Me entristece admitirlo pero soy muy predecible. Pese a que mi día a día suela ser un caos, como buen animal de costumbres, hago todos los días lo mismo. Y yo que, ingenuamente, pensaba que sólo era fiel a tres cosas: mi tabaco (L&M Lights), mi perfume (Jean Paul Gaultier para mujer) y mi perro (sí, el adorable Chuchín Infernal)… Pero no. Soy tan predecible que hasta me asusto. Empecé a darme cuenta cuando aún curraba en esa empresa Fundada en… Tres años yendo a desayunar por la calle Arenal consiguen arraigar hábitos en cualquiera. La mayor parte de los días iba a desayunar a un Café&Té en el que al cabo de cierto tiempo no sólo es que me saludaran al entrar sino que en cuanto me veían aparecer ya empezaban a prepararme un café con leche (la leche caliente, gracias) y una napolitana de chocolate. Semanas me costó que dejaran de ponerme la napolitana ya que mi culo amenazaba peligrosamente con desbordarse del taburete. A veces también iba a otros sitios. Pero al cabo de varios días yendo, ya se aprendían mis preferencias. Martes y jueves, café con leche en vaso y tosta de tomate en otra cafetería. Viernes, coca-cola y pincho de tortilla en una tasca escondida (y luego me pregunto por qué engordé tanto durante mi estancia allí). Pero la cosa no queda ahí. Cada vez que voy al estanco que hay detrás de mi casa (siempre acompañada por Chuchín), nada más poner el pie en el establecimiento el dependiente ya está cogiendo mi paquete de tabaco. A lo máximo que llega es a preguntarme si uno o dos. Incluso aunque haya gente delante. Y como llevo el dinero justo en la mano, la transacción apenas dura un par de segundos mientras decimos: “Hola/Buenos días/Gracias/A ti”. Pero peor es lo de mi china. Si después de poner mi compra en el mostrador no pido mi paquetito azul de cigarrillos me pregunta confundida: “¿LM laits no?”. Aunque el paroxismo llegó hace unos días cuando fui a la cámara refrigerada en busca de unas latas de Fanta Verdia (mi último vicio) y la buena y oriental señora, que andaba cerca de mí colocando productos, me miró sonriendo y me dijo, ante mi cara de estupefacción por no encontrar mi antojo: “No hay. Mañana más”. Y cuando salgo la cosa no es muy distinta. A la tercera vez que me acerco a la barra ya se han aprendido lo que pido. Y no es que sea especialmente raro (Ballantines con coca cola). Lo aceptaría en el caso de bares a los que voy habitualmente pero cuando estás en una rave con un aforo de más de mil personas y a la tercera vez que te acercas a la barra, la camarera que hay detrás ya te está sirviendo la copa sin que hayas llegado a abrir la boca, te quedas con cara de gilipollas. Cualquier día de estos mi mulita me lanzará un mensaje diciendo: “He detectado nuevos capítulos de tus series favoritas, te los voy bajando, ¿vale?”. Menos mal que los ordenadores todavía están lejos de pasar el test de Touring… El último ejemplo para demostrar lo predecible (y obsesiva) que soy lo pondré al decir que llevo dos días sin dejar de escuchar Hard Candy, el nuevo disco de Madonna (sí, ya sé que no se pone a la venta hasta el 29 pero, ¿de verdad creéis que yo me compro los discos?). Ya lo dije en noviembre de 2005, cuando la Reina saca nuevo material me paso dos meses sin escuchar otra cosa. La crítica del disco dentro de poco, que se está cociendo a fuego lento. |
Para mi tener una cierta rutina dentro de mi caos es muy satisfactorio.
Es una tontería... pero me funciona
pd: cafe con leche, corto de café, leche mitad y mitad y 3 sacarinas :P