Tengo la sensación de llevar una semana entera de juerga. Y el hecho de que, en menos de de diez días, haya tres fines de semana o pseudo fines de semana con sus correspondientes alternativas para la juerga y el despiporre resulta agotador. Desde el concierto de Fangoria del miércoles pasado no he parado ni un momento. Más conciertos, teatro, salidas varias, un viaje, un concierto suspendido y muchas, muchísimas, calles pateadas junto con mucho, muchísimo, alcohol ingerido son el balance de la última semana. Y eso que yo pensaba descansar ya ayer. Volví de Segovia después de comer con la sana intención de tomarme un café (o una cervecita) con unas amigas para hablar de temas estrictamente profesionales. Es decir, yo contaba con un par de horas o tres de charla amena y luego largarme a mi casa con mi querido Chuchín a repantigarme en el sofá viendo alguna película. Lo que no esperaba era recorrerme los bares bebiéndome hasta el agua de los ceniceros, salir por patas al ver en plena Gran Vía a los antidisturbios cargando contra un grupo de malasañeros, desayunar -como no- en el sitio de siempre y llegar a casa a las ocho de la mañana con una considerable borrachera y la certeza -que ya me estaba rondando- de que si quería tranquilidad lo voy a tener complicado porque ya ha puesto rumbo a un lugar muy lejano. Como casi todas las veces en las que me acuesto tan tarde, no he podido dar rienda suelta a ese marmotismo ilustrado del que L’Avendetta fue testigo ayer. Apenas cuatro horas después de haber caído a plomo en la cama me he despertado sin ninguna posibilidad de volverme a dormir. Así que, tras hacer acopio de tabaco y cocacola en uno de mis chinos favoritos, me he dedicado a vegetar durante todo el día, bien delante de la tele, bien delante del ordenador. Y a pensar en todo lo que tengo que hacer de aquí al fin de semana. Y a darme cuenta de lo descomunal de mi resaca. Y a notar que tengo un raspón en el codo que no sé ni cómo me lo hice pero que me duele mogollón… Las noches de juerga es lo que tienen, que nunca sabes qué puede pasar… |
Beber por beber no sirve de nada, si se bebe que sea para olvidar... ¿me pones una copa?
K.
p.d.: yo tenía un día genial pero...