Eso es lo que tengo a partir de hoy en mi piso. Y será el noveno ya. A lo tonto, a lo tonto, esta va a ser la casa en la que más tiempo he permanecido. Quizá sea lo único que ha habido estable en mi vida, pese a las mareas y marejadas en forma de compañeros de piso e insoportables de todas las calañas. Mi casa y, para ser más concreta, mi habitación, han sido mi refugio en los peores momentos. Nunca me ha costado estar sola. Nunca me ha asustado. Supongo que por muy sociable que pueda resultar de cara a los demás, la soledad es mi estado natural, en el que mejor me desenvuelvo. Sobre todo cuando es una soledad que ha sido elegida por mí. Aunque la otra, la forzada y forzosa, también la he probado en muchas ocasiones. Porque el que me dejen sola también ha sido otra de las constantes en mi vida... Pero una se acostumbra a todo.
El casero ha intentado subirme más de lo que yo esperaba. Pero le explicado mis nuevas circunstancias y, aunque a regañadientes, ha aceptado. Al menos durante este año...
Al final me veo emparejándome para seguir viviendo aquí...
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huy, la posibilidad de emparejamiento ha aparecido en este blog...
me gusta :-)
kss