Esta ley se podría resumir en una simple frase: Pa’ ti lo ancho y pa’ mí lo agudo. O lo que es lo mismo, en una supuesta igualdad de condiciones entre dos individuos, uno de ellos, inexplicablemente, tiene más derechos que el otro. No, no estoy hablando de política gay ni nada parecido sino más bien de algo emocional. O sociológico. O psicológico, no estoy segura. Y es que a menudo tengo la sensación de que debí faltar a clase el día que repartieron los puestos a uno y otro lado del embudo y que por haber faltado, me toca siempre en el lado estrecho. Desde que tengo uso de razón a mi alrededor se me ha negado, con más o menos vehemencia, el derecho a sentir, a hacer preguntas, a exigir explicaciones y a ser tratada del mismo modo en que se supone que yo debía tratar a los demás. O lo que es lo mismo: todos los que me rodeaban tenían derecho a quejarse, patalear, despotricar, reclamar atención, regodearse en la tristeza, autocompadecerse, buscar su sitio aún a costa de pisar a los demás, engancharse a amores imposibles y analizarlos hasta la saciedad, no asumir responsabilidades ni las consecuencias de sus propios actos y muchas cosas más que harían la lista interminable pero que si lo hacía yo resultaba que ni podía ni debía y que, encima, de hacerlo era una egoísta insociable con problemas de adaptación. Y, personalmente, después de casi treinta años aguantando esas situaciones comienzo a estar más que harta de verme siempre en el mismo lado del puto embudo. Yo también siento, tengo días malos, recuerdo cosas en fechas concretas que me hieren y me quejo bastante menos que aquellos que me dicen que no debo hacerlo… Y estoy cansada de que sean los demás los que determinen lo que tiene que ser importante para mí. Estoy cansada de que yo tenga que ser siempre una piedra sobre la que se rompa todo lo que pudiera afectarme, de no poder decir abiertamente que hay cosas que me duelen sin temor a que mi interlocutor me diga que ya está bien, que no es para tanto, que ha pasado mucho tiempo desde aquello que me hizo pupita o que menosprecien y subestimen mis sentimientos cuando, a menudo, ese interlocutor hace exactamente lo mismo mientras yo escucho, empatizo e intento comprenderle y/o ayudarle. Me resulta tremendamente irónico que sean justo las mismas personas que han criticado mis comportamientos las que luego actúen del modo que tanto critican. Irónico e injusto. Porque se supone que todos tenemos los mismos derechos pero luego en la práctica esa igualdad se torna utopía. Hay gente que tiene derecho y gente que no. ¿Quién reparte esos papeles? No tengo ni la menor idea. Y ya empiezo a estar muy cansada de que digan que mis problemas no son tales, de que se nieguen mis sentimientos y mis heridas, de que sean otros los únicos que puedan divagar, dudar, actuar para luego retractarse, estar deprimidos, ansiosos, desear imposibles o tener motivos para llorar. Yo también divago y dudo y lloro y me deprimo y quiero poder hacerlo sin que venga nadie a decirme que no tengo derecho a hacerlo.
*Especialmente dedicado a Paper, que habrá asentido con cada frase, palabra, coma, punto y tilde de este post. Y después del pataleo (al cual tengo derecho como toda hija de vecino) podéis pasaros por aquí para averiguar cuándo estaré estampando autógrafos en la Feria del Libro de Madrid. |
Por supuesto que he asentido todo el tiempo, querida, y es que ya sabes lo que pienso de todo esto. Para colmo de males me has pillado hoy con los cables cruzados, cuando estoy indigniadísimo y la gente a mi alrededor me sigue diciendo eso de "no es para tanto. La culpa es tuya por tomarte las cosas así". Ja. Eso sí que me encanta, el "tú tienes el problema, cariño, que es que eres un histérico o demasiado intransigente". Hay que verlos a ellos cuando se quejan y patalean con una rabieta de tres pares de narices esperando a que los escuches.
No sé cómo cambiar de lado del embudo. Supongo que en buena medida la culpa la tenemos nosotros que asumimos en algún momento del pasado que nos tocaba ese lado sin protestar a tiempo. Lo cual no justifica que los demás lo asuman sin más y nos traten como nos tratan.
De cualquier modo, si algún día descubro cómo cambiar de lado, serás la primera en saberlo ;)
Anda, y deja ya de quejarte, que tampoco es para tanto.... xDDDD
Besazos mil y gracias por la dedicatoria. Es agradable saber que hay gente que piensa que como tú.