Yo tenía pensado ver otra película pero mi caprichoso dvd a veces decide por mí. A la media hora de haber empezado se ha comenzado a atascar sin remedio. La he parado y he echado un vistazo a las otras películas que había en el disco. Y me he decidido por Brokeback Mountain. Hacía mucho que tenía ganas de volver a verla. La primera vez fue en el cine (una de las últimas veces que recuerdo haber ido al cine, la verdad) y sé que me gustó. Pero esta vez me ha gustado mucho más. Será porque es de esas películas que necesitan más de un visionado para que calen.
Y por segunda vez he sido incapaz de ver en ella una historia de vaqueros gays (en el marco temporal en que se encuadra la palabra gay no tiene cabida, en todo caso homosexual) pero incluso he sido incapaz de ver nada que no fuera una historia de amor agónico, magnificado por las circunstancias, dilatado en el tiempo cuando quizá se debió de tomar una decisión al principio: o estar juntos frente a todo o dejarse para siempre.
Todas las parejas tienen su Brokeback Mountain particular. Puede ser el lugar donde nació su historia o un lugar al que viajaron que marcó significativamente su relación. Es el referente común, lo que nos une a esa otra persona, ese lugar que nunca podremos recordar sin la connotación que nos vincula irremisiblemente a él. Es bonito pero en el fondo es como agarrarse a un fantasma para no caer por un precipicio. Porque las relaciones no sólo se construyen en torno a los recuerdos compartidos sino que se deberían sustentar en el día a día, en el presente, en lo que va creciendo con el tiempo. Y yo, que soy melodramática por naturaleza, pese a lo mucho que me pueda gustar ver en la ficción esos amores torturados, esos amores que nunca se rompen porque hay un vinculo indestructible entre las personas implicadas, sé por experiencia que eso no debería trasladarse a la vida real. Porque agarrarse al recuerdo lo magnifica e impide ver lo que se tiene delante. Y por muy nostálgica que pueda ser (que lo soy y mucho) sólo me gusta mirar al pasado con atención cuando estoy sola. Porque mis recuerdos son míos y no necesito compartirlos con nadie. Y porque sola me resulta más fácil volver a la realidad y no dejarme llevar por ellos. Y yo no quiero ser como Ennis del Mar. Yo no me quiero quedar anclada a un fantasma y acabar mis días sola recordando aquel amor que fue y no pudo ser.
Ya lo decía Sabina en una canción que popularizó Ana Belén: Al lugar en el que has sido feliz no debieras tratar de volver. Quizá yo en eso tengo suerte, el lugar en el que he sido feliz es el mismo lugar en el que vivo.
P.D.: Por supuesto, la película tiene una lectura más profunda pero entonces ya me saldría uno de esos post hiperextralargos y ya se hace algo tarde... ;-p
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