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Derecho a equivocarse
martes, 13 de marzo de 2007

Hace ya casi una década cayó en mis manos un libro de una, todavía por entonces, desconocida Lucía Etxebarría. El libro era Beatriz y los cuerpos celestes y quizá por el momento en el que me pilló o quizá porque tenía más o menos la misma edad que la protagonista en la mayor parte de la narración o quizá, lo más seguro, porque me sentía identificada con lo que contaba casi por completo, fue un libro que me caló hondo. Un libro que me he releído todos los años al menos una vez y que, pese a todo, me sigue gustando (cosa que no puedo decir de las siguientes obras de esta autora).

A consecuencia de habérmelo leído tantas veces hay pasajes que a menudo me vienen a la memoria, como este: Nunca he tenido derecho a las preguntas, ni a las respuestas ni a las explicaciones de ningún tipo. Ralph me pilló preparada, acostumbrada a acatar las decisiones ajenas sin discutirlas ni cuestionarlas, a dar por buenos comportamientos absurdos sin preguntar, sin exigir, sin reclamar, a creerme que yo no merecía ser querida, ni respetada, ni aceptada.

Cuando leí este párrafo sentí que podría haberlo escrito yo (junto con otro buen puñado de los que había a lo largo de la novela) porque eso era exactamente lo que yo sentía, que yo nunca tenía derecho a nada. Aunque pensé que bien podía albergar ese sentimiento por estar todavía asistiendo a los últimos coletazos de mi adolescencia, esa fantástica época en la que sentirse incomprendida es el pan nuestro de cada día. Pero no. El paso de los años me ha ido dando bofetada tras bofetada y el sentimiento es el mismo. Que yo no tengo derecho a preguntas, ni a explicaciones, que a mí no se me permiten comportamientos que en los demás pasan por normales y cotidianos, que un mismo hecho puede ser respetable y comprensible en otra persona pero intolerable en mí.

Muchas veces me he preguntado qué diferencia hay entre las personas para que ante unas mismas circunstancias unos salgan inmunes y a otros se les critique sin piedad. A simple vista puede parecer que ninguna pero por fuerza tiene que haberla para que haya gente que no sufra las consecuencias que otros sí sufren. Pero es algo que me intriga. Es como lo de mis ex compañeros de piso. Mi madre, cuando estuvo aquí, me decía que les tenía que haber dicho esto o aquello. Y yo le decía que se lo había dicho, a menudo incluso empleando las mismas palabras. Y mi madre tampoco les dijo nada que no les hubiera dicho yo antes. Pero los resultados fueron distintos con una que con otra. O, por ejemplo, siempre me he preguntado por qué hay gente con tanta facilidad para enfadarse, montar un pollo y que todo el mundo a su alrededor lo pase por alto pero luego, si yo me mosqueo o me atrevo a discrepar de la opinión general, se pone el grito en el cielo y me echan a los perros…

Son tantos ejemplos a lo largo de los años que podría empezar y no acabar. Pero el problema es que estoy ya harta. Estoy harta del doble rasero, de la ley del embudo (pa’ ti lo ancho y pa’ mí lo agudo) y de la hipocresía. De que unos tengan más derechos que otros. De que si unos se rayan por lo que sea, estén en todo su derecho pero que si lo hago yo es que estoy sacando las cosas de quicio. Estoy cansada de tener que andar justificándome y dando explicaciones cuando a mí nadie me las da. Estoy cansada de salir siempre perdiendo.

En la vida sólo tengo dos máximas: Vive y deja vivir y No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti pero ya estoy empezando a ver que no sirven absolutamente para nada…

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 20:40:00  
7 Berrido(s):
  • El 13 marzo, 2007 22:11, Blogger Perversa berreó…

    El otro día, desayunando con una compañera de trabajo y hablando sobre las relaciones de pareja dijo algo que se me quedó grabado: lo que hagas el primer día, eso ya se queda pa ti pa siempre, es inevitable. Creo que se puede extrapolar a cualquier tipo de relación. Tienes a la gente acostumbrada a un determinado comportamiento y en cuanto te canteas un poquito... se nota. Un besito niña

     
  • El 14 marzo, 2007 09:53, Anonymous Anónimo berreó…

    Exacto perversa...acostumbramos mal a los que nos rodean, en el momento que kieres cambiar un poco el rumbo... ya no se puede, pero es todo tipo de relacion (personales y laborales). De todos modos Arriera, esas maximas existen, aunque nunca se cumplen.

     
  • El 14 marzo, 2007 11:03, Blogger Pau berreó…

    Madre mía, te entiendo perfectamente. A mí me pasa lo mismo y, por tanto, me he preguntado lo mismo que tú muchas veces. Estoy de acuerdo con los dos comentarios anteriores en que la clave esta en la costumbre: cuando acostumras a una persona a una cosa ya no vale que hagas nada más. Si Arrierita nunca se enfada no tiene derecho a enfadarse de vez en cuando porque no es lo normal. Así que la solución es mentalizar a la gente de alrededor de que eso no es así. Pero claro, es difícil y a veces de lo que uno tiene ganas es de mandar a los demás a la mierda y de tirarles en embudo de los cojones a la cabeza, jeje. Besos.

     
  • El 14 marzo, 2007 12:57, Anonymous Anónimo berreó…

    Nada, hija, que algunas no imponemos autoridad por más que no empeñemos, que es como si tuviéramos escrito en la cara "tómame el pelo". Respira hoooondoooo...
    ... Y ven a verme...

     
  • El 14 marzo, 2007 13:18, Blogger LinceMiope berreó…

    Yo casi mejor no digo na, pq si empezara a compararme y a ver los diferentes raseros... Le daría la patada a más de dos. No creo que sea bueno que el que empiece a comparar sea uno mismo. No seré victima mientras mi actitud no sea victimista, o eso intento.
    Y yo sí que te entiendo, pero no te comprendo, perri!!
    Besossss

     
  • El 14 marzo, 2007 21:35, Blogger Jose Antonio Vallejo Serrano berreó…

    Ais! La gente hace daño siempre de manera gratuita... pero sabes qué? Que yo prefiero seguir las premisas, porque siempre duermo a pierna suelta (ayudado por el gelocatil)

     
  • El 15 marzo, 2007 10:04, Anonymous Anónimo berreó…

    Es muy profunda la reflexión que haces, y muy cierta, muchas veces pienso algo parecido. ¿por qué a un@s se les permite todo y para otr@s nada es admisible?. Respecto al libro a mi me amrcó muchísimo, creo incluso que creó una crisis personal dentro de mi. De su autora hay otro que si em gsutó "De todo lo visible y lo invisible".

     
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Me llaman:Arrierita
Vivo en: Madrid, Spain
Y digo yo...: Acercándome peligrosamente a los treinta he desistido de encontrar a alguien en sus cabales. Me aburre que me digan lo maja que soy y lo mucho que merezco la pena personas que después salen corriendo como si se hubieran dejado la comida en el fuego. Me aburre la gente que va de legal por la vida pero nunca es consecuente con sus actos. Me aburre salir a la calle y cruzarme con tanta gente a la que no quiero saludar. De lo que no me aburro nunca es de tener a mi lado a tantas personas que me hacen sonreír cada día. A todos los demás... ¡Arrieritos somos... y en el camino nos encontraremos!
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