Hace dos años estaba literalmente atacada aunque luego me explayé comentando la jugada. El año pasado, el mismo día de la presentación, me presentaron (valga la redundancia) a la insigne bloguera que este año se ha encargado de presentarme a mí (y que siga valiendo la redundancia). Este año no he tenido un ataque de ansiedad, no me he pasado los diez días previos comiéndome las uñas hasta los muñones (y si he estado nerviosa y/o acelerada era por otros motivos que no vienen al caso). Tan sólo tuve un pequeño apretón (y nunca mejor dicho) la noche anterior. Sí, yo también me hago caquita de vez en cuando… La verdad es que la cosa fue mucho más relajada que otras veces. Aunque compartiera el acto con otro autor de mi editorial, eso no impidió que servidora se llevara el baño de multitudes que según mi profesor de edición gusta a todos los autores (¡Meeeec! Error. Con lo tímida y vergonzosa que soy yo no siempre me hace gracia ser el centro de atención). Habló el presentador de Iván Babiano. Habló el susodicho. Habló mi presentadora. Hablé yo. Y luego nos enzarzamos en un pequeño debatillo acerca de la tan manida polémica acerca de la literatura gay mientras algunas blogueras tardonas entraban en la sala. Tras la sesión de firmas, el exquisito (¡juas!) vino español, algunas charlas (¡vivan las relaciones públicas!) y mi superabuela hablando con mis colegas, todos en comandita nos fuimos a la tabernilla de al lado de mi ex curro a llenarnos la barriga con cervecitas, sangrías, morcilla, croquetitas, chorizo y unos tirabuzones de pollo con salsa de cabrales que a más de una le hacían salivar como al perro de Pavlov… A las nueve de la noche ya llevaba en el cuerpo tres cervezas y dos cubatas (y es que eso de que te conozcan en el bar al que vas hace que te carguen exageradamente las copas). Pero estaba feliz. Feliz de ¡por fin! dejar atrás la promoción del último libro. Feliz de reunir a mis amigos y amigas (¡ejem! es un decir, en realidad reuní a mis amigas con JM, que vuelve a adoptar su papel de bollo honorífico que tan en desuso tiene desde hace un tiempo). Feliz y calmada por primera vez en mucho tiempo. Sintiendo que las cosas se asientan y van ocupando su lugar. Luego nos largamos a la Bohemia a seguir bebiendo. Antes de las doce de la noche ya habían caído tres copas más y a mí me empezó a entrar la vomitona verborréica. Para entendernos, que no me callaba ni debajo del agua. Lo peor es que sólo recuerdo retazos de algunas conversaciones y me temo que di la brasa a más de un@. Y como colofón de la noche… ¡¡¡Síiiiiii!!! Volví al Antro Verde tras mes y medio de destierro. Ya dentro perdí la cuenta de las copas. Sólo sé que entré con un billete de cincuenta euros y salí con una moneda de dos. Y también sé que a más de una copa me invitaron… Lo curioso de la noche es que se me debía notar lo feliz que estaba porque notaba cómo las miradas se clavaban en mí cada dos por tres. De hecho hubo un momento en que saqué un cigarro, me lo puse en los labios y como no encontraba el mechero me pusieron delante dos cigarros encendidos y un mechero para que me lo pudiera encender. Todo ello ante la mirada atónita de Sari que me preguntaba: “¿A ti qué te pasa hoy?”. Nada, chica, que esa noche muchas salieron sin lentillas y no me veían bien… ;-p Esta vez la resaca ha durado dos días… Si es que ya estoy mayor… |
bueno bueno bueno. primero he de decir que todo estuvo muy bien pero las fotos que se hicieron desde las gradas fueron... este... ejem... cómo lo digo: PÉSIMAS. estaban todas movidas!!!!! cabroncetes. tu abuela mola mil puñaos y por supuesto yo estuve genial (es que mi abuela no estaba presente). tú también pero claro, estaba allí tu abuela para decírtelo (que lo dijo, que lo dijo). besos besos besossssss