Las semanas transcurren rápidamente. Me he quedado atrapada en una espiral sin sentido en la que todos los días se parecen entre sí y cuya única distinción es sí hay o no madrugón. Y lo peor es que pasan los días y yo no hago gran cosa. Mi casa es mi castillo pero en cuanto cae la tarde recojo los puentes levadizos y no entra ni sale nadie.
Cuando es lunes la perspectiva del fin de semana aún lejano te anima a hacer planes. Pero según se va acercando los planes se desinflan al mismo ritmo al que lo hace tu ánimo. Llevo todo el día declinando proposiciones para ir a Chueca, para ir a una de esas fiestas privadas en las que tu nombre tiene que estar en lista de puerta si quieres pasar, para ir al Retiro a hacer quedada perruna (¿no se suponía que las lesbianas éramos más de tener gato?)... Pero no. Creo que me voy a ayudar de la química y a meterme en la cama. Aunque aún no hayan dado las diez de la noche. Total, para lo que hay que hacer/ver/pensar...
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compartimos sensación de agobio ante un fin de semana vacío. un cálido abrazo solidario.