La verdad es que no sé muy bien cómo contar todo lo sucedido en los últimos siete días porque, en realidad, lo que de verdad importa ha ocurrido por un lado a un nivel interno mío y por otro han ocurrido cosas en el plano personal que no vienen muy a cuento… Así que lo tengo difícil. Pero se intentará. El miércoles era el inicio oficial de las fiestas. Yo quería ver y grabar el concierto de Pastora por razones secretas de momento, por lo que secuestré a MariPili, que estaba con un nutrido grupo de blogueras en la puerta del Nike, para que su cámara de vídeo inmortalizara la actuación. Durante la misma la casualidad quiso adelantar un encuentro que estaba previsto para dos días más tarde. Es lo que tiene la casualidad, que hace lo que le apetece. Aunque, en general, fue una tarde de encuentros por todas partes porque todo dios decidió darse una vuelta por Chueca. Yo llegué a asustarme de la cantidad de gente que vi siendo como era un día entre semana que, aún en fiesta, nunca había tenido esa afluencia de público. Pero fui buena, sólo bebí agua y a las once emprendí camino hasta casa con lo que sólo permanecí tres horitas en el ojo del huracán. El jueves volví a salir. Esta vez quedé más tarde y me fui más tarde. Estuve en Vázquez de Mella, me regalaron unas chapas y empecé a alcoholizarme con un mini de cerveza comprado y luego con uno sustraído (el camarero lo sirvió por equivocación y luego lo dejó olvidado en una esquina de la barra). Me abrí paso entre el gentío y devoré un par de kebabs y luego me alcoholicé un poco más con más minis de cerveza hasta la una y pico, momento en que Coquí y Sari se ofrecieron amablemente a acercarme a casa con el coche (y no, no diré qué ocurrió al arrancar, Coquí… jejeje). El viernes era día de reencuentros blogueros en general y polinénicos en particular pero decidimos pasar de Chueca y gastar la noche en Lavapiés. Cuatro blogueros y cuatro blogueras y, más tarde, una no-bloguera. Más kebabs (mi comida oficial del Europride) y a La Lupe para acabar en Medea con un ataque súbito de narcolepsia. Estaba taaaaan cansada que no podía tenerme en pie. Y en Medea hay unos sofás que, en circunstancias como esa, te parecen la hostia de cómodos y te llaman como cantos de sirena. Me senté en uno. En el que está en el rincón de la cabina del DJ. Y me fui recostando poco a poco. Y me quedé dormida. Al rato mi amiga S., salida de la nada, me despierta preguntándome si estoy bien. Yo sólo acerté a balbucear Sí, estoy bien, sólo tengo mucho sueño. Me volví a quedar dormida un rato más. Y cuando por fin me levanté del sofá me encontré repentinamente descansada. Misterios de la noche. Llegamos a casa a las siete y pico de la mañana del sábado sabiendo que disponíamos de muy poco tiempo para descansar. A las dos teníamos que estar en casa de MariPili para la multitudinaria comida que se había organizado (dieciocho personas nada menos) y la tarde que nos esperaba iba a ser de aupa…
Algunas de las decenas de miles de personas... ¡Bah! Los cuatro gatos de siempre...
Cuando bajamos a la calle la gente formaba auténticas riadas que se dirigían a Gran Vía como si fueran a acudir a una procesión. Riadas y riadas de personas. A consecuencia del cansancio acumulado y de los sentimientos encontrados que me produce la manifestación se me fue cambiando el humor. Nuestro grupo se fue disgregando, unos se quedaron por Gran Vía y otros pocos nos fuimos para Cibeles. Desde allí vimos toda la manifestación (y cuando digo toda es que fue TODA). La penúltima carroza, la de Fangoria (porque logré atisbar la que creo que era la última, un autobús con publicidad de Motorola) hizo efecto escoba y arrastró a la gente detrás suyo hasta que en Cibeles, de repente, se pararon y comenzaron a cantar. Quizá ese fue el momento en que me animé un poco más. Dos canciones de Fangoria y dos de Nancys Rubias después y a la altura de Gran Vía con Alcalá decidimos que cinco horas de manifestación habían sido bastantes y emprendimos de nuevo camino hacia la casa de MariPili para recluirnos en ella mientras la marabunta humana abarrotaba las calles de Chueca.
Google también aprovechó para salir del armario...
Ya allí, en un entorno mucho más habitable que las calles del barrio marica, me dediqué en cuerpo y alma a mi querido Ballantine’s, a mi querido Pepe y a unos cigarrillos de la risa que por allí circulaban mientras el resto de blogueras se entretenían comentando los vídeos musicales que se proyectaban en el salón (todos ellos protagonizados por féminas de renombre y por las que las bollos tenemos especial querencia). Y esa fue mi perdición porque por segundo día consecutivo me quedé dormida en un sofá (para más señas, en el mismo sofá en el que me quedé dormida en otra fiesta ya lejana). Desperté a las nueve de la mañana. El salón estaba a oscuras. Vislumbré al Ave durmiendo en el otro sofá. Decidiendo que sería mejor seguir durmiendo en mi propia cama, me levanté con la cabeza a punto de estallar y salí del piso. Cuando bajé a la calle y según me acercaba a la plaza de Chueca pude comprobar que para algunos la fiesta aún no había acabado y que muchos de ellos portaban minis ¡enteros! a las nueve de la mañana. Compré la prensa antes de entrar al metro y en el trayecto fui leyendo que decenas y decenas de miles de personas (esto, en mi pueblo, se refiere a un número comprendido entre 19.9999 y 99.999) se habían manifestado el día anterior por el centro de Madrid. Putos MCM… Eso sí, la entrevista a La Terremoto de Alcorcón en la contraportada de El País no tiene desperdicio.
Banderas, sol y agua... y decenas de miles de personas. Je.
El domingo transcurrió tranquilo y con el desasosegador sentimiento de que lo bueno llegaba a su fin. Comimos. Pasamos la tarde. Bautizamos al Polinene. Cenamos. Vimos una peli. Y a las tres de la mañana decidimos que era el momento de dormir (poco, la verdad) antes de que empezaran las despedidas. Pasaron muchas cosas más, por supuesto. Y sentí muchas cosas. Y me comí la cabeza con otras. Y reflexioné. Y reí. Y me puse triste también. Pero eso pertenece a la vida real del alter ego de Arrierita…
La plaza de Chueca a las 9.00 AM. La verdad es que ya estaba bastante limpita
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Es un hecho contrastado. Tienes un problema con los sillones, tía.
PD: los de blogger se flipan. letras de verificación: zshsgkfh... podían hacerme escribir si eso el abecedario al revés XD