Pues sí, eso es lo que soy. Supongo que será una de mis vocaciones ocultas. Hoy, cuando he salido del metro, me he ido directa al súper a hacer algo de compra. Y tras un café para espabilarme después de esas horas extras que últimamente me salen por las orejas (y que espero que se noten en la nómina del mes que viene) me he pasado la tarde cocinando para dejarme hecha la comida de casi toda la semana. Y la cena de esta noche, of course.
Pero eso no es lo peor. Lo peor es que no hago más que planificar una gran limpieza general en el piso para quitar de una vez por todas la mierda acumulada de los últimos lustros y que nunca he quitado mientras compartía piso porque, al fin y al cabo, para que el guarro de turno se pasara la limpieza por el escroto, ¿pa qué?
Y así ando. Y mira que nunca me he considerado una persona casera ni hogareña sino todo lo contrario, una persona de las que les gusta la calle y la juerga más que a un tonto un chupe. Sin embargo será por la edad o por el cansancio vital pero ahora me apetece quedarme en casa la mayor parte del tiempo...
¡¡¡Socorro!!! ¡¡¡Que alguien me ayude!!! ¡¡¡Yo no quiero ser una maruja!!!!
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Lo que te pasa es que tras la bomba de la salida de las ratas viene la calma, en tu hogar reencontrado para disfrutar, solita, la mar de agusto, y claro, sale el ama de casa que todos llevamos dentro.
Ale, a arreglar y limpiar tu casita...