¿Qué diferencia hay entre una adicta al trabajo y una pseudointelectual semiociosa? La primera se pasa la vida encerrada en una oficina, come sandwiches de máquina, no tiene vida social, sale de trabajar pasada la medianoche sea lunes, sábado o festivo pero asegura pasarlo bien y sentirse respetada y valorada aunque no pueda disfrutar del dinero que se acumula en su cuenta corriente mes a mes. La segunda probablemente viva endeudada pero es independiente, pasa largas temporadas encerrada en casa fraguando su último atropello contra el arte y el buen gusto y cuando lo hace público se lanza a la calle reactivando a mil por hora la vida social que había dejado aparcada durante la etapa de gestación creativa. Va a galas y fiestas, se deja caer por cafeterías chic y tabernas de tapeo, asiste a eventos culturales con la lengua bien afilada y su "hiriente sarcasmo" presto a aflorar a sus labios a la mínima de cambio. En realidad también está trabajando, aunque no lo parezca porque se lo pasa bien de verdad...
Cómo se me va la olla últimamente... Es lo que tiene cruzarse con tantos extraños seres...
Hace un año pasé Halloween preparando la fiesta en el salón de MP. Me disfracé de monja y acabé roncando en un sofá hasta que fue de día. Y luego comenzó noviembre. Como anoche.
Desde hace muchos años (casi diez ya) noviembre es para mí sinónimo de cine. Desde que yo formaba parte del Festival de cine gay hasta ahora que me paseo por él mostrando mi acreditación de prensa. Me niego rotundamente a pagar dinero por ver películas proyectadas en vídeo y que, probablemente, ni me gusten o pueda bajármelas de Internet. Y me niego rotundamente a aportar ni un céntimo a las arcas de una organización en la que dejé de confiar hace mucho tiempo. Eso sí, disfruto enormemente dejándome ver por personas a las que sé que no caigo bien. Una que se ha vuelto muy tocapelotas con el tiempo... Qué se le va a hacer.
Anoche algunas blogueras et moi asistimos a la gala de inauguración del susodicho festival. La película con la que se abría era Say Uncle, dirigida, producida y protagonizada por Peter Paige, el televisivo Emmet Honeycutt de Queer as folk. Me llamaba la atención porque el muchacho me cae bastante bien. Aunque resultó un poco floja. Ya veremos qué nos depara el resto de la programación. De entrada resulta relevante la gran cantidad de obras de temática lésbica, algunas de ellas precedidas de cierta expectación gracias a diversos foros de Internet. Pero ya daré un repaso cuando acabe el festival...
Luego todos en manada acudimos a la discoteca Ananda a la fiesta oficial donde se produjo una curiosa y divertida mezcla humana. Por un lado, gays y lesbianas pululando por un entorno tan poco habitual y por otro una enorme muchachada de heteritos y heteritas disfrazados por Jalogüin. Todos juntos (que no revueltos) y servidora miraba la escena entre curiosa y divertida comentando las jugadas con quien pillara cerca. Porque esa es otra. Ayer, no sé muy bien por qué, andaba espídica perdida (sólo me tomé un Red Bull antes de salir pero debe ser que al reducir el consumo de cafeína a cero ahora cualquier cosa me pone como una moto). No podía dejar de hablar. Y lo peor es que yo soy de las que pretendo tener conversaciones profundas y trascendentales mientras suena a todo volumen el dichoso y ubicuo Umbrella de Rihanna. La verdad es que no sé cómo consigo articular un discurso medianamente coherente en esas circunstancias ambientales.
Aunque el plan inicial era acabar la noche en Medea, como nos apalancamos en los sofás de Ananda, a las tres y media de la mañana lo único que nos apetecía era irnos a planchar la oreja. Y así lo hicimos, taxi mediante of course, hasta llegar cada una a nuestro hogar. Obvia decir que nada más llegar me senté al ordenador y tardé un buen rato en hacer efectiva mi intención...
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No a todas nos apetecía planchar la oreja viejas! que sois unas viejas!!! Ak ak ak!