He escrito muchas cartas en mi vida. En su inmensa mayoría a ex novi@s o ex amig@s. Y es que por mucho que me guste hablar para decir algunas cosas necesito pensarlas y escribirlas. Porque me manejo mucho mejor por escrito. Es algo que no puedo remediar. La única forma en la que puedo estar segura de decir todo lo que pienso es escribiéndolo (e incluso así se me quedan cosas en el tintero).
Cada vez que escribo una, como suele ser en momentos en los que escribirlas puede suponer rebajarse o tragarse el orgullo, me digo a mí misma que va a ser la última vez que lo haga. Porque no sirve para nada. Porque el momento de desahogo me dura muy poco. Porque, por lo general, mis palabras no dejan huella en la otra persona.Pero creo que lo hago por otra razón aparte de la de decirle a alguien lo que pienso -para bien o para mal- de su persona. Lo hago para explicarme a mí misma. Para posicionarme. Para aclararme yo también. Quizá pensando que si lo veo escrito podré tomar algo de distancia y perspectiva y así poder tomar mejor mis decisiones.Siempre digo que no volveré a escribir una de esas cartas. Y siempre acabo escribiéndolas.
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No pienso que escribirla/s sea rebajarse o tragarse el orgullo y creo que, aunque sea por un instante, tus palabras sí dejan huella en el destinatario. Posiblemente nada cambie pero por lo menos tú te has desahogado y te has quitado esa espinita.
Un abrazo.