A veces pienso que alguna de esas personas a las que tan mal caigo y que tanto me odian (y no lo digo en broma, que las consecuencias de las lindezas que deben haber dicho sobre mí se pueden incluso encontrar en la red) me echó un mal de ojo en algún momento del pasado porque no es normal que se me acumule todo lo malo y que por cada pequeño destello de tranquilidad (que no felicidad) le sucedan una serie de catastróficas desdichas (aunque en mi caso sean en La Elipa y no en Lemony Snicket). Hoy, después de más de dos meses buscando y más de doscientos currículums enviados he comenzado a trabajar con un contrato de... quince días. Pero bueno, sigo haciendo entrevistas (dos nada más de salir hoy de currar; así que ahora, entre lo poco que dormí anoche y lo mucho que me he meneado hoy, me duelen hasta las pestañas) y me ofrecen cosas bastante interesantes —¡en incluso con sueldos medianamente dignos!—, aunque después de todo lo que he visto durante las últimas semanas no me fío ni de la sombra de las ratas que puedan pulular por las oficinas que visito... Aunque la cosa no acaba ahí. Ayer, cuando mi ánimo no podía ser más deplorable y la autocompasión me seducía rodeándome el cuello amorosamente, Gabachín tocó a mi puerta para comunicarme que... se va del piso. Menos mal que tengo una estupenda cara de poker que he ido perfeccionando con los años porque en ese mismo momento, en mi interior, había una pequeña Arrierita gritando y soltando improperios contra el mundo. La razón de su marcha es que le han contratado en la empresa en la que estaba de becario, su permanencia en España es definitiva y se quiere ir a vivir con su novia (cosa que estaba más que clara porque últimamente la susodicha pasa más tiempo aquí que en su ciudad natal). Siempre pasa lo mismo. Para un compañero medio normal que encuentro y con quien no tengo problemas, se pira en poco tiempo... Cuando cerré la puerta de mi habitación no sabía si cortarme las venas, dejármelas largas o hacerles la permanente. Qué dilema, oigan. Así que por si no tuviera poco con la búsqueda de empleo, ahora me toca pasarme el mes de agosto recibiendo frikis en busca del menos peligroso para compartir gastos. De verdad, que no gano para sustos... ¿Algún día tendré algo bueno que contar? En fin, vida esta... |
Bueno, niña, es que estoy es así. De todas formas, yo opino que las venas debes dejártelas largas y hacerles más adelante la permanente. Mucho más práctico ahora en verano.
Besossssssss