No estuve cerca de ninguna hoguera pero acabé la noche quemada. Pasé el día en casa muy bien acompañada por un par de amigas. Hablando, comiendo y tal. Hasta ahí todo bien. Pero empezaron a llegar las tormentas vía Messenger y sms. Los nervios y los cabreos afloraron. Y la cosa se puso fea pero no quise hacerle caso. Luego me quedé sola. Con la idea bien clara de que ya no saldría. Estaba cansada. No me apetecía nada. Me quedaría viendo alguna peli. Pero un nuevo sms y una llamada al borde de la medianoche me hicieron que me diera una ducha rápida y saliera a la calle. Y ahora llegan las preguntas… ¿Qué coño hacía Arrierita a la una y pico de la noche sentada en las escaleras de Correos (je) fumando un cigarrillo tras otro? ¿Por qué se sorprendió tanto cuando vio banderas y emblemas futboleros? ¿No se suponía que el Madrid ya había ganado la liga y ya había sido convenientemente celebrado? Y, volviendo a Arrierita, ¿qué hacía hablando por el móvil con una persona que no era a quien estaba esperando? ¿Qué le estaría contando? ¿Y qué le contaba esta persona a Arrierita? Y más preguntas un rato después… ¿De qué hablaban tan seriamente Arrierita y la persona a la que había estado esperando en las escaleras de Correos (je)? ¿Y por qué habían quedado tan tarde si no querían ir de bares (con la inevitable consecuencia de que a) las iban echando de los “lugares tranquilos” en los que recalaban y b) tenían que apurar sus consumiciones en uno o dos tragos rápidos, acrecentando así la ya inminente borrachera)? ¿Por qué Arrierita aguantó casi hasta las cinco de la mañana cuando al salir del primer local en el que ella y la persona a la que había estado esperando en Correos (je) fueron invitadas a marcharse ya no había mucho más que decir? Y algunas preguntas para el final… ¿Por qué tenía tanta prisa Arrierita mientras bajaba por Barquillo en dirección a los búhos (total, ya no importaba ir despacio o deprisa)? ¿Por qué cuando volvió a situarse junto a las escaleras de Correos (je) sintió que las cuatro horas anteriores habían pasado en un suspiro o que no se había movido de allí en toda la noche o que acababa de estar en ese mismo sitio hacía un momento? Entonces, Arrierita, antes de montarse en el autobús que la llevaba de vuelta a casa, miró a su alrededor y pensó que últimamente su vida y la de los que la rodeaban era como una novela de Paul Auster en la que todo está relacionado, en la que la acción de los distintos episodios la dominan el azar y la casualidad. Y también pensó que quizá tuviera razón la persona a la que había estado esperando en las escaleras de Correos (je) y no era bueno repetir ciertos esquemas… Unas pocas más a modo de epílogo… ¿Por qué Arrierita, cuando por fin llegó a casa, se preparó un Cacique con cocacola (lástima, no tenía Ballantine’s)? ¿Es que no venía suficientemente borracha ya? ¿Y qué hacía a las seis y diez de la mañana hablando por el móvil con la misma persona con la que estaba hablando mientras estuvo esperando en las escaleras de Correos (je)? ¿Por qué esa persona hablaba en susurros? ¿Y por qué le dio la sensación entonces de que muchas veces hacemos la vida más complicada de lo que es? Y la más importante de todas… ¿por qué pese a haber apagado la luz a las seis y cuarto, Arrierita tuvo que abrir el ojo a las nueve menos cinco y después fue totalmente incapaz de volver a dormirse? Que hoy era domingo, coñe... Pero la noche de San Juan fue devastadora sin necesidad de fuego… |
Arrierita leyendo tu post me he acordado de una serie americana protagonizada por Billy Cristal que hacía de gay ventrílocuo (much@s de l@s aquí leyentes no se acordarán) que se tituló en España Enredo (Soap). ¿El motivo? Al final de cada capítulo se despedían con un sin fin de preguntas que quedarían aclaradas en el próximo capítulo, o no... ¿alguien se acuerda?