Últimamente me doy cuenta de que tengo demasiada memoria. Recuerdo demasiadas cosas, hago demasiadas asociaciones entre los recuerdos creando a su vez demasiadas connotaciones en mi cabeza. Del mismo modo, siempre he tenido una asombrosa facilidad para retener entre mis neuronas información absolutamente inútil. Esto es que puedo recitar de carrerilla el reparto entero de cualquier película o escuchar una canción en un bar y apuntar en un momento el título, el nombre del intérprete, el disco en el que estaba incluida, el año que se publicó y, si fue single, en qué orden de aparición lo hizo. De los libros quizá recuerde menos dado que al cabo del año puedo haber leído entre ciento cincuenta y doscientos pero sí sé cuáles he leído y cuáles no (aunque a veces me haya quedado en la Fnac con un ejemplar en la mano dudando si comprarlo o no porque no me acordaba de si lo tenía. Es decir, recordaba haberlo leído pero no si fue por compra mía o por algún tipo de prestamo -amistoso o bibliotecario-). La cuestión es que mi cabeza, al cabo de veintiocho años, se ha convertido en un enorme archivo, sin orden ni concierto, de información a menudo inservible.
Lo curioso es que no tengo la misma capacidad cuando se trata de memorizar algo que realmente me haga falta. La prueba está en que yo estudié letras puras y pese a que me apasiona la lengua, aprenderme las declinaciones de latín y griego se convirtió en una ardua tarea en la que fracasé estrepitosamente. No fui capaz. Igualmente, aunque me encantaría volver a estudiar, no lo hago porque sé que será inútil. Mi memoria no soporta que la obliguen, ella va cogiendo datos del aire, como por osmosis, y sólo coge lo que le apetece, sea el título de una canción, un momento feliz y todo lo que le rodea o algo que dice alguien sin darle mayor importancia.
Es posible que ese desarrollo de memoria se deba a algún tipo de deformación digamos que profesional. Es decir, mi subconsciente va engullendo la información del momento en el que vivo y a pesar de no considerarme especialmente observadora, en la práctica resulto serlo porque al tiempo que vivo la situación voy anotando mentalmente todo aquello que me llama la atención. Apunto tanto los datos materiales como los emocionales y aquellos que se toman un café conmigo pueden pensar a veces que no les estoy prestando atención o que miro demasiado a mi alrededor (esto también es un mecanismo de defensa: servidora ha coleccionado tantas ex que siempre está alerta por si aparecen cuando menos me lo espero) pero posiblemente meses después le pueda decir a alguien la ropa que llevaba puesta, en qué cafetería estábamos, qué tomamos y las cosas que dijimos con una precisión pasmosa.
Cuando estaba en el instituto, en una de las Ferias del Libro que organizábamos vino a darnos una conferencia el escritor José Luis Sampedro (qué poquito podía imaginar yo que años después yo también volvería a aquel recinto a hacer lo propio y ver cómo el temido y gruñón jefe de estudios me pedía que le firmara una de mis novelas con el mismo entusiasmo que una adolescente pidiéndole un autógrafo a Fran Perea). Una de las cosas que dijo y que a mí se me ha quedado grabado con el paso de los años fue la comparación que hacía entre los escritores y las vacas. Según él la vaca está en el prado pastando tranquilamente mientras mira a su alrededor con esos enormes ojos que tiene. La vaca rumia y rumia lo que ve con calma y sin prisas, lo rumia, lo traga y lo regurgita para seguir rumiándolo hasta que finalmente lo traga. Del mismo modo el escritor va observando lo que pasa a su alrededor, lo almacena en su mente, lo analiza, le da vueltas hasta que finalmente lo convierte en un relato escrito...
Pues sí, lo que me faltaba, como no parezco ya una vaquita de por sí, me tenía que parecer también en esto...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 21:36:00
Perdón por la magnitud del comentario, pero el párrafo es textual. Para méritos o desméritos dirigirse a "Sherlock Holmes":
“Considero que el cerebro de cada cual es como una pequeña pieza vacía que vamos amueblando con elementos de nuestra elección. Un necio echa mano de cuanto encuentra a su paso, de modo que el conocimiento que pudiera serle útil, o no encuentra cabida, o en el mejor de los casos, se halla tan revuelto con las demás cosas que resulta difícil dar con él. El operario hábil selecciona con sumo cuidado el contenido de ese vaso disponible que es su cabeza. Sólo de herramientas útiles se compondrá su arsenal, pero estas serán abundantes y estarán en perfecto estado. Constituye un grave error el suponer que las paredes de la pequeña habitación son elásticas o capaces de dilatarse indefinidamente. A partir de cierto punto, cada nuevo añadido desplaza necesariamente a otro que ya poseíamos. Resulta por tanto de inestimable importancia vigilar que los hechos inútiles no arrebaten los espacios útiles”.
Y yo que recuerdo que Concha Cuetos y Carlos Larrañaga antes de estar separados en Farmacia de Guardia, ya lo estaban en Verano Azul como padres de Desi. Impresionante.
pues yo de peque en el cole, cuando tenia examenes no queria que me hablara nadie por que pensaba que si no ocuparian mi memoria y no me enteraria de lo que estaba estudiando... en fin. un besito
Ja, ja... qué bueno lo de los padres de Desi :) ¡todos tenemos recuerdos de ese tipo!
Pues sí la memoria es selectiva, y si la llenamos de cosas intrascencentes, no dejamos cabida a otras más importantes, es como si tuviera x gigas de capacidad. Yo creo que yo guardo cosas tan inútiles que a veces me falla para cosas importantes, y me sorprendo al no recordarlo, porque realmente debería hacerlo. Así que es una suerte tener esa memoria, tengo una amiga que es igual y realmente me parece envidiable. La mía con los años se ha ido quedando sin reserva, ojalá se pudiera formatear!!
Vaya cachondo el ejemplo de la vaquita, hombre tiene su lógica, pero podía haber puesto un ejemplo un poco más poético! Besos!
Tengo una amiga que a eso le llama 'memoria no aplicable' es decir, que se acuerda de lo que a la memoria le da la gana. Yo en latín fui incapaz de aprenderme los verbos. Para selectividad entraban 30 textos que habíamos traducido en clase yo preferí aprendermelos todos de memoria (sintaxis y traducción) antes que aprenderme las formas verbales. Por cierto, ¿qué paso con Isabelita? jeje.
Creo que has dicho algo clave. Has hablado de atención. Yo soy una persona despistada... para lo que quiero. Como a ti, a mí también me pasa que memorizo datos en principio absurdos, inútiles, pero, en el fondo son datos curiosos, que te han llamado la atención, que te han hecho conectar neuronas. Un bst
Me llaman:Arrierita Vivo en: Madrid, Spain Y digo yo...: Acercándome peligrosamente a los treinta he desistido de encontrar a alguien en sus cabales. Me aburre que me digan lo maja que soy y lo mucho que merezco la pena personas que después salen corriendo como si se hubieran dejado la comida en el fuego. Me aburre la gente que va de legal por la vida pero nunca es consecuente con sus actos. Me aburre salir a la calle y cruzarme con tanta gente a la que no quiero saludar. De lo que no me aburro nunca es de tener a mi lado a tantas personas que me hacen sonreír cada día. A todos los demás... ¡Arrieritos somos... y en el camino nos encontraremos!
Perdón por la magnitud del comentario, pero el párrafo es textual.
Para méritos o desméritos dirigirse a "Sherlock Holmes":
“Considero que el cerebro de cada cual es como una pequeña pieza vacía que vamos amueblando con elementos de nuestra elección. Un necio echa mano de cuanto encuentra a su paso, de modo que el conocimiento que pudiera serle útil, o no encuentra cabida, o en el mejor de los casos, se halla tan revuelto con las demás cosas que resulta difícil dar con él. El operario hábil selecciona con sumo cuidado el contenido de ese vaso disponible que es su cabeza. Sólo de herramientas útiles se compondrá su arsenal, pero estas serán abundantes y estarán en perfecto estado. Constituye un grave error el suponer que las paredes de la pequeña habitación son elásticas o capaces de dilatarse indefinidamente. A partir de cierto punto, cada nuevo añadido desplaza necesariamente a otro que ya poseíamos. Resulta por tanto de inestimable importancia vigilar que los hechos inútiles no arrebaten los espacios útiles”.
Y yo que recuerdo que Concha Cuetos y Carlos Larrañaga antes de estar separados en Farmacia de Guardia, ya lo estaban en Verano Azul como padres de Desi. Impresionante.