Versión 3
Vengo de...

Y voy a...

¡Y llego tarde!

El colmo del frikismo

Por si me escribes...

Visualizando


Sober [P!nk]

En el metro voy leyendo...

Y en la mesilla de noche tengo...

La serie que estoy viendo

Cuenta atrás

Escribiendo desde el lugar del crimen
miércoles, 24 de septiembre de 2008
Aquí me hallo. Sentada frente a la que hoy dejará de ser mi mesa. Por suerte, mi jefa no está en su despacho y no puede ver que no tengo putas ganas de hacer nada más por esta empresa. Por suerte también acaban de darme el cheque con la nómina y el finiquito y la cosa ha sido mejor de lo que esperaba. Aunque, total, mañana en cuanto lo cobre se va ir igual que ha venido...
A primera hora he hecho la segunda entrevista del proceso en el que parece que tengo más papeletas. Sería para trabajar en un proyecto que durará tres años. Y cobraría un poco más que aquí. Aunque trabajaría tanto como ahora. O más. Pero el entrevistador, en un momento dado, ha mencionado algo sobre la formación: "Tardaríamos unos meses en formarte y en explicarte las cosas". Y yo he pensado: "Vaya, no van a esperar que lo haga todo por ciencia infusa. Qué lástima que no puedan tener una charla con mi ya ex jefa...
En fin... Mañana será otro día. Y al menos no tendré que madrugar.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 16:03:00   3 Berrido(s)
Más difícil todavía
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Que mi vida es un circo de tres pistas es algo que, a estas alturas, ya se sabe. Que como directora del circo meta a un grupo de enanos y antes de que me pueda dar cuenta parezcan jugadores de la NBA no creo que sorprenda a nadie. Y en mi vida, como en el circo, el lema a seguir es aquello de "¡más difícil todavía!".

Debería decir que estoy sorprendida aunque la verdad es que estoy más cabreada que otra cosa. Ya hace un par de post decía que cada mañana, según me acercaba al edificio que alberga a mi oficina, sentía que me había equivocado de sitio y que me rodeaba el mismo halo de temporalidad de siempre. Mira que me lo tengo dicho. Debo hacer más caso a mis pálpitos y corazonadas. Porque está visto que rara vez se equivocan. Y cuando intento mirar hacia otro lado, el golpe me pilla desprevenida. Y es que resulta que estaba nominada y yo ni me había enterado.

Hace poco más de un año una workaholic se sentaba al otro lado de la mesa para soltarme el manido "no sos vos, soy yo" al tiempo que argumentaba que no estaba preparada para una relación y sí necesitada de "centrarse en su carrera profesional" mientras se deshacía en halagos sobre lo maravillosa, estupenda y fantástica que era. Hoy otra workaholic, mesa mediante, por supuesto, me ha soltado que quizá el fallo "ha sido mío y no tuyo" al tiempo que afirmaba haberle costado mucho tomar esa decisión pero que no había superado el período de prueba. Y, por supuesto (por supuestísimo, no podía faltar) se ha deshecho en elogios sobre la maravillosa, estupenda y fantástica trabajadora que soy, lo bien que maqueto, lo contenta que estaba conmigo y que a la ETT que me contrató inicialmente le habían dado unas referencias y recomendaciones super, super, super, o sea, superbuenas sobre mí. El estado de shock me ha durado hasta las diez de la noche (la noticia me la debió de dar sobre las cinco, no estoy segura). Podría decir que todavía sigo con él pero ya sabemos lo rápido que me adapto a las nuevas circunstancias y ya vuelvo a estar con el malestar existencial de hace dos meses.

Un rato después de salir del despacho de la workaholic, mientras miraba sin ver unos presupuestos (razón original por la que había ido a hablar con ella) y hacía caso omiso de las voces que la susodicha workaholic estaba dando mientras discutía con alguien por teléfono, mi compañera, la que realmente hace el trabajo de workaholic, ha soltado al pasar junto a mí:

— Vaya, como está hoy...

— ¿Por qué lo dices?—he inquirido yo con maliciosa inocencia. Ella ha señalado el despacho con la mirada y media sonrisa cansada, yo me he encogido de hombros.— No sé, a mí me acaba de despedir pero estaba la mar de tranquila... (nunca, nunca, nunca podré dejar de ser irónica).

— Estás de coña, ¿no?

Mi única respuesta ha sido darle la carta de despido. Luego ha puesto los ojos en blanco y ha suspirado largamente.

— No sé a qué aspira. Ahora que ya le estabas cogiendo el tranquillo, te echa. Y es que no va a encontrar a nadie que venga sabiendo el mogollón que tenemos aquí. Lo que ella quiere es alguien que le lea la mente y eso no puede ser...

Por si alguien se lo pregunta, las razones que ha aducido para resolver mi contrato durante el período de prueba es que, pese a mi habilidad con la maquetación y el diseño, he cometido fallos en la parte de presupuestos (la parte de los numeritos, para entendernos). Aunque he intentado defenderme, de poco ha servido. Tratar de convencer a una jefa de que la que se equivoca y la que no se sabe explicar es ella es una tarea humanamente imposible. Del mismo modo que es humanamente imposible demostrar que los supuestos errores que me ha achacado han sido realmente culpa mía ya que son errores en documentos que manejan cinco personas distintas...

Supongo que a estas alturas ya debería estar acostumbrada a que me pasen estas cosas pero todavía me sigo indignando...

Y esto, unido al hecho de que ya tengo sustituto para el gabachín, sigue dotando a mi existencia de ese surrealismo tan apreciado por los demás y que tan hastiada me tiene a mí. A partir de ahora conviviré con un señor que podría ser mi padre (y que, incluso, se llama como él) cuyas hijas viven a escasos minutos de mi casa... ¿No suena raro, raro, raro?

Para que luego digan que utilizo mis vivencias para escribir novelas... Si yo escribiera lo que me pasa en el día a día muchos me dirían que las historias son inverosímiles y poco creíbles...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 0:57:00   5 Berrido(s)
A la tercera va la vencida (¿pero de qué?)
sábado, 13 de septiembre de 2008
Hoy es mi post número 300 en la etapa blogspot. Ya hace días que pensaba que era un número lo suficientemente redondo como para reseñarlo y comentarlo. Y sin querer, me ha dado cuenta de que justo hoy se cumplen 3 años del nacimiento de Arrierita ¡Tres años! Ya he aprendido a hablar y a andar y a pedir pipí y popó. ¡Wow! ¡Tres años!

Yo, que nunca fui capaz de llevar un diario escrito mucho más allá de dos semanas, llevo tres años contando mis vivencias, pensamientos, filias y fobias a través de esta página.

Y ahora, después de todo este tiempo, no voy a hacer lo típico de hablar de la gente que he conocido, lo mucho que he cambiado, las cosas que he aprendido y similares. Es obvio. Aunque algunas personas me sigan teniendo el mismo dudoso "aprecio" de antaño.

La verdad es que tampoco tengo mucho que reseñar acerca de este tercer aniversario. No voy a amenazar con mi marcha como hacen otr@s. No voy a prometer mayor nivel de actualizaciones. Ni más seriedad. O más frivolidad. O más fotos. O post más largos. O más cortos. No voy a decir nada. Simplemente voy a seguir por aquí. Como he hecho siempre.

Lo único que voy a hacer es saludar y agradecer a todos los que me leen, tanto desde el principio como más recientemente, que estén ahí. Así que tú que estás ahí mirando el monitor del ordenador y leyendo esto, da igual que te guste, que no te guste, que te caiga bien o que me odies, que seas troll o que me halagues, que me comentes o que no lo hagas, que entres en el blog o me leas por feeds... Gracias. Y mañana será otro día.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 18:38:00   8 Berrido(s)
I feel numb
miércoles, 10 de septiembre de 2008
De casa al trabajo. Del trabajo a casa. Sin más. El viernes una parada intermedia para tomarme un café en compañía porque si no, iba a reventar. Las semanas se me hacen eternas y los fines de semana muy cortos. Claro, paso la mayor parte del tiempo durmiendo... Y eso que entre diario me acuesto a horas totalmente inhabituales en mí (de hecho ya ando cabeceando y mi pestaña izquierda sube y baja como una persiana rota). No hay tiempo para series ni películas aunque mi mula sigue trabajando como una ídem. Internet podría romperse mañana y yo tendría material para entretenerme hasta 2018.

Que mi nuevo trabajo no me gusta era algo que yo intuía secretamente. Pero la realidad ha superado a mis más nefastas corazonadas. No es normal que en seis semanas no haya escuchado ni una cosa buena de la empresa. Ni una sola. Sí, en cambio, muchas malas. Y no es sólo es que las oiga. Es que las veo. Incluso las empiezo a padecer. Y a aguantarse tocan. Hasta que no pueda más, claro. Soy paciente. Y dura. Pero siempre hay un límite.

Mientras tanto, voy haciendo planes. Trazo estrategias mentalmente. Preparo el terreno sabiendo que, de momento, habrá un sueldo a final de mes. Pero esto no es lo mío. Y hay gente que no se da cuenta de que una persona en mi situación, sin cargas ni circunstancias que la aten irremediablemente a un trabajo, está presta a volar en cuanto el viento le sea favorable. Y no es que no quiera trabajar. Es que quiero hacerlo en algo que no me revuelva las tripas cada vez que entro por la puerta de la oficina.

Todavía, cuando llego por las mañanas, tengo la sensación de que me he equivocado de sitio. O que es algo tan temporal como esos trabajos que tenía recién comenzada la veintena que me duraban menos que mis novias. No me ubico. No encuentro mi sitio. Cumplo con mis tareas. Cada vez con mayor celeridad y soltura. Saber hacer las cosas nunca me ha preocupado porque siempre me he adaptado bien a todo. Pero esto no es lo que quiero hacer con mi vida.

Y todavía soy demasiado joven para condenarme a esa cadena perpetua. Aún puedo seguir intentando encontrar mi sitio.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:05:00   2 Berrido(s)
Línea de salida
lunes, 1 de septiembre de 2008
Esta mañana por un momento he creído que me había levantado en una ciudad distinta. La calma chicha de agosto se ha convertido, en el transcurso de una noche, en un hormiguero superpoblado de cientos de miles de seres caminando rápida y frenéticamente de acá para allá.

En las bocas de metro otra vez volvían a estar apostadas las repartidoras de la prensa gratuita que con caras de sueño y voces aún sin fuerza daban los buenos días a los transeuntes mientras les ofrecían su ración de noticias, cotilleos y curiosidades con los que entretener el tiempo antes de entrar a ese trabajo que la mayoría odia secretamente pero que no tiene más remedio que aguantar.

En los vagones de metro, pese al aire acondicionado, hacía calor. Calor humano, calor de muchos cuerpos ocupando un espacio que hasta hace unos días sólo era invadido por unos pocos. Encontrar un asiento libre se convierte en una odisea. Así que nos parapetamos tras nuestros periódicos, nuestras revistas, nuestros libros o nuestros móviles. Y nos aislamos con la música de nuestros mp3. De cuando en vez echamos una mirada en derredor. Sólo para comprobar, entre maravillados y aprensivos, que estamos otra vez rodeados de gente. Gente anónima, que va y viene, que busca un hueco, que ya está pensando en la hora de la salida cuando todavía no ha llegado a su puesto de trabajo.

Voy a comer a un kebab. Anoche no tenía fuerzas para cocinar. Mientras mordisqueo el bocadillo y doy sorbos a mi cocacola tengo la mirada fija en la pantalla de plasma que hay en el fondo del local. Han puesto una película turca. Un musical al estilo Bollywood. Me hipnotiza. No puedo apartar la vista de las coreografías que, sincopadas, se suceden. En la energía que transmiten. Incluso en la alegría y la ingenuidad que parecen irradiar a través de esos actores y actrices desconocidos para mí. Me hubiera quedado viéndolo un rato más pero debía volver a la oficina.

Al salir paseo Bravo Murillo abajo hasta Cuatro Caminos. Necesito caminar después de ocho horas sentada en una silla. Fumo un cigarro y mi mp3 le pone banda sonora a las imágenes que se van sucediendo ante mis ojos. Las personas se convierten en personajes y yo en improvisada espectadora de una película sin argumento que sólo intenta captar la fugacidad de un instante: la gente yendo y viniendo, luchando y peleando por su trocito de mundo; con prisa y sin pausa. En la mente un destino concreto, en el corazón sólo ellos lo saben.

Llego a mi barrio. La gente ha brotado en las calles como las setas tras la lluvia. Me pregunto dónde estarían ayer. Me pregunto dónde estarán mañana.

Al entrar en casa mi perro me recibe, en contra de su costumbre, dando saltos. No me lo tomo en serio: sé que no me recibe a mí sino a las bolsas del supermercado que traigo conmigo. Coloco la compra en los estantes de la cocina y el frigorífico, me cambio de ropa y me recuesto sobre la cama jugando con mi perro, cansada pero despierta.

Casi juraría que esta mañana escuché el pistoletazo que ha dado comienzo a la carrera.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:15:00   5 Berrido(s)
¿Quién soy?

Me llaman:Arrierita
Vivo en: Madrid, Spain
Y digo yo...: Acercándome peligrosamente a los treinta he desistido de encontrar a alguien en sus cabales. Me aburre que me digan lo maja que soy y lo mucho que merezco la pena personas que después salen corriendo como si se hubieran dejado la comida en el fuego. Me aburre la gente que va de legal por la vida pero nunca es consecuente con sus actos. Me aburre salir a la calle y cruzarme con tanta gente a la que no quiero saludar. De lo que no me aburro nunca es de tener a mi lado a tantas personas que me hacen sonreír cada día. A todos los demás... ¡Arrieritos somos... y en el camino nos encontraremos!
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