Empecé la noche en la boca de metro de Callao escuchando en mi mp4 la canción Madrid de Pereza. La acabé, ya habiendo amanecido, bajando la cuesta hasta mi casa desde mi antigua boca de metro y escuchando la misma canción (pero en ambos momentos la versión en la que sólo canta Rubén Pozo que la que hacen con Christina Rosenvinge no me gusta tanto, que esa esa tía es demasiado lánguida para mí).
Entre ambas canciones transcurrieron casi diez horas. Horas en las que caminé por esas calles de Madrid que tanto me gustan. De Ópera a Alonso Martínez haciendo la obligatoria parada por Chueca. ¿Y qué culpa tendré yo de trabajar en una zona que por la noche se convierte en zona de marcha? Pero qué raro se hace salir a las dos de la mañana de la taberna que hay al lado de mi oficina y pasar por delante de ella en unas circunstancias tan distintas a como lo hago todos los días...
Últimamente he recuperado algunos bares de mis viejas rutas. Lo bueno es que no he tenido encuentros indeseables. Aunque en estos momentos nada podría borrarme la sonrisa de mi cara. De hecho, anoche me dijeron que parecía que llevase una percha en la boca. Me instaron a que me pusiera seria y no fui capaz. Pero es que llevo demasiado tiempo seria y ya es momento de cambiar, ¿no?
Por cierto, ¿alguien puede explicarme por qué el Barrio del Pilar está tan lleno de bollos? Desde mis tiempos con el Comando de Bolleras Desalmadas (entre las cuales había varias vecinas del susodicho barrio) no he dejado de conocer tías que viven por allí. Aunque, sinceramente, confío en que no todas sean iguales...
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Tía, Madrid está lleno de bollos por todos los lados... no te fijas? a mí me da una angustia....ARGGGGGG!!