Una vez desaparecidas Las Ratas toca hacer balance del estado en el que han dejado las habitaciones. A continuación muestras de lo liiiiiiimpia que era Psicóloga y lo que GayArdón entiende por remodelar.
Habitación de Psicóloga. Paredes color verde pistacho. A mí el color ni me gusta ni me disgusta pero dormir allí debe acabar poniendo de los nervios. ¿Esta chica no ha oído hablar que las habitaciones se tienen que pintar en tonos suaves? Parecer ser que no. Al menos ella sólo tardó cinco días en pintar.
Sólo cinco días pero no se le ocurrió poner un plástiquito en las sillas para evitar mancharlas, claro. Parece mentira, con lo curiosona que es ella...
Tan, tan curiosa que desde mediados de septiembre no ha tenido tiempo de quitar la cinta de carrocero que puso entre la pared y el techo. Ya escuché en un capítulo de CSI (que saben mucho más de psicología de lo que esta muchacha debió aprender en la facultad) que sólo vemos lo que está a la altura de los ojos. Y Psicóloga no debía mirar nunca para arriba. Y digo yo, con lo que follaba, en algún momento miraría hacia el techo, ¿no?
Sin duda esta es mi favorita. Allá por octubre les instalaron una línea telefónica para poner Internet. La roseta la pusieron en el cuarto de GayArdón (que está al lado) y les hicieron un taladro para pasar un cable de red desde el modem hasta el ordenador de Psicóloga. Pues desde entonces, su agitada vida sexual, social, laboral y virtual le impidió limpiar el polvo de ladrillo y yeso. No, mejor dejarlo ahí para que la pelusa y la mierda variada se fuera acumulando hasta coger solera.
Admito que, en sus inicios, esta mancha fue producto de Chuchín. Alguna de las veces en que ella se dejó la puerta abierta (pese a mi recomendación de que la cerrase) el jodío bicho le quiso recordar su presencia marcando el territorio. Teniendo en cuenta que Chuchín ha estado desde primeros de diciembre hasta que se fueron sin salir de mi cuarto (sólo salía para bajar a la calle) esta mancha demuestra que Chuchín es un puñetero pero que ella es una guarra de tres pares de narices.
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Pasemos a la habitación de GayArdón. Y recordemos que el muchacho se tiró mes y medio para pintar un cuarto de seis metros cuadrados. Que lo pintó una y otra vez porque no le acababan de gustar los colores. Sí, LOS COLORES en plural. Aquí tenéis la habitación tricolor.
Sí, como lo veis. Verde pistacho, naranja y amarillo. Dos paredes en ángulo recto en verde pistacho, otras dos en naranja y el techo amarillo. Con semejante agresión visual al hemisferio derecho, ¿cómo no iba a estar lo suficiente desquiciado para mostrarse agresivo?
El chico que llevaba diez años trabajando en limpieza, el que había hecho cursillos de pintura, carpinteria y bla, bla, bla, el qué se enorgullecía de ser hipermegalimpio y cuidadoso considera que esto es un trabajo bien acabado...
Pero requetebien acabado, oyes...
Que sí, que sí, mes y medio para esto...
Vamos, que ya me estoy arrepintiendo de no haber aceptado su proposición de que pintara el resto de la casa. Con esos colores tan discretos me hubiera sacado una pasta alquilándosela a Almodóvar para futuros rodajes. Además, quién sino él me iba a dejar esos acabados tan cuidadosos...
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Esta casa es una ruina!!! Dónde se supone que voy a dormir yo cuando me acojas?? Tengo miedoooo...