El sábado Arrierita abrió el ojo relativamente pronto gracias a La madre que la parió que le reclamaba un poco más de espacio en la cama, so pena de acabar yaciendo con sus huesos en el suelo (consecuencias de dormir sola en una cama grande: cualquier cosa más grande que Chuchín estorba). Refunfuñando pero agradecida del día que era y poder dormir más, Arrierita se dio la vuelta hacia su lado de la cama y continuo durmiendo. Hacia mediodía, La madre que parió a Arrierita puso el pie en el suelo. De mala gana Arrierita lo puso poco después. Por mucho sueño que tuviera no podía perderse un nuevo y más que posible enfrentamiento con Las Ratas. La madre que parió a Arrierita andaba ya por la cocina preparándose su sempiterno colacao mañanero mientras la propia Arrierita se vestía a toda prisa porque ya había escuchado movimiento en las otras habitaciones. Aún a medio vestir escuchó a La madre que la parió preguntarle a GayArdón: -¿Y tanta prisa que tenía tu amiga anoche por lavar la ropa, qué hace que no ha puesto ya la lavadora? Porque ya es casi la una y es una hora buenísima para ponerla. Antes de que pudiera contestar, unos pasos que se acercaban por el pasillo y que, evidentemente, eran de la aludida, se materializaron en forma de Psicóloga que dijo con voz indignada y carita de asco (que sí, que vale, que no le vi la cara pero cinco meses y medio conviviendo con ella ayudan a hacerme una idea de sus reacciones): -Yo ya no voy a poner más lavadoras en esta casa porque esta tarde me voy de aquí. Arrierita sale arrebatadamente de la habitación, todavía acabando de ponerse el jersey, a tiempo para ver a su madre decir, con jocosa satisfacción: -¿Síiii? ¡No me digas porque me pongo hasta cachonda! (mi madre es así, querid@s lector@s, mi madre es así de… directa). -¡Oiga! ¡No insulte a mi amiga!-saltó GayArdón más ofendido que la propia aludida. En ese momento pareció olvidar los insultos, las faltas de respeto y los ademanes agresivos que la noche anterior dedicó a Arrierita y a La madre que la parió. -¿Decir que me pone cachonda porque se vaya es insultarla? Está claro que no me pone cachonda pero es que para que os hagáis una idea de lo que me alegra dejar de ver la cara que tiene de amargada (sí, amig@s, mi madre no puede evitar ser directa). -Pues bien mona que es…-rezongó GayArdón soltando una pluma que, en circunstancias normales, niega poseer. Está claro que a partir de aquí la discusión era inminente. Y Arrierita jura que apenas abrió la boca. La madre que la parió siguió demostrándoles que ellos de limpios no tienen nada (recordemos el dicho de “Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”) y ellos se defendían ya casi sin argumentos. Eso sí, GayArdón, pese a la insistencia de La madre que parió a Arrierita de que no la llamase de usted, seguía erre que erre aduciendo que él era “muy educado y a mí me han enseñado a llamar de usted a las personas mayores que yo” a lo que La madre que parió a Arrierita adujo que la falta de educación era llamar de usted a quien te ha pedido que no lo hagas. La tarde continuó con más discusiones, gritos e improperios mientras Arrierita y La madre que la parió comían y ellos empaquetaban sus cosas. Arrierita no podía creer lo que estaba viendo. Sabía que su madre sería mucho más efectiva que cualquiera en los que había pensado para que la ayudasen a botar a Las Ratas pero aquello estaba siendo fulminante. No hacía ni veinticuatro horas de su llegada y ya se estaban largando (la explicación lógica es que mientras que yo, en los días siguientes, me iría a trabajar y al volver me encerraría en mi cuarto, la perspectiva de que mi madre estuviera todo el santo día en casa no les pareció demasiado soportable). Arrierita no podía creerlo. Aunque los nervios aún la dominaban porque sabía que la salida definitiva no sería nada agradable…
Nota: A quien dejó el comentario anónimo en el último post me gustaría decirle algunas cosas. Sí, yo perdí los nervios con lo de la lavadora pero, en primer lugar, no es que poner una lavadora a las doce de la noche sea algo poco ortodoxo sino que es algo que se prohibe tajantemente en los estatutos de la comunidad de vecinos (de la mía y de la mayoría) y yo estoy hasta el moño de llevarme broncas del presidente por cosas que yo no hago. En segundo lugar que yo perdiera los nervios no es sino la consecuencia del acoso psicológico al que me han sometido estos energúmenos durante los últimos meses. Soy yo la que está tomando Lexatín para la ansiedad y no ellos. Con estas circunstancias, otra persona les habría puesto las cosas en la calle hace mucho tiempo. Lo de que no sea respetuoso apagarla hace que me tronche de risa. ¿Cómo se le puede tener respeto a unas personas que desde que entraron no han hecho más que faltártelo a ti? Tal vez tú puedas, yo no. Y, vamos, apagar una lavadora tampoco me parece una falta tan grave. Y mi frase favorita: Tu comportamiento en este caso no es digno de quien eres. Mi comportamiento fue el único que puedo tener y esa frase no es más que una forma hipócrita de juzgar mis actos disfrazándolo de halago. Tú no sabes ni quién ni cómo soy. Yo podría ser de un modo muy distinto al que aparento en el blog. Podría ser una hija de puta y estos dos elementos unas bellísimas personas (que lo serán pero desde luego no lo han sido conmigo). Pero sólo las personas que me conocen saben lo que yo he pasado con estos y con muchas de las personas que han pasado por este piso. Las críticas mesuradas, amables y supuestamente imparciales me parecen hipócritas. Porque la imparcialidad no existe. A ti te pareció mal mi comportamiento. A mí me hubiera gustado verte en mi lugar. Y si vuelves a comentar en mi blog, no lo hagas de forma anónima. Da la cara, aunque sea con un nick falso, hoy en día todo el mundo tiene uno, aunque no se tenga blog. Firmar como anónimo me parece un acto de cobardía, de tirar la piedra y esconder la mano. Pero esa es sólo mi opinión. Mi opinión mesurada y amable. |
Vaya tela lo de las ratas. Me alegro mucho de que se hayan ido y estes disfrutando de una merecida soledad.