Últimamente viene siendo costumbre que todos los viernes una hora o media antes de salir, nos llamen "desde arriba" y nos obsequien con un bonito marrón con el que empezar el fin de semana de morros. Parece que están esperando que se acerque la hora de salida para mandarnos lo que bien nos podían haber mandado al principio de la jornada.
Así que hoy, con retraso, he quedado a comer. Al final nos hemos metido en el Pans&Company por mucho que mi amiga dijera un rato antes que no quería comer "guarrerías". Y estábamos ya acabando las cocacolas cuando he soltado una de mis habituales paridas mordaces e irónicas. Mi amiga ha soltado una carcajada tal que he visto que iba a ser de esas que no se pueden parar. Mi discurso se ha visto súbitamente interrumpido y yo me he quedado con cara de circunstancias, riéndome en algunos momentos a mi pesar. Han comenzado a pasar los minutos y las carcajadas no se extinguían sino que se intensificaban. He aprovechado para ir al baño y he vuelto de él sólo para comprobar que mi presencia volvía a reavivar la risa con energías renovadas...
Hacía mucho tiempo que no escuchaba una carcajada semejante... Y eso siempre es agradable de escuchar.
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