Al final no he podido evitarlo y me he acabado hoy El lustre de la perla. Y he tenido que hacer grandes esfuerzos por no cerrar el libro y acto seguido ponerme la miniserie. Tenia tiempo para verla pero también tenía otras cosas que hacer (y como me estoy volviendo una chica responsable, he hecho lo que debía y no lo que me apetecía). Así que lo he dejado para mañana por la noche, cuando pueda relajarme sabiendo que no tengo que madrugar al día siguiente.
No voy a hacer una crítica de la novela porque a estas horas de la noche no tengo la cabeza lo suficientemente lúcida (si es que la tengo en algún momento del día) pero me ha recordado el eterno dilema que llevo años escuchando: ¿Existe realmente una literatura gay? Y, de existir, ¿sería tan legítima como esa supuesta gran Literatura? ¿Es menos válida una novela con protagonistas homosexuales que una con protagonistas heterosexuales, ergo universales? ¿Por qué todos leemos esa supuesta gran Literatura pero sólo los raritos leemos literatura gay? ¿Qué piensan los heterosexuales que van a encontrar en un libro de temática? ¿Por qué creen que no tiene nada que les interese, nada que enseñarles, nada que pueda, siquiera, entretenerles? ¿Por qué un libro de Paul Auster es una novela y uno de David Leavitt es una novela gay? ¿Por qué nos empeñamos en ponerle etiquetas a lo que de inclasificable tiene la vida?
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A mi ese libro me lo recomendó una gran amiga bloguera que llamó a su blog igual que el libro, lo compré no hace mucho en Madrid pero lo tengo pendiente, con lo que no puedo opinar, espero que cuentes la tuya.Bs