Los habituales de este blog y, sobre todo, aquell@s que me conocen ya saben que cuando me da por algo soy como ese refrán que dice: Cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba y el tonto sigue. Para entendernos, que cuando me da por algo hasta que no me canso, me aburro o encuentro otro pasatiempo no paro. Digo esto porque ahora ando interesada en algo en particular. Y lo que más curioso me resulta es que si alguien me preguntara si me gusta la ciencia-ficción contestaría que no sin pensármelo demasiado. No, a mí me gustan más los dramas, lo sociológico, el realismo urbano… Sin embargo, si me pongo a pensar descubro que desde siempre me ha gustado la ciencia-ficción, lo paranormal, lo tecnológico y lo geek. Desde E.T. y la saga de La guerra de las Galaxias en mi más tierna infancia (aunque, permítanme el sacrilegio, yo era más de los Ewoks) pasando por Blade Runner y las numerosas adaptaciones de relatos de Philip K. Dick hasta llegar a la trilogía de Matrix y el neocyberpunk. Por lo tanto debo admitir que sí, me gusta la ciencia-ficción. Aunque debería matizar: me gusta la ciencia-ficción apocalíptica y sombría, la historia-ficción que presenta sociedades alternativas. Puede que no haya leído (y confieso que tampoco me interesa demasiado) a Asimov o la mítica saga de Dune pero he leído varias veces 1984, Un mundo feliz o los relatos del citado Philip K. Dick. Y me suelen llamar mucho la atención historias de ese tipo. Hace unos días vi por fin la tercera versión del clásico de Richard Matheson, Soy leyenda. La verdad es que no esperaba gran cosa tras haber leído las críticas que había recibido pero, lo admito, Will Smith siempre me ha caído estupendamente pese a su imagen de chuleta así que me armé con una tarrina de helado Ben&Jerry y me dispuse a verla. Lejos de ser un peliculón (y podría haberlo sido, que conste) no me decepcionó. Es más, la primera hora de metraje me pareció bastante digna obviando ciertas licencias que se toman (¿tres años después de que la humanidad se extinga sigue habiendo agua corriente y energía eléctrica) Amos, anda…). Recordemos que uno de los muchos pensamientos del imaginario colectivo es: ¿qué harías si fueras el último habitante de la tierra? Estoy segura de que todos y todas hemos fantaseado a ese respecto: campar por la ciudad a tus anchas, entrar en los comercios y coger lo que se te antoje, ver películas en cualquier cine con la sala toda para ti… Todo eso se puede ver en la película. Sin embargo, Robert Neville, ya no está descontrolado entrando aquí y allá sino que ha organizado una rutina milimétricamente estudiada para no volverse loco ante la soledad de verse condenado a ser el último vestigio de la humanidad tal y como la conoció. No voy a entrar en la resolución del film ni en las segundas y terceras lecturas que se pueden hacer de él. Me gustó y me sirvió de acicate para querer ir más allá. Conseguí la novela original (creo que no hace falta decir cómo) y me la leí en una mañana. Me gustó aún más y me alentó a conseguir las otras dos versiones cinematográficas anteriores: El último hombre sobre la tierra (Last man on earth) de 1964 y con Vincent Price como protagonista y El último hombre vivo (The omega man) de 1971 y con Charlton Heston en el papel de Robert Neville. Aún estoy en pleno proceso de descarga así que todavía no puedo opinar sobre ellas. Pero, de nuevo, Internet es lo que tiene, una cosa te lleva a la otra y navegando encontré una nueva película, basada a su vez en otra novela, en la misma línea: Cuando el destino nos alcance (Soylent Green) de 1974 y protagonizada también por Heston (que me cae bastante mal, todo hay que decirlo). La novela en la que está basada es ¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio! (Make room! Make room!) de Harry Harrison, que también he conseguido pero que, al ser más extensa que la de Matheson, aún no he conseguido leerme y que todavía no sé si lo haré antes o después de ver la correspondiente película. ¿Y por qué cuento todo esto? Pues primero para darme cuenta de mis propias contradicciones cuando niego que me gusta la ciencia-ficción y en realidad me encanta, segundo para animaros a que leáis y/o veáis los libros y/o las películas que he nombrado y tercero para que, por favor, por favor, por favor, me recomendéis obras de ese estilo, que hay que aprovechar que ahora estoy ociosa y tengo tiempo libre. ;-p |
Por recomendar alguno...
El juego de Ender, de Orson Scott Card
Pórtico, de Frederik Pohl