Decían que este verano habría olas de calor como nunca. Yo recordé que hace un año, también en el mes de julio, estaba igual que ahora, encadenada al ordenador tratando de acabar una novela y con el ventilador enchufado al cogote en un vano intento de refrescarme. La perspectiva de repetir esa misma situación este año se me antojaba horrible.
Para mi sorpresa (y alivio) este está siendo uno de los veranos más suaves que recuerdo en mucho tiempo. Yo, que enseguida acuso la subida del termómetro, no estoy pasando ni gota de calor. Por las mañanas incluso paso algo de frío porque hace un vientecillo y un frescurri considerable. Y, por supuesto, duermo arropada, algo totalmente inédito en mí en los últimos veranos.
Y no sólo debo ser yo sino que Jefa, que es supercalurosa (supongo que será la menopausia haciendo estragos con los sofocos) y que siempre me tortura con el aire acondicionado a tope desde primeros de junio tan sólo lo ha encendido dos o tres veces en lo que llevamos de verano.
Estoy encantada, ¿para qué negarlo? Me gusta el buen tiempo pero no el achicharramiento que últimamente he tenido que soportar (recuerdo sobre todo el verano de 2003 como uno de los más calurosos). El calor excesivo me aplatana, me deprime y me pone de mal humor. La temperatura que está haciendo ahora es la ideal. Y firmo porque la cosa no cambie de aquí a septiembre...
(Vale, este era un post chorra, estoy en esos días en los que no sé muy bien qué decir porque prefiero no pensar en lo que ahora mismo me ronda por la cabeza... No, decididamente mejor no pensarlo...).
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Definitivamente me voy a Madrid!!
Porque lo del verano suave debe ser sólo por allí...
Aisss, qué vida...
(El verificador de palabras me tiene manía: otnumlww??)