mí, que el año pasado un día antes de irme a Calpe se me jodió la puerta de la lavadora con la ropa dentro y cinco días después estaba intacta…).

Al finalizar por fin los gritos y discusiones y con cada hiena en su cueva, Arrierita trataba de calmar los nervios. Se dio una ducha, ahora sí, sin importarle hacer ruido de madrugada. Y, por fin, cerca de las cuatro de la mañana, pudo dormir.

Todo apuntaba a que los días que quedaban hasta el 31 iban a ser largos y que la discusión y la disputa estarían garantizadas…

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 20:24:00   8 Berrido(s)
La soledad era esto
domingo, 4 de febrero de 2007
Despertarte un domingo a media mañana gracias a la luz del sol que entra por la ventana. Tomarte el primer café leyendo mails y blogs. Bajar a Chuchín a la calle y comprar algo para la comida. Ver una película tirada en el sofá mientras comes pipas. Preparar la comida de mañana en el horno, con calma y sin prisas. Darte una ducha antes de cenar. Salir del baño desnuda si te apetece. No tener que cerrar puertas ni andar con cuidado de que te vean como tu madre te trajo al mundo. Saber que cuando decidas echarte a dormir no habrá ruidos que te impidan hacerlo. Apagar las luces y que el piso quede a oscuras y en silencio... ¿Así que vivir sola es esto?

Creo que me va a gustar...

Nota: El relato pormenorizado de la huida de las ratas, la visita policial y otros hechos acaecidos en los últimos diez días seguirán en fecha próxima. Permanezcan atent@s a sus monitores.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 20:35:00   6 Berrido(s)
Silencio
sábado, 3 de febrero de 2007
Eso es lo que he escuchado al entrar en mi casa a las seis y media de la tarde de un sábado después de dejar a mi madre en el tren que la lleva de vuelta a Levante. Completo y absoluto silencio. Tras hacerme fiestas, Chuchín se ha tumbado en el sofá. Yo he paseado por la casa. Ahora estoy sola. Por fin estoy sola. Sólo espero que no sea algo temporal. Que pueda mantenerme así. Y que si entra alguien sea porque yo lo he elegido. Aunque espero que no se cumpla lo que dijo MariPili, que ahora que me quedo sola en el piso, me eche una novia que se venga a compartir mi espacio... ¡glups!
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 21:54:00   2 Berrido(s)
Empacho
viernes, 2 de febrero de 2007
Creo que si sigo con este ritmo de comidas... ¡ejem! laborales voy a acabar aborreciendo todo alimentos que me pongan delante de la jeta... ¡¡¡Madre de dios, que jartá...!!!!

Al acabar de comer el Potentado se ha recostado en la pared con cara de felicidad. Yo, sentada frente a él, he hecho lo mismo, achispada y somnolienta por el vino.

-Esto es vida. Buen vino y mujeres guapas, eso es lo único que me hace falta...-ha sentenciado.

¡¡¡Jops!!! Mucho me temo que tenemos en común más de lo que me gustaría...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:44:00   2 Berrido(s)
Flor rara
jueves, 1 de febrero de 2007
La canción ya tiene unos añitos pero cuando escucho la letra no puedo evitar sentirme muy identificada. La incertidumbre se extiende a mis pies pero ahora estoy más tranquila que en otras ocasiones. ¿Podré recuperar algún atisbo de ilusión en el camino?


Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 21:38:00   4 Berrido(s)
¿Quién soy?

Me llaman:Arrierita
Vivo en: Madrid, Spain
Y digo yo...: Acercándome peligrosamente a los treinta he desistido de encontrar a alguien en sus cabales. Me aburre que me digan lo maja que soy y lo mucho que merezco la pena personas que después salen corriendo como si se hubieran dejado la comida en el fuego. Me aburre la gente que va de legal por la vida pero nunca es consecuente con sus actos. Me aburre salir a la calle y cruzarme con tanta gente a la que no quiero saludar. De lo que no me aburro nunca es de tener a mi lado a tantas personas que me hacen sonreír cada día. A todos los demás... ¡Arrieritos somos... y en el camino nos encontraremos!
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