Puta navidad o cómo pervertir el solsticio de invierno
lunes, 24 de diciembre de 2007
Todos los que me conocen saben que la navidad no me hace ni puta gracia. Y yo, para explicar los motivos que me llevan a tener esa actitud, podría optar por la vía fácil de achacarlo a malas experiencias vividas durante estas fechas. Sin embargo no soy tan cínica. Mucha gente las ha tenido y no por ello ha dejado de gustarles. Lo que sí diré es que con los años me estoy volviendo cada vez más radical en mis posicionamientos, mucho más crítica y sí, mucho más irónica (¡ayss, ese sarcasmo hiriente que algunas me adjudican…!).
Que nadie se me ponga tremendo con lo que pueda decir a continuación. Es lo que yo pienso. Yo y únicamente yo. Ni pretendo convencer ni obligar a nadie a que comparta mis opiniones. Lo que pasa es que no puedo por menos que expresarlas. Que quede claro también que no me molesta recibir felicitaciones de navidad, e-mails llenos de buenas intenciones, mensajitos y llamadas varias. Lo único que pasa es que, después de mucho tiempo, he decidido no seguir el juego. No envío correos ni christmas y, como mucho, me escucharéis decir “¡Feliz año!” durante los primeros días de enero. Pero nada más.
Y es que mi ateismo, cada vez más convencido a medida que pasan los años, me impide celebrar el nacimiento de un señor que, a mi juicio, lo único que hizo fue sentar las bases de la mayor secta de la historia. Del mismo modo no me gusta participar de esa hipócrita costumbre “cristiana” de felicitar las fiestas a personas de las que no me acuerdo el resto del año (de ahí que a lo mejor sí que me pueda rebotar al recibir mails o llamadas de personas que no han dado señales de vida durante los once meses anteriores y que ahora parecen acordarse de mí porque es cuando toca). La gente a la que quiero lo sabe y se lo demuestro todos los días sin necesidad de que lleguen fechas señaladas. No necesito lavar mi conciencia a finales de diciembre para autoconvencerme de que soy buena y guay (y mejor que los demás, esos que reniegan de la navidad y de su espíritu).
Además, ya no sólo es una cuestión de ateismo. La navidad es una apropiación que el catolicismo ha hecho de las fiestas paganas en torno al solsticio de invierno, celebraciones mucho más antiguas que la propia religión cristiana y que se encuentran presentes en todas las culturas. Por tanto, la navidad es una más de las muchas invenciones que la Iglesia se ha sacado de la manga para captar y fidelizar adeptos y, en cierto modo, me parece justo castigo que el capitalismo y el consumismo haya acabado por relegar el carácter religioso de estas fiestas a un segundo plano.
Y hablando de la Iglesia y el cristianismo (tema que cada vez me toca más la moral, supongo que porque me he topado con sus consecuencias varias veces ya). Ayer fui a ver a una amiga que vive en la otra punta de Madrid por lo que tuve que hacer un par de trasbordos en metro. Y yo, aunque vaya con mi mp4 a cuestas, voy siempre alerta a lo que veo a mi alrededor así que tuve la oportunidad de quedarme ojiplática, boquiabierta y patidifusa (como muchos otros viajeros que caminaban junto a mí) al ver la campaña gráfica de la revista cristiana Siglo 21. Incluso llegué a pararme frente a uno de los carteles, incapaz de dar crédito a lo que mis ojos veían. El primero rezaba (y nunca mejor dicho) así: “Ningún cristiano maltrata a su mujer”. Alzo la ceja pero no dejo de caminar. El siguiente me hace no sólo alzar la ceja sino sonreír irónicamente con media boca: “Ningún cristiano es racista”. Pero mi estupor llega a cotas exageradamente elevadas y me hace detenerme frente al último que vi: “Ningún cristiano usa preservativo” (pues entonces debe de haber pocos cristianos porque los condones se venden como churros).
A estas alturas no me voy a molestar en hacer ningún comentario porque sus propias palabras ya dejan suficientemente claro el nivel de esquizofrenia que provoca el exceso de hostias y vino consagrado. De igual modo obvia decir que me parece vergonzoso tener que toparme con semejantes mensajes por la calle. Por supuesto, su distribución se ampara en esa arma de doble filo llamada “libertad de expresión”. Libertad que, en una sociedad plural permite la exposición de todo tipo de ideas pero que no existiría en absoluto si nos encontráramos bajo el gobierno de personas como las que están detrás de dichos mensajes (y creo que todos hemos oído hablar del tío Paco y su mano dura para con todos los que no comulgaban con sus ideas).
Respeto la libertad de culto y que cada cual crea en lo que quiera creer (no en vano la humanidad siempre ha buscado la explicación a su propia existencia a través de una gran variedad de dioses y religiones, tanto monoteístas como politeístas, lo que ya de por sí debería dar una idea aproximada de su credibilidad: tantas explicaciones para un mismo hecho no conducen sino a la invalidación de todas ellas) pero me entristece comprobar que la mayoría de católicos lo son por tradición e imposición y no por verdadera convicción. Yo misma, al igual que la mayoría de la población, estoy bautizada y he hecho la comunión (incluso durante una época de mi vida fui parte activa de una comunidad salesiana) pero porque se suponía que era “lo correcto”. A mí nadie me explicó nada ni, más importante aún, me ofreció una alternativa laica. Era lo que todo el mundo hacía y yo, por tanto, también tenía que formar parte de ello. Esa arrogancia católica de bautizar a los individuos cuando aún no tienen capacidad de decisión y obligarles a formar parte de una religión de la que es posible que renieguen (en vano) en el futuro me enerva. Las iglesias están cada vez más vacías pero el “registro” de cristianos es lo suficientemente abundante como para que el Vaticano esgrima sus cifras y afirme ser la religión mayoritaria en el planeta.
Y me enerva esa hipocresía y esa manipulación porque creo que la ética y la filosofía, en cualquiera de sus corrientes, posee suficientes preceptos morales como para llevar una vida recta, correcta y coherente sin necesidad de echar mano a cuestiones religiosas que tienen más de superstición que de raciocinio (aquí los cristianos me dirían que se trata de un acto de fe pero bastante me cuesta tener fe en elser humano como para tenerla en un hipotético señor con barba del que nadie me puede probar su existencia).
Así que no, yo no celebro la navidad. No envío christmas, ni e-mails, ni sms ni llamo a mis conocidos (mucho menos a aquellos de los que no me acuerdo el resto del año) sólo por quedar bien. En nochebuena y nochevieja ceno con las personas que quiero (y que no tienen por qué coincidir con aquellas a las que me une un lazo de sangre) pero también ha habido años en los que he vivido esas noches como si fueran una más del calendario, cenando con cualquier apaño que tuviera en la nevera y viendo una o dos películas antes de acostarme (y si trasnocho es porque, por regla general, me parece un delito irme a la cama antes de las doce).
No he olvidado que dije que el siguiente post sería sobre la (in)visibilidad lésbica. Ése esta todavía en el horno, cocinándose a fuego lento. Además, estas fechas son muy propicias para todo tipo de farsas (afortunadamente, cada vez menos). Sería interesante saber cuántas parejas no pueden cenar juntas porque tienen que “guardar las apariencias”.
Lo dicho, feliz solsticio de invierno y cuidadín con el alcohol, la carretera y las grandes comilonas. ;-)
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 13:45:00
comparto tu opinión TOTALMENTE!! Me podrías dejar tu post para enseñárselo a mi profesora de Doctrina Católica? Sería inmensamente feliz viendo la cara que se le pondría al leerlo... Un saludo
Yo también odio la Navidad. Paso de christmas, de árboles, de belenes y del supuesto espíritu navideño. Y de la (puta) Iglesia Católica. La religión me da igual, soy agnóstica o atea, según el momento en el que me encuentre, y tolerante, pero no trago con la Iglesia. Panda de anormales saca cuartos y mentirosos.
A mi la navidad me estresa, corriendo de un lado para otro para llegar a todas las comidas-cenas y demás actos navideños... si le sumamos que no tengo espiritu navideño y que soy bastante atea...
Me pregunto qué hay de malo en sentirse extrañamente bien por unos días. Me pregunto qué hay de malo en dedicar algunos días a charlar con gente con la que normalmente no contactas. Me pregunto por qué tanto rencor a unas fechas que estoy segura de que para la mayoría, cuando aún eran niñas, vivían con toda la ilusión y alegría. ¿Qué os ha pasado al crecer? Sinceramente, creo que es un problema de actitud. Siendo atea, agnóstica o anticlerical, puedes vivir la Navidad como un engorro, como una farsa, como la mayor de las hipocresías, cosa que sigo sin entender, o como unos días en que puedes aprovechar para reunirte con gente de la que la vida te apartó, con las personas más cercanas, con la gente que más quieres, o con desconocidos que se sienten más solos que nunca. Que puedes arovechar para desear más amor, paz y felicidad que durante todo el año. Y para tener, al menos, una ilusión diferente. Acaba el año, deseas que el siguiente sea mejor. Llegan los reyes, y yo, a mis 37, mantengo intacta la ilusión por ver qué traen y abro con alegría mis regalos. ¿Qué tiene de malo sentirte niña por unos días? No entiendo como viviendo la vida que llevamos, estrés, trabajos mal pagados, relaciones cada vez más enrevesadas, miserias por todos lados, renegáis de unas fechas en que al menos, alguien inesperado te da un abrazo, se acuerda de ti o te sonríe de pronto. No hablo de religión, ojo, hablo de actitud. Si por un día, un sólo día del año, mi vecino que siempre está enfurruñado y va con prisas me desea Feliz Navidad con una sonrisa, quiero ese día. Si por un día, fulanita se decide a mandarme un sms porque de pronto se acordó de mí, quiero ese día. Y si por un día, tú, que tanto reniegas de estas fechas, sonrieses, también me quedaría con ese día. Aprovechad al menos unos días a contagiaros de alegría, de familia, de amigos. De buen rollo. Las Navidades se pueden pasar con una sonrisa o con el ceño fruncido. Vosotras elegís, pero francamente, preferir la amargura me parece mucho más estúpido que el sonreir, simplemente, porque es Navidad. Espero que en Reyes os traigan un Peter Pan, y que el año próximo seáis capaces de hacer algo más bonito el mundo aunque sea sólo por un mes. Saludos.
Aver por donde empiezo...Lo primero es darte mi enhorabuena por decir claramente lo que tantos pensamos y la gran mayoria calla.A mí me gustan ciertas cosillas de la Navidad, como las luces navideñas(hay que reconocer que las ciudades están preciosas esos dias), la ocasión de hacer y recibir regalos, sobre todo hacerlos, disfruto como una cría comprando cosas para los míos, y la ilusión que brilla en los ojos de mis hijos al ver tantas cosas maravillosas y supuestamente mágicas. Pero respecto al anterior comentario, debo decir que me jode enormemente que las personas que se portan como verdaderos cabrones todo el año, durante unos dias te sonrían y te deseen lo mejor, cuando en realidad les importas una mierda, y que quienes no piensan en tí jamás, te feliciten tan sólo porque estás en una agenda de direcciones que no se animan a renovar; y no estoy resentida con la Navidad, simplemente prefiero ser buena gente a diario, y estar rodeada de semejantes, y pasar olímpicamente de quien pasa de mí.Y las reuniones familiares son igual de coñazo sea Navidad o el cumple de la suegra, o las fiestas patronales, pero para no ser tachados de "raritos" de por vida, y también porque ellos no tienen la culpa de que no les soportemos (a fin de cuentas, todos somos diferentes, ¿no?), pues tragamos, que sólo son unas pocas veces al año, y el resto, pues a vivir que son dos días. Sigue así, que acabo de engancharme a tu blog y espero tener material del bueno para rato...
Me llaman:Arrierita Vivo en: Madrid, Spain Y digo yo...: Acercándome peligrosamente a los treinta he desistido de encontrar a alguien en sus cabales. Me aburre que me digan lo maja que soy y lo mucho que merezco la pena personas que después salen corriendo como si se hubieran dejado la comida en el fuego. Me aburre la gente que va de legal por la vida pero nunca es consecuente con sus actos. Me aburre salir a la calle y cruzarme con tanta gente a la que no quiero saludar. De lo que no me aburro nunca es de tener a mi lado a tantas personas que me hacen sonreír cada día. A todos los demás... ¡Arrieritos somos... y en el camino nos encontraremos!
"La gente a la que quiero lo sabe y se lo demuestro todos los días sin necesidad de que lleguen fechas señaladas."
Anda espino... eso no se lo cree nadie!!!! :P
Feliz Navidad, chata! Que ia me preocupaba tu ausencia :D