Versión 3
Vengo de...

Y voy a...

¡Y llego tarde!

El colmo del frikismo

Por si me escribes...

Visualizando


Sober [P!nk]

En el metro voy leyendo...

Y en la mesilla de noche tengo...

La serie que estoy viendo

Cuenta atrás

Estoy nominada
miércoles, 28 de mayo de 2008
Nunca pensé que esta frase, tan fatídica en la multitud de realities que inundan la programación televisiva, me iba a hacer tanta ilusión. Pero sí, estoy nominada y lo digo alegre y contenta...

Esta tarde he sido mala, me he saltado la clase y acompañada de Coquí nos hemos plantado en la librería Berkana para asistir a la presentación de ...que me estoy muriendo de agua. Guía de narrativa lésbica española de María Castrejón. Reconozco que uno de los motivos que me han impulsado a acudir era las conversaciones previas que tuve con su autora acerca de la inclusión de mis novelas en su guía. Vamos, que tenía curiosidad por saber qué decía de mí, ¿para qué vamos a engañarnos?

Así que allí estábamos las dos, en la puerta de Berkana y a mí me da por coger la prensa rosa gratuita que hay en la entrada. Me pongo a hojear el Shangay y al llegar a sus páginas centrales me topo con la convocatoria de los Premios Shangay. Entonces giro mi cabeza y le digo a Coquí:

—Jo, a ver si un año me sorprenden y me nominan en el apartado de literatura...—vuelvo a mirar hacia las páginas de la revista, veo los nominados a libro del año y mis ojos se abren como platos: ¡¡¡Tía!!! ¡¡¡Estoy nominada!!!—exclamo sin acabar de creerlo.

Así que desde aquí os pido el inmenso favor de que entréis en www.shangay.com, os registréis (ya sé que es un coñazo) y votéis por mí (y teniendo en cuenta que las críticas a mis novelas se hacen en este blog y no en el oficial no me vengáis con que no sabéis quién soy). Recordad que si al final tengo que ir al fiestorro a recoger el premio algun@s de vosotr@s podrían acompañarme y codearse con el famoseo esa noche... ;-)


Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:52:00   9 Berrido(s)
EuroGayVisión
martes, 27 de mayo de 2008
Noche de Eurovisión y la tradición de ver la gala en compañía (que sólo me salté el año pasado por absurdas razones que no merece la pena ni recordar) sigue intacta. Mis tortillas en su punto ya sobre la mesa (y no empecemos con los chistes fáciles, porfaplis), luego botellas y botellas de lambrusco, una ensaladilla rusa, salmorejo, picoteos varios y cigarrillos liados con varias y dudosas sustancias. Los mojitos vinieron después, cuando el cebollón que llevábamos era más que importante… Madre mía… Y menudo cebollón…

Antes de entrar en materia, una puntualización. La barbilla me rozó el suelo de tanto como se me abrió la boca cuando vi la actuación de la ganadora del año pasado. A ver, que alguien me explique (porque sigo sin entenderlo desde el sábado y ya han pasado unos días) por qué la organización del festival advirtió a gays y lesbianas que se abstuvieran de hacer manifestaciones de afecto en público durante su estancia en Belgrado y luego van y nos cascan una puesta en escena como la que abrió la gala. De verdad, que no me entra en la cabeza. Ahí, ese pedazo de bollo con traje de novio y zapatillas junto a una señorita vestida de novia (y menos mal que cantó un remix porque la canción original era soporífera). Una novia que lanzaba el ramo al público (que en muchos países ya puede casarse… porque el público era completamente gay, claro) para luego deshacerse del traje, convertirse en novio, volver a deshacerse de la mitad del traje para ser novio y novia a la vez al igual que el resto del cuerpo de baile ejecutando la coreografía más queer que he visto jamás en el festival hasta quedarse semidesnudas. Eso por no hablar del momento en que la Marija (nombre de la muchacha) le entrega a su prima rusa el trofeo. Vamos, que les faltó decirse: “Luego nos vemos en el Skapej, reina (que debe de ser como el Escape de allí)”. Es que soy yo y llego a estar en Belgrado y a la salida del festival me pongo a hacerle el chikichiki (pero el de verdad) a la primera serbia buenorra con la que me cruzase sólo por fastidiar.

Eso sí, me reí como hacía tiempo que no me reía. Las canciones y los comentarios de Uribarri, la verdad, ni los escuchábamos porque nosotr@s mism@s nos sobrábamos y nos bastábamos para narrar lo que sucedía en pantalla. No dejamos títere con cabeza. Y cada uno tenía sus favoritos. Favoritos en distintos ámbitos, claro. El sector gay se debatía entre los brazos del representante israelí y la camisa abierta del ruso, el sector lésbico prefería a la ucraniana (¿o era la rumana?) mientras que al sector bi nos enamoró el muchachuelo danés con su gorrita y sus tirantes y esa canción de los Beatles (porque era de ellos, ¿no?). En cuanto al apartado estrictamente musical la cosa era aún más dispar. A dos les gustó la canción friki de Francia, a otra le gustaba la estética helenabohamcarteriana a lo Tim Burton de los de Bosnia, otro nos dio una lección de sus conocimientos sobre el heavy metal cuando salieron los finlandeses (¿eran finlandeses?) dándole a la guitarra, a mí me moló el rollito ángel y diablo de los de Azerbaiyán, el del Reino Unido nos recordaba demasiado al cantante de Lighthouse Family y todos rezábamos para que esa burda copia de Britney Spears que representaba a Grecia tratando de ser la nueva Helena Paparizou no ganara en las votaciones.

Tan sólo hubo un momento de silencio. Sí, justo. El momento en que el engendro mediático nacido de la mano de Buenafuente y La Sexta salió a escena nos quedamos callados, ojipláticos y con la boca abierta mientras la vergüenza ajena nos inundaba desde las uñas de los pies hasta la punta de todos los vellos y cabellos de nuestros cuerpos. Fue como si hubiéramos cambiado de canal. O como si hubiera acabado la gala y ese fuera el (mal) chiste que diera paso a las votaciones. Pero no. Era España haciendo el ridículo (as usual) delante de toda Europa con lo más casposo, chabacano y hortera que estos ojos han podido ver en mucho tiempo. Si es que ya con la carilla de entrada previa a la actuación lo vimos claro. Spain is typical. Un torero y el que lleva el cacharro ese con los cuernos de toro. Pero, al fin y al cabo, nos lo tenemos merecido. Con lo bien que hubiera quedado Guille Milkyway y su casco intergaláctico cantando La revolución sexual…
Pero no voy a poner ninguna de nuestras canciones favoritas. Ni siquiera la de la ganadora (por dios, qué coñazo de chico). En su lugar pondré el vídeo-friki-oficial de los representantes islandeses, This is my life de Euroband, el auténtico himno gay de un festival en el que el único hetero que debía haber este año era el Chikilicuatre y algún regidor despistado. Y aviso que este verano nos la van a poner en los antros de Chueca hasta que la aborrezcamos.



A quién adivine qué bar de Chueca tiene el mismo papel pintado que el de la pared del principio del vídeo le invito a una copa en el susodicho local.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 0:47:00   11 Berrido(s)
Indiana Jones o cómo cargarse un buen recuerdo
viernes, 23 de mayo de 2008
Ya lo dije aquí: el 22 de mayo estaría viendo la cuarta entrega de las aventuras de Indiana Jones y aquí al lado tenéis la prueba del delito en forma de entradas, las tres entradas más centradas que tenía la sala, reservadas días antes del estreno. Era un must. Aunque sólo fuera por criticar (que ya sabéis lo que me gusta a mí criticar, aunque siempre con conocimiento de causa) la forma en que han devuelto a la pantalla grande al héroe por excelencia de los años ochenta.

La sala está llena a rebosar. El público viene en parejas pero sobre todo en grupos. La media de edad ronda los treinta años. O lo que es lo mismo, la generación que creció viendo a Indy dar y recibir puñetazos. La que reía con sus respuestas irónicas. La que vibró de emoción cada vez que salía ileso de una situación difícil. La última generación, a mi juicio, que disfrutó de un cine que sin pretensiones colmaba todas las expectativas.

Las luces se apagan cuando todavía hay gente entrando. No hay trailers. No hay anuncios. La película entra sin llamar, pillándonos a todos de sorpresa. Y con el Hound dog de Elvis. No nos esperábamos algo así. Contenemos el aliento esperando el momento de la reaparición de nuestro héroe y lo primero que vemos de él es su sombrero. Ahí está. Y detrás viene él, que lo recoge y se lo pone. Y yo, atea perdida, comienzo a rezar para que el despropósito sea menor del que me venía imaginando desde que me enteré que estaban rodando esta nueva secuela.

Siendo sincera me pasé las dos horas de película con los brazos cruzados y la ceja levantada preguntándome por qué coño no me emocionaba. Todo estaba en su sitio, en el que tenía que estar. Su mordacidad intacta, decenas de guiños a la saga (el arca de la alianza, su fobia a las serpientes, el recuerdo a su padre y al inolvidable Marcus Brody, las persecuciones coreografiadas al milímetro… y así hasta el infinito), el ritmo narrativo, esa música que nos sigue emocionando por muchas veces que la hayamos escuchado… Pero no. No podía emocionarme. Shia LaBeuf intentando parecerse al Marlon Brando de Salvaje (que ni calcado, oigan); Cate Blanchett, una actriz que suele gustarme, me producía (pese a su logrado acento eslavo) vergüenza ajena cada vez que aparecía en pantalla (porque se supone que es la mala pero termina siendo una mala indefinida porque es tan sólo el brazo ejecutor de un poder superior y ni siquiera estamos muy seguros de qué es lo quiere), ese Mac que es amigo, luego no lo es, luego que sí y luego que yo que se qué (hacía tiempo que no veía un personaje tan inútil y que no aportase absolutamente nada a la trama), esos indios tipo Apocalypto que no deben de comer ni beber sino sólo aguardar la llegada de intrusos… Eran demasiadas cosas que no digería bien.

Que esta, totalmente innecesaria, secuela se hubiera convertido en un cruce con Expediente X era lo que menos me preocupaba porque veía bastante lógica su relación con la arqueología: muchas corrientes de investigación histórica han vinculado algunas culturas como la maya o la egipcia a seres extraterrestres. Ha sido la visión de conjunto lo que me chirriaba y no me dejaba disfrutar. No se trata de que falle la suspensión de incredulidad. Para una atea como yo es quizá más difícil de creer que salgan espíritus de un arca o que la fé te haga cruzar a través de un puente invisible que el hecho de que seres de otros planetas hayan aportado su granito de arena a nuestra civilización. Es que, sinceramente, la imagen de Indy y detrás un platillo volante es algo que no buscabas y que no te hace mucha gracia encontrar.

Seamos sinceros: esta es una de esas películas-resucitación (de las muchas que hay últimamente) que lo único que hace es apuntar y disparar a la nostalgia de toda una generación que creció cuando un héroe mítico vivía su momento de gloria. Una generación que ya lleva tiempo dando sobradas muestras de lo mucho que le gusta aferrarse a los mitos del pasado y que busca conscientemente la inocencia de antaño. Pero eso es como volver a visitar el lugar donde fuiste feliz: todo sigue en su sitio pero ya nada es igual y al final lo único que queda es un regusto amargo y la certeza de una ilusión perdida.

Yo, por mi parte, me sigo quedando con esa imagen de cuatro jinetes cabalgando hacia un horizonte por el que se está ocultando el sol mientras suena el Raiders march de John Williams como el broche de oro con el que se cerró una trilogía que debía haber perdurado en la memoria tal y como estaba.

Creo que me voy a sentar en el sofá y verme las anteriores del tirón. Sólo para quitarme el mal sabor de boca…





P.D.: Con la cantidad de años que se pasaron los yanquis construyendo refugios antinucleares en los sótanos de sus casas y luego resulta que hubiera bastado una simple nevera para sobrevivir... En fin...
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 11:49:00   4 Berrido(s)
La ley del embudo
lunes, 19 de mayo de 2008

Esta ley se podría resumir en una simple frase: Pa’ ti lo ancho y pa’ mí lo agudo. O lo que es lo mismo, en una supuesta igualdad de condiciones entre dos individuos, uno de ellos, inexplicablemente, tiene más derechos que el otro.

No, no estoy hablando de política gay ni nada parecido sino más bien de algo emocional. O sociológico. O psicológico, no estoy segura. Y es que a menudo tengo la sensación de que debí faltar a clase el día que repartieron los puestos a uno y otro lado del embudo y que por haber faltado, me toca siempre en el lado estrecho.

Desde que tengo uso de razón a mi alrededor se me ha negado, con más o menos vehemencia, el derecho a sentir, a hacer preguntas, a exigir explicaciones y a ser tratada del mismo modo en que se supone que yo debía tratar a los demás. O lo que es lo mismo: todos los que me rodeaban tenían derecho a quejarse, patalear, despotricar, reclamar atención, regodearse en la tristeza, autocompadecerse, buscar su sitio aún a costa de pisar a los demás, engancharse a amores imposibles y analizarlos hasta la saciedad, no asumir responsabilidades ni las consecuencias de sus propios actos y muchas cosas más que harían la lista interminable pero que si lo hacía yo resultaba que ni podía ni debía y que, encima, de hacerlo era una egoísta insociable con problemas de adaptación.

Y, personalmente, después de casi treinta años aguantando esas situaciones comienzo a estar más que harta de verme siempre en el mismo lado del puto embudo. Yo también siento, tengo días malos, recuerdo cosas en fechas concretas que me hieren y me quejo bastante menos que aquellos que me dicen que no debo hacerlo… Y estoy cansada de que sean los demás los que determinen lo que tiene que ser importante para mí. Estoy cansada de que yo tenga que ser siempre una piedra sobre la que se rompa todo lo que pudiera afectarme, de no poder decir abiertamente que hay cosas que me duelen sin temor a que mi interlocutor me diga que ya está bien, que no es para tanto, que ha pasado mucho tiempo desde aquello que me hizo pupita o que menosprecien y subestimen mis sentimientos cuando, a menudo, ese interlocutor hace exactamente lo mismo mientras yo escucho, empatizo e intento comprenderle y/o ayudarle.

Me resulta tremendamente irónico que sean justo las mismas personas que han criticado mis comportamientos las que luego actúen del modo que tanto critican. Irónico e injusto. Porque se supone que todos tenemos los mismos derechos pero luego en la práctica esa igualdad se torna utopía. Hay gente que tiene derecho y gente que no. ¿Quién reparte esos papeles? No tengo ni la menor idea. Y ya empiezo a estar muy cansada de que digan que mis problemas no son tales, de que se nieguen mis sentimientos y mis heridas, de que sean otros los únicos que puedan divagar, dudar, actuar para luego retractarse, estar deprimidos, ansiosos, desear imposibles o tener motivos para llorar. Yo también divago y dudo y lloro y me deprimo y quiero poder hacerlo sin que venga nadie a decirme que no tengo derecho a hacerlo.


*Especialmente dedicado a Paper, que habrá asentido con cada frase, palabra, coma, punto y tilde de este post.

Y después del pataleo (al cual tengo derecho como toda hija de vecino) podéis pasaros por aquí para averiguar cuándo estaré estampando autógrafos en la Feria del Libro de Madrid.

Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 22:25:00   3 Berrido(s)
Hard candy. Parte 2
miércoles, 7 de mayo de 2008
Ahora sí, repaso de Hard Candy canción a canción:

-Candy shop: Promete más de lo que termina dando. Como arranque del álbum no está del todo mal pero demos las gracias a los de Warner por conseguir convencerla de que no saliera como single de presentación porque el descalabro hubiera sido mayor de lo que está siendo. La melodía, pese a la producción, es muy Madonna y parece querer resumir conceptualmente el contenido del disco jugando con el componente dulce del caramelo y la supuesta dureza de la base rítmica.

-4 minutes: La primera vez en mucho, muchísimo tiempo que el single de presentación de un disco de Madonna me gusta en la primera escucha. No me pasó ni con Frozen ni con Music ni con American Life ni con Hung up. Es potente, pegadiza e invita a pegar botes. Me gusta cómo las voces de Madonna y Justin combinan. Tiene un déjà vu vocal que evoca cierto sonido ochentero gracias a Justin y su empeño en ser una especie de Michael Jackson blanco de nacimiento.

-Give it 2 me: El auténtico trallazo del disco, el ya confirmado segundo single y la canción que nos hartaremos de escuchar en todos y cada uno de los garitos de Chueca este verano. Y es que ya me avisaron: es supermarica. Supermarica, pegajosa y machacona. Pero me encanta. Y es la que más escucho.

-Heartbeat: Tras un comienzo más o menos prometedor el disco entra en el aburrimiento. Sé que muchos y muchas podrían matarme por siquiera insinuar que Madonna es aburrida pero es innegable. A partir de esta canción mi mente desconecta y se pone a pensar en la lista de la compra. ¿Por qué? Porque es cuando Madonna, por mucho productor de moda que tenga detrás no puede evitar plagiarse a sí misma. Y es que ella no es tan vulgar como para copiar a otras. Veinticinco años en el mundo de la música dan suficiente margen para hacer un refrito de sus propias canciones. Ya desde Confessions… está haciendo una peculiar regresión a su época de los ochenta (sobre todo a nivel vocal, ¿dónde han quedado las clases de canto que tuvo que tomar para la B.S.O. de Evita?).

-Miles away: ¿Soy la única que encuentra un sospechoso parecido entre esta canción y Nothing fails? Además, ambos temas están dedicados al pavisoso de su marido. Una para alabar su amor y esta para decir lo bien que están y lo mucho que se quieren… en la distancia. De todas formas es la incursión menos “negra” y más electro que hay, muy en la línea de American Life.

-She’s not me: Inexplicable e insufriblemente larga. Campanitas y silbatos que recuerdan al Ring my bell de Anita Ward (y no será la última vez que las utilice) y a la época dorada de la disco-music. Le sobran dos minutos como poco.

-Incredible: Aunque he escuchado a algunas personas decir que es horrorosa a mí me gusta. Está en la línea cándida e inocente de muchos temas de Like a virgin. Me suena a canción optimista y me hace mucha gracia el ritmillo y el fraseo que hace en algunas estrofas.

-Beat goes on: Cualquier parecido con la canción del mismo título filtrada este otoño es pura coincidencia. Lo único que se ha mantenido es el título y el estribillo pero mientras la canción no oficial era muy negra y con poca producción, la que aparece en el disco es todo un homenaje a la música disco. De nuevo con campanitas, silbatitos y bip-bips cantados por Kanye West. Con unos arreglillos distintos no hubiera desentonado en Confessions…

-Dance 2night: Segundo tema a dúo con el joven Justin. Comienza con una marcada línea de bajo y el primer minuto se hace pesado y soso hasta que llega el puente y la cosa adquiere un poco más de melodía. El estribillo tiene un regusto a pop de la costa oeste de finales de los ochenta (algo que ya dije del Makes me Wonder de Maroon 5). No está mal pero la falta algo sobre todo si se la compara con 4 minutes, la otra que canta con Justin.

-Spanish lessons: Cualquier calificativo peyorativo se queda corto para describir esta canción. Horrible. Pavorosa. Demencial. Ni siquiera Spanish eyes de Like a prayer despertaron tanta animosidad en mí. Cada vez que salta en mi mp4 la paso sin sombra de duda y tratando de que sus primeras notas no penetren en mi cerebro. ¿Por qué nadie le dice a Madonna que el punto más álgido de sus acercamientos a lo hispano fue La isla bonita y que NO-VUELVA-A-INTENTAR-REPETIRLO?

-Devil wouldn’t recognize you: “Oye, Justin, que no sé qué hacer con esta puta canción, ¿se te ocurre algo?”. “Mmmm, déjame que piense… Ya está, mira, como soy tan guay llevo todas mis canciones en el aipoood… Escucha esta, Cry me a river, tuve bastante éxito con ella y se la dediqué a la petarda esa con la que te comiste el morro en la gala de los premios MTV, bueno, ¿qué te voy a decir? Todo el mundo vio la cara de gilipollas que se me quedó… Bueno, pues cambiamos algunas cosillas y la utilizamos para darle un poco de forma a la tuya… ¿No te parece retorcidamente irónico y genial…?”. En fin, bromas aparte, la verdad es que la canción está bastante bien pese a que suene a descarte del Ray of Light.

-Voices: Por fin la última canción de un disco de Madonna me gusta. Un final redondo para un disco irregular. Tiene una base rítmica parecida a Time stood still (de la B.S.O. de The next best thing) aunque no es tan triste. Y los arreglos orquestales y las campanas del final le dan un toque épico con el que suspirar aliviados porque la tort… digo la escucha ha llegado a su fin…

Mención aparte merece la Deluxe version con un bonus track, dos remixes de 4 minutes y uno de Give it 2 me.

-Ring my bell: No, pese a lo que pudiera parecer, lo que pensé en un principio y lo que hubiera sido más lógico después de haberle sampleado todas y cada una de las campanitas de la canción original, NO es una versión del archiconocido tema de Anita Ward. Es… una cosa rara. Si este es el concepto que tiene nuestra amiga Esther de hacer regalos a los fans, se lo podía haber ahorrado.

-4 minutes (Peter saves New York edit): Simple. Un remix más bailable y punto. Menos agresivo, sin trompetitas y ya. Y es incluso más corto que la canción original.

-Give it 2 me (Paul Oakenfold Edit): Resulta curioso que un remix sea la mejor canción del disco. Y eso que yo soy poco amiga de remezclar incluso los temas específicamente disco-techno-house. Tampoco se podía esperar menos de Oakenfold. Al menos parece que él sigue sabiendo lo que hace.

-4 minutes (Junkie XL Remix Edit): Y otro remix ratonero para finalizar la Deluxe version. El primer minuto y medio es como muy maquinero y a partir de entonces la canción se transforma en algo parecido al techno dream de pianitos y ritmos más suaves. Pues vale.

En conclusión: no sé cuánto venderá en Yanquilandia (la cosa no pinta bien y no está ni el Top Ten), en UK sí que es número 1 pero supongo que porque es allí donde tiene residencia fija y ya la han cogido cariño. En España, según Promusicae, ha entrado directa al primer puesto desbancando a la Pantera de Figueres. Y es que los maricas y las bollis aquí son* de ideas fijas (y además están* contentos de la muerte: en menos de dos semanas el disco de la Naranjo y el de la Ambición Rubia, ¡wow!). A mí me costó que el Confessions… me entrara pero tenía algo que me animaba a escucharlo una y otra vez hasta convertirse en uno de mis favoritos. Con este me está pasando justo lo contrario: tras los primeros días de novedad, cada vez que pienso en escucharlo me domina la pereza. Veremos si la gira consigue mejorarlo (al igual que el anterior tour logró revisiones memorables de viejos temas como Like a virgin). Sinceramente, lo único que espero, ya que la promesa de un buen disco se ha diluido en el horizonte de la cruda realidad, al menos venga a España a actuar, que ya va siendo hora.

*Yo no me incluyo porque todos sabemos que yo NO compro discos, sólo los escucho haciendo uso de mi derecho a la copia privada… ;-p

Editado para decir que: Al final la cosa sí que está pintando bien en Yanquilandia. Hard Candy ha entrado directamente en el primer puesto del Billboard desbancando a la petarda de la Carey y dándole a Madonna su séptimo número uno en los iusei. Joer, es que en las fuentes que consulté ayer ni siquiera aparecía... :-S
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 23:19:00   2 Berrido(s)
Hard candy. Parte 1
martes, 6 de mayo de 2008
Muchos podrían pensar que soy una megafan de Madonna porque los únicos discos que comento son los suyos. Yo ya he dicho muchas veces que no soy fan de nadie, que me gustan muchos artistas y estilos diferentes. Lo que pasa es que los discos de Madonna son los que me suelen motivar lo suficiente como para extenderme. Podría hablar también de los últimos trabajos de Mónica Naranjo, Pastora, M Clan o El Canto del Loco que son los que últimamente llevo en mi mp4. Pero no. Que cada cual los escuche y saque sus conclusiones. Ahora hay que hablar de Madonna porque ha sacado uno de esos discos para los que es obligatorio opinar y posicionarse. Y criticar. Mucho. Y a mala leche, que es más divertido.

El único tema que escuché de los que se filtraron hace unos meses fue Beat goes on. No me disgustó pese a que muchos se quejaran de la “negritud” del ritmo. Sin embargo cuando vi la portada oficial de Hard Candy supe de inmediato que la Reina fraguaba un nuevo despropósito. Bien es cierto que la portada del Confessions… tampoco es que me emocionase pero era más… ¿elegante? La de este último disco podría pasar completamente desapercibida en los estantes de un vídeo-club porno gracias a esa foto que parece uno de los peores descartes del libro Sex. Pero bueno, lo importante de un disco son las canciones que incluye, no el envoltorio en el que vienen, ¿no?

Madonna tiene tres álbumes que fueron incomprendidos en su momento y que el tiempo ha acabado por poner en el lugar que merecen: Erotica, para mí uno de sus mejores discos (donde realmente empezó a jugar con la electrónica y no en el sobrevalorado Ray of Light) y se podría decir que el que más me gusta; Bedtime Stories, rarito como él solo, de nuevo con coqueteos con la electrónica y también con el R&B (para que ahora digan que eso lo ha empezado a hacer con el último) y American Life, un disco al que se podría definir como de electrocantautora con una Madonna posicionada políticamente y con ganas de meter caña. Esos tres discos contienen las que quizás sean (ojo, para mi gusto y mi opinión) las mejores canciones en cuanto a composición y producción que tiene la abuela rubita de bote:

-En Erotica, Deeper and deeper (temazo disco que me hinché a bailar en mi cuarto durante la adolescencia), Where life begins (medio tiempo R&B sensual y envolvente y a la vez auténtica oda a los amores lésbicos y ríete tú del Mujer contra mujer de Mecano), Bad girl (resignada e infinitamente triste declaración de principios tipo “soy mala y no lo puedo evitar” que, además, tuvo uno de los mejores vídeos de su carrera coprotagonizado con Christopher Walken) y Why’s it so hard? (que me marcó sobre todo en su representación en el Girlie Show Tour gracias a convertir el escenario en una inmensa orgía de cuerpos sudorosos y orientaciones sexuales al tiempo que se desgranaba una letra combativa que llamaba a la tolerancia y el respeto).

-En Bedtime Stories ya comenzó a dejarse llevar por un sonido negro (no olvidemos que uno de los productores era Dallas Austin, chico prodigio de los noventa que ha trabajado, aparte de con ella, con artistas como Michael Jackson, Anastacia, Gwen Stefani, Pink, Janet Jackson, Aretha Franklin o la triunfita inglesa Leona Lewis) y nos regaló esa maravilla incomprendida que fue Secret (y que la petarda de Marta Sánchez no tuvo ningún reparo en copiar, plagiar y hacer con ella lo que le dio la gana), Human nature (muy en la línea de Why’s it so hard? y también una de mis favoritas) o Take a bow (que, particularmente a mí, me parece un auténtico coñazo pero que tuvo mucha repercusión por estos lares por haber grabado el correspondiente vídeo-clip en Ronda con un torero español de cuyo nombre sólo se acuerdan los más frikis).

-En American Life juega a la vez con la acústica, la electrónica y el posicionamiento político. El temazo, para mí, de ese disco fue Nothing fails, preciosa balada con final gospel por parte de una cantante que suele ser soberanamente aburrida en ese tipo de temas. Pero también incluía pequeñas joyas como Hollywood, Love profusion o Mother and father, canción en la que ya comenzaba a plagiarse a sí misma en su época más ochentera.

Y todo este repaso, ¿para qué? diréis muchos. Pues para poner en antecedentes y avanzar que es harto probable que Hard Candy corra la misma suerte que los tres discos que he mencionado. Su única acusación será que, mientras que en esos otros discos ha intentado innovar buscando colaboradores sacados de circuitos menos mainstream y más underground, con este último se ha hincado de rodillas delante de unos productores que han copado las listas hasta el aburrimiento y a los que ya se ha exprimido su potencial hasta la saciedad. Madonna ha querido jugar en casa y venderse a los sonidos propios de los jovencitos de su país para los cuales ella no es más que una abuelita cachonda y contorsionista que les gustaba sus padres cuando eran jóvenes.

Mañana, canción a canción.
Se le pasó por la cabeza a Arrierita a las 18:03:00   2 Berrido(s)
¿Quién soy?

Me llaman:Arrierita
Vivo en: Madrid, Spain
Y digo yo...: Acercándome peligrosamente a los treinta he desistido de encontrar a alguien en sus cabales. Me aburre que me digan lo maja que soy y lo mucho que merezco la pena personas que después salen corriendo como si se hubieran dejado la comida en el fuego. Me aburre la gente que va de legal por la vida pero nunca es consecuente con sus actos. Me aburre salir a la calle y cruzarme con tanta gente a la que no quiero saludar. De lo que no me aburro nunca es de tener a mi lado a tantas personas que me hacen sonreír cada día. A todos los demás... ¡Arrieritos somos... y en el camino nos encontraremos!
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