Imagináos un enorme salón y más de quince personas tiradas en el suelo comiendo en plan picnic. Hay un cubo de sangría del que ya no quedan ni los restos, ensaladas, pollo, tortillas... y aún nos queda el postre!!!!
Hay diferentes opiniones sobre desde dónde ver o meternos en la mani. Servidora, que ya la ha visto de todas las maneras posible, lleva los últimos años viéndola en Cibeles. Pero este año me apetece hacerlo en Gran Vía y bajarme a Plaza de España, escuchar el manifiesto y ver a La Terremoto de Alcorcon cantar el himno de este año... Pero algo me dice que al final no haré nada de lo planeado (inciso: Coquí está por encima de mi hombro diciendo que dé recuerdos a mis lector@s. Dados quedan.)...
Después de pasarme hora y media en Atocha esperando un tren proveniente del sur, al penetrar el susodicho tren en la estación comprendí el motivo del retraso y las averías: había perdido demasiado aceite por el camino. De él se bajaron una legión de primas del sur dispuestas a quemar Madrid durante los días clave de este Europride. Fuentes fidedignas me han informado que ya iban calentando motores por el camino (miradas, tocamientos y demás actos impuros y contra natura).
La casa se me va a llenar de gente y yo he limpiado nada. ¡Glups! Y no sé si me dará tiempo porque en breve nos espera una nueva marabunta de gente que también viene de fuera y con la que recorreré los antros de Lavapiés (porque hoy Chueca, ni pisarlo, vamos, aún soy joven para morir aplastada). Confío en la paciencia y la comprensión de mis invitados para pasar por alto esos pequeños detalles...
Llevo diez años asistiendo a manifestaciones. Y por mucho que reniegue de una fiestas meramente mercantiles que han venido creciendo exponencialmente con el paso del tiempo, el momento de asistir al acto principal (la "excusa" y, a la vez, motor de la fiesta) que es la manifestación del sábado, me sigo emocionando. Me sigo emocionando también con las machacadas y recurrentes arengas de siempre lanzadas desde los diversos escenarios. Quizá porque mi parte idealista se sigue removiendo y creo que no está todo conseguido todavía.
L'Avendetta lo explica mucho mejor que yo aquí. Pero no por manido resulta menos necesario seguir proclamándolo: Ningún heterosexual ha tenido nunca que pedir perdón por ser ni por estar. E incluso el día en que la igualdad total sea un hecho (y permitidme que sea pesimista pero creo que eso no lo verán mis ojos) se debería seguir reivindicando el 28 de junio por la simple cuestión de ejercitar la memoria histórica. Aunque se deba vivir en el presente mirando al futuro, lo que no se debe de hacer es olvidar el camino recorrido, todo lo que ha sucedido hasta llegar al momento actual y, mucho menos, la gente que se ha quedado atrás, la que luchó por una dignidad (adaptación más ajustada de la palabra pride) que le era negada sistemáticamente. Por ello creo que estas fiestas no deberían desaparecer nunca.
¿Acaso desaparecen otras tradiciones que, miradas desde otro prisma, son igualmente subjetivas? ¿Alguien se plantea que desaparezca la Semana Santa, la Navidad, el Dos de Mayo, San Isidro, La Paloma o Acción de Gracias en Yanquilandia (una fiesta nacional que no deja de ser la conmemoración de un hecho)? El colectivo gay ha sido el único grupo de personas capaz de crear, en pleno siglo XX, una tradición y un -¿por qué no?- folklore con argumentación sólida y un sentido real sin necesidad de basarlo en la religión o el patriotismo. No tiene por qué desaparecer. No debe desaparecer ni aún consiguiendo lo que todavía se sigue reivindicando pese a que parece no escucharse con el ruido de la música y los gritos ensordecedores de tanta gente entregada a lo frívolo y festivo.
Cada uno reivindica como quiere. Reinvidicar significa mostrarse tal como somos cada uno, sin máscaras ni subterfugios. Salir en paños menores y bailando sobre una carroza es tan legítimo como hacerlo vestido de calle y con una pancarta en la mano. Es formal porque es la forma que elige cada un@ de ser y mostrarse ante los demás. Y a los que dicen que ni siquiera todos los homosexuales están de acuerdo con la celebración del Orgullo les diré que por supuesto. Y que eso es bueno y no viene a demostrar más que algo lógico. No todos los heterosexuales piensan igual por tanto no todos los gays, lesbianas, transexuales y bisexuales pensamos del mismo modo. Porque somos diversos y heterogéneos, puede que más que los propios heterosexuales, que suelen vivir encorsetados por el convencionalismo y lo "supuestamente correcto". Siempre he dicho que la verdadera revolución sexual aún está por llegar y debería hacerlo de la mano de los hombres blancos heterosexuales que son los que, pese a dominar, conquistar, colonizar, esclavizar, hacer y deshacer nunca serán verdaderamente libres siguiendo el mismo camino que han ido trazando a lo largo de la historia.
Y a los gays y lesbianas que siguen despreciando o viendo con malos ojos las plumas, los afeminamientos, los travestis, las drag queens y todo eso que a sus ojos les parece o les ha parecido un lastre para los avances en materia de igualdad habría que recordarles que fueron precisamente transexuales y travestis los que iniciaron, hoy hace 38 años, las revueltas de Stonewall, los que dieron la cara porque no podían esconderse porque en su forma de vivir tal como eran tenían, por fuerza, que mostrarse. Hace 38 años se inició el movimiento gay moderno. Hoy creemos que lo hemos conseguido todo pero no es así. Aún queda mucho por hacer. Mucho.
Y, ojalá, si algún día podemos decir (nosotros o nuestros hijos o nuestros nietos) que se ha alcanzado todo lo que se pedía, se siga celebrando el 28 de junio como una fecha festiva, de celebración histórica, de recuerdo de aquellos que no pudieron vivir su vida tal y como hubieran debido y hacerlo desde la tranquilidad y la satisfacción de saber que el tiempo hizo justicia. Ojalá...
Me estoy estresando. Y ya sabemos que yo soy una mala versión femenina de Woody Allen. Creo que ya he quedado con más gente de aquí al sábado que horas tiene el día. Estoy nerviosa, inquieta y excitada (esa excitación no, cochin@s). Tengo una bola en el estómago. No hago más que escuchar la canción de la Terremoto y hasta me emociono cuando empiezo a ver noticias en la prensa seria hablando de la que se avecina.
Hoy comienzan las fiestas oficialmente. Varios pregones y muchos miniconciertos. Hace un rato ya he hecho la primera toma de contacto con la plaza... Miedo me da...
En otro orden de cosas, he visto una camiseta en El Tintero que me ha encantado y que lleva escrito Estoy madurando, perdonen las molestias. Me la compraría pero creo que le vendría que ni al pelo a muchas otras personas antes que a mí...
Seguiremos informando...
Editado para: Decir que si el miércoles había montada en Chueca la que había montada no quiero ni pensar lo que puede pasar el sábado... Mucho me temo que como no me hagan cambiar de idea, mañana me meteré debajo de la cama con Chuchín y no saldré hasta el 2 de julio.
La primera noche de fiestas se ha saldado con una pregonera decepcionante (Marta Sánchez, demasiado diva), un encuentro fortuito, un robo, la firma de un autógrafo al lado de un ombligo, una frase repetida como con sorpresa (¿Ahora le das al agua? Joer, ¿tanta fama de alcohólica tengo?) y una huida despavorida y agobiada de la marabunta...
Madrid es demasiado pequeña para ciertas minorías...
A partir de mañana me pasaré las tardes y noches por las fiestas de Chueca. Intentaré dormir siestas porque si no me veo arrastrándome como un zombie antes de que llegue el viernes. Además, viene gente de fuera a unirse a los que ya estamos aquí y la cosa promete ser movidita. Todavía no tenemos los planes concretados (y yo ya me sé lo que es tratar de mover a grupos grandes de gente en eventos como este, ¡glups!) pero trataremos de hacerlo en los próximos dos días...
Hay muchas cosas por hacer y por ver. Mucha gente con la que encontrarse, reencontrarse o tropezarse (que ya sabemos que todo el mundo, hasta el más inesperado, gusta de darse una vuelta por Chueca durante estos días). Tengo una bola en el estómago porque sé que van a ser días llenos de intensidad y de emociones. Sólo espero salir ilesa...
Hoy el alter ego de Arrierita tenía un nuevo acto público en el que mostraría a un público asistente sus lorcillas y su cara de "¿pero qué hago yo aquí?". Y para colmo, el acto se llevaba a cabo en un lugar que al alter ego de Arrierita le produce un poco de sarpullido sólo con ver sus siglas. La SGAE. En la sede central, ese palacete modernista que quedaría bien en Barcelona pero que aquí en Madrid desentona como una coliflor en un campo de lechugas.
Acompañada por mi fiel fan y groupie, MariPili (a quien -Oh, I can't believe it!- se le había olvidado la cámara) nos dispusimos a entrar en el susodicho edificio notando cómo nos comenzaba a picar un poco el cuerpo... Ya en la sala en la que se iba a celebrar el evento, el alter ego de Arrierita fue presentada y empezó a dar besos por doquier a los otros autores y a los actores que iban a leer fragmentos de las obras (y que ahora no enumeraré porque eran demasiados). Baste decir que se tocaban los grandes géneros literarios: novela, poesía y teatro. Así que los autores y la presentadora nos subimos a unas sillas dispuestas en el escenario (y los vasos de agua -del grifo, seguramente- en el suelo, que será que no tienen presupuesto ya no para comprar mesitas sino para unas míseras botellas de agua).
Lo divertido llega cuando resulta que el alter ego de Arrierita es la primera en hablar. Muertita de miedo se acerca al atril y vuelve a darse cuenta de su mala cabeza. Todos los autores portaban en sus manos folios doblados o blocs de notas con su discurso preparado y ella, más chula que un ocho, siempre dejandolo todo en manos de la improvisación. Pero bueno, como no es la primera vez que la pasa (ni la segunda ni la tercera... ni la duodécima) salva el pellejo como buenamente puede y da paso a la actriz que iba a leer dos fragmentos de su última novela (para los interesados, era Berta de la Dehesa, conocida por interpretar a Jimena en Yo soy Bea... serie que, obviamente, no he visto nunca y a la cual tuve que buscar en Internet pero que es como una especie de Tete Delgado más jovencita).
Al alter ego de Arrierita le resultó curioso escuchar en voz alta las palabras que ella misma escribió hace un año por estas fechas. Otra amiga que también asistió al acto le dijo que incluso se había emocionado. Si es que son todas unas sentimentales... ;-p
La sorpresa llegó cuando al final sólo quedaba un autor por presentar y el alter ego de Arrierita se preguntó a qué género pertenecería. Y no era otro que el género que ahora domina las vidas de tantos y tantas. Sí. Ese. Justo. Los blogs. Las miradas sarcásticas se cruzaron entre algunas asistentes y el alter ego de Arrierita. Si es que ni tratando de huir de él nos libramos del mundo blogueril...
Y así concluye esta larga semana en la que me temo que ni yo ni muchos vamos a parar un sólo momento... Ay, ay, ay... ¡¡¡Qué ganas de que llegue el sábado!!!
Por cierto, a la derecha tenéis el vídeo de la canción oficial del Europride, Libérate, la primera canción original de La Terremoto de Alcorcón (con un estribillo repleto de títulos de canciones, juas). No hago más que escucharla e imaginarme pegando botes en la mani...
No estuve cerca de ninguna hoguera pero acabé la noche quemada. Pasé el día en casa muy bien acompañada por un par de amigas. Hablando, comiendo y tal. Hasta ahí todo bien. Pero empezaron a llegar las tormentas vía Messenger y sms. Los nervios y los cabreos afloraron. Y la cosa se puso fea pero no quise hacerle caso.
Luego me quedé sola. Con la idea bien clara de que ya no saldría. Estaba cansada. No me apetecía nada. Me quedaría viendo alguna peli. Pero un nuevo sms y una llamada al borde de la medianoche me hicieron que me diera una ducha rápida y saliera a la calle.
Y ahora llegan las preguntas…
¿Qué coño hacía Arrierita a la una y pico de la noche sentada en las escaleras de Correos (je) fumando un cigarrillo tras otro? ¿Por qué se sorprendió tanto cuando vio banderas y emblemas futboleros? ¿No se suponía que el Madrid ya había ganado la liga y ya había sido convenientemente celebrado? Y, volviendo a Arrierita, ¿qué hacía hablando por el móvil con una persona que no era a quien estaba esperando? ¿Qué le estaría contando? ¿Y qué le contaba esta persona a Arrierita?
Y más preguntas un rato después…
¿De qué hablaban tan seriamente Arrierita y la persona a la que había estado esperando en las escaleras de Correos (je)? ¿Y por qué habían quedado tan tarde si no querían ir de bares (con la inevitable consecuencia de que a) las iban echando de los “lugares tranquilos” en los que recalaban y b) tenían que apurar sus consumiciones en uno o dos tragos rápidos, acrecentando así la ya inminente borrachera)? ¿Por qué Arrierita aguantó casi hasta las cinco de la mañana cuando al salir del primer local en el que ella y la persona a la que había estado esperando en Correos (je) fueron invitadas a marcharse ya no había mucho más que decir?
Y algunas preguntas para el final…
¿Por qué tenía tanta prisa Arrierita mientras bajaba por Barquillo en dirección a los búhos (total, ya no importaba ir despacio o deprisa)? ¿Por qué cuando volvió a situarse junto a las escaleras de Correos (je) sintió que las cuatro horas anteriores habían pasado en un suspiro o que no se había movido de allí en toda la noche o que acababa de estar en ese mismo sitio hacía un momento? Entonces, Arrierita, antes de montarse en el autobús que la llevaba de vuelta a casa, miró a su alrededor y pensó que últimamente su vida y la de los que la rodeaban era como una novela de Paul Auster en la que todo está relacionado, en la que la acción de los distintos episodios la dominan el azar y la casualidad. Y también pensó que quizá tuviera razón la persona a la que había estado esperando en las escaleras de Correos (je) y no era bueno repetir ciertos esquemas…
Unas pocas más a modo de epílogo…
¿Por qué Arrierita, cuando por fin llegó a casa, se preparó un Cacique con cocacola (lástima, no tenía Ballantine’s)? ¿Es que no venía suficientemente borracha ya? ¿Y qué hacía a las seis y diez de la mañana hablando por el móvil con la misma persona con la que estaba hablando mientras estuvo esperando en las escaleras de Correos (je)? ¿Por qué esa persona hablaba en susurros? ¿Y por qué le dio la sensación entonces de que muchas veces hacemos la vida más complicada de lo que es? Y la más importante de todas… ¿por qué pese a haber apagado la luz a las seis y cuarto, Arrierita tuvo que abrir el ojo a las nueve menos cinco y después fue totalmente incapaz de volver a dormirse?
Que hoy era domingo, coñe... Pero la noche de San Juan fue devastadora sin necesidad de fuego…
Soy una persona muy intuitiva. Lo que me jode es que, pese a saberlo, nunca acabo de hacer caso a mi propia intuición. La curiosidad me puede y siempre intento averiguar las cosas. Pero ya sabemos que la curiosidad mató al gato.
Las preguntas se pueden hacer por acción u omisión. Del mismo modo que las respuestas pueden darse por acción u omisión también. Y a mí hoy me han quedado por fin claras las cosas que venía intuyendo desde hace tiempo.
A partir de hoy y hasta el 2 de julio servidora no va a ser persona. Esta noche es el pistoletazo de salida de la particular navidad bollomarica. Hay tantas programaciones, actividades y organizadores que al final terminan provocando confusión en mi pobre cabeza. Y, para colmo, yo estoy metida (qué raro, ¿verdad?) en algunas de ellas. ¿Por qué si no me iba a acostar tan temprano un viernes y, lo que es aún más dramático para mí, madrugar un sábado si no tuviera ningún compromiso?
El 2 de julio estaré para que me cojan con pinzas, lo sé...
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He guardado las armas y las municiones momentáneamente. En cuanto pase el fin de semana volveré con renovadas energías... ;-p
Si algo ha quedado demostrado con el post de ayer (o, mejor dicho, con las reacciones que ha provocado) es que en la bollosfera, igual que en la vida real, lo que gusta es el barrillo, la polémica y el opinar cuanto más mejor…
Y hablando de opiniones… Hay algo que se suele olvidar y es que opinar sólo debería ser una cuestión de intercambio de pareceres y no una guerra abierta cuando encontramos gente que no comulga con lo que nosotr@s pensamos. Si hay algo que me gusta de los blogs es que puedo encontrar opiniones para todos los gustos. Con unas puedo estar de acuerdo y con otras no pero todas me hacen pensar, posicionarme y plantearme nuevas preguntas.
Sin embargo, tal y como decía ayer, esas son cosas que en la bollosfera se están olvidando. Lo que se lleva es el o estás conmigo o estás contra mí. En ese sentido puedo incluso estar de acuerdo con el comentario de Marta con la salvedad de queno creo que seamos como las chicas de un colegio mayor sino como las niñas de un jardín de infancia. El ale, ya no te ajunto se ha cambiado por el ale, te quito de mis enlaces porque no quiero que nadie llegue a tu página desde una tan superguay chachi lerendi como la mía que, además, si te tengo y eres incómoda, me aportas mala reputación. Y a partir de ahí no es que dejen de leer tu blog (of course, que la curiosidad y el morbo puede a la más pintada), no. Pero ya lo hacen esperando el momento en que toques algún tema que les interese y/o les afecte para comentar de forma anónima y así dejar su huella. Cosa que no entiendo porque los anónimos se pierden en el limbo de las palabras. Un comentario que sabes de quién llega te puede hacer situarlo en un contexto y unas circunstancias. El anónimo no sabes de dónde viene y, probablemente, no vaya a ninguna parte.
Ahora mismo leo muchísimos menos blogs que antes. Y la mayoría de ellos los leo a través de Bloglines por lo que rara vez comento. Es como si se me hubieran quitado las ganas. Si comento para bien, estoy haciendo la pelota a quien lo escribe. Si comento para mal se puede tomar como un ataque frontal. Aparte de que a mí también, como dijeron muchas en el anterior post, me gustan los blogs metralleta o los irónicos y de esos, por desgracia, quedan pocos.
He oído muchas voces que hablan del libro naranja y de lo que supuso. Lamentablemente OPINO que el espíritu reivindicativo (que era bastante) que tenía esa compilación ha ido languideciendo a través de una serie de post (ojito, que nadie se tome a mal los siguientes adjetivos) insustanciales, ombliguistas y complacientes. Yo OPINO, me da la sensación de que muchos blogs han pasado de ser un medio de expresión, de ironizar sobre determinados temas o de, incluso, parodiarlos a simples páginas en las que se cuenta una realidad cotidiana (a menudo carente de interés) con el único objetivo de recibir adulaciones de la cohorte de admiradoras. Algo lógico, por otra parte, puesto que al cabo de cierto tiempo las que más suelen comentar son aquellas que ya te conocen y tú a veces no quieres contar muchas de las cosas que te pasan porque a) las que te leen ya las saben (¿dónde quedaron aquellas crónicas de las continuas kedadas blogueras que narrábamos con pasión y leíamos con fruición?) o b) no puedes contarlas porque inmiscuirías a personas que no quieren que hables de ciertas cosas.
Que conste que yo soy la primera que he ido derivando a post insustanciales, ombliguistas y complacientes. Cualquiera que eche un vistazo a mi antiguo blog (sobre todo a la época anterior a las kedadas) se encontrará con muchos post hipermegalargos (de algún sitio me tenía que venir la fama de los post de Arrierita se leen en diagonal) en los que hablaba de muchos y variados temas que no eran sobre mi vida cotidiana. Con el tiempo he ido cambiando a un estilo más minimalista e impersonal (y salvo en contadas excepciones, con post mucho menos extensos). No me apetece contar según qué cosas. Y no por pudor. Ni por vergüenza. Ni por perder el anonimato. Simplemente es que no me apetece. Prefiero contárselo a aquellas que, aún siendo todavía blogueras, yo las prefiero definir como amigas.
Pero por otro lado, puesto que sigo manteniendo mi blog y ya me aburre contar lo poco inspirada que estoy con mi próxima novela, lo cansada que me encuentro por las tardes y las juegas que me corro los fines de semana, me apetece volver a utilizar el blog para lo mismo que lo abrí: para dar MI opinión (personal, parcial y subjetiva). Contar lo que pienso de las cosas que me preocupan, de las cosas que leo en otros blogs que me hacen reflexionar (bien por estar de acuerdo, bien por no estarlo) y quizá así mantener un intercambio de opiniones (personales, parciales y subjetivas) de quienes se pasen por aquí. A ver si todas dejamos eso de o estas conmigo o contra mí de una vez.
Y para empezar, no sé si mañana o próximamente, uno de mis temas favoritos. Ese que tantas polémicas y enfrentamientos despierta. Porque todo el mundo sabe que las lesbianas somos como las superheroínas de los cómics y tenemos un dudoso poder: el de la invisibilidad.
Parece que últimamente hay que explicarlo todo con pelos y señales. O justificar cada cosa que se dice y por qué se dice. El amor no está en el aire pero sí la susceptibilidad de mecha corta y fácil de prender.
No odio los blogs. Al contrario. Me parecen una de las mejores herramientas surgidas de Internet. El blog como medio de comunicación, de difusión de información de todo tipo, de opinión y de tantas otras cosas. El problema surge cuando de lo que se trata es de blogs personales. Y se agrava cuando, además, se circunscribe a una comunidad tan pequeña (en relación al conjunto de la blogosfera) como lo es la lésbica. Una comunidad cuyas cabezas más visibles se conocen en persona o se han conocido en algún momento. Donde se han formado comandos y comanditas, grupos o amistades por separado. Una comunidad en la que todas (creemos que) sabemos todo de las demás y las demás (creen que) saben todo de nosotras.
La sensación que vengo sintiendo desde hace unos días (aunque lleva tiempo germinando) no viene provocada por una sola cosa, persona, bloguera o grupo de blogueras. Es una sensación global. Una sensación que, además, resulta que es generalizada en ciertos sectores de la bollosfera (no confundir con blogosfera, por favor, que, al fin y al cabo, esto no es más que la reproducción virtual de la sociedad real y aquí también hay ghettos, sectores y comunidades). Quizá porque se ha desvirtuado la idea inicial. ¿Alguien recuerda aquellos momentos en los que todas escribíamos con libertad de nuestro día a día porque éste no inmiscuía a otras bloggers ilustres? ¿O cuando hablábamos de las cosas que nos pasaban porque no teníamos ningún temor a que se supiera puesto que nadie nos conocía? Yo sí me acuerdo y, en cierto modo, lo echo de menos.
Lo echo de menos porque aunque pueda parecer que tengo una absoluta falta de pudor para escribir sobre mi vida en realidad cada día me guardo más cosas para mí. Lo echo de menos porque ahora, aunque pueda ser críptica (o justamente por serlo) sé que habrá personas que se sientan aludidas y que se creerán capaces de leer entre líneas. Y muy probablemente yerren el tiro porque los ídem no van por donde se piensan.
Hay gente que me ha conocido a través de este blog. Hay otra que me conoció o me está conociendo ahora. Y hay otra que no sabe nada de mí pero cree conocerme. Y eso que yo nunca he sufrido los niveles de acoso que he visto sufrir a otras blogueras amigas mías. Mi personaje nunca ha causado suficiente controversia para ser de los más odiados ni tampoco adolece del excesivo enjabonamiento que gusta tanto a otras. Suelo aceptar de igual modo los acuerdos y los desacuerdos. Eso sí, en ambos casos me gusta una argumentación coherente. No el “no me gustas” porque sí ni el “me gustas” porque sí. Siempre hay un motivo, aunque sea difuso. Los comentarios me los tomo como lo que son, comentarios libres de personas que deciden pasar por aquí y aportar su granito de arena en forma de opinión. Nunca he borrado un sólo comentario. Ni siquiera algunos ofensivos e insultantes que he recibido.
Sin embargo pienso que la bollosfera ha llegado a un punto peligroso. Se nos está yendo de las manos. Se están confundiendo términos. Y en la mayoría de los casos hemos dejado de ser anónimos nicks para convertirnos en personas de carne y hueso que poseen un escaparate virtual. Un escaparate abierto a todos que puede ser admirado, destrozado e, incluso, pintarrajeado.
¿Cómo se puede seguir estando a gusto escribiendo un blog y, a la vez, estar tan harta de la bollosfera?
Será por eso que últimamente busco alternativas. Gente que no tenga nada que ver con ella. Situaciones en las que la palabra blog pertenezca a un argot ajeno a los presentes. Aunque no por ello he olvidado a quienes he conocido a través de esta página. Sólo a quienes se han olvidado de mí.
Pero empiezo a estar muy harta. Harta de ver dardos envenenenados, malentendidos y obcecaciones. De toda la vida la gente se ha comunicado cara a cara. ¿Por qué no empezamos a dejar la pantalla sólo para los ratos de ocio?
Hoy no sé qué decir. Hay muchas cosas en mi cabeza. Pero si últimamente mantengo la postura de que es mejor no entrar en polémicas, no sería muy coherente que yo las iniciara (o las avivara). Así que me guardaré la rabia y trataré de canalizarla por otros medios. Al fin y al cabo, como dice el refrán, la mejor palabra que se quede por decir...
¿Qué es ir lento? ¿Qué es ir rápido? La percepción de la velocidad no es objetiva ni uniforme. Algo que es lento para mí puede ser para otra persona velocidad de crucero. O lo que para mí puede ser rápido a una tercera le resultara un simple paseo al trote. Lo malo viene cuando coinciden dos personas que no van al mismo ritmo. Para una todo puede estar bien, yendo a la velocidad justa y, mientras tanto, la otra puede desesperarse porque si la dejaran pisaría un poco más a fondo el pedal del acelerador.
Aunque supongo que siempre esperas a que llegue el momento en que la velocidad sea del gusto de todos los pasajeros... Y dicen que hasta entonces sólo queda echar mano de la paciencia...
Hoy voy a salir. A pesar de esta jodía lluvia que ha echado a perder la lavadora que tendí anoche (y que ahora hace que no sepa qué diantres ponerme). Pero no volveré a salir hasta el Orgullo. Primero porque mi economía no me lo permite. Segundo porque necesito descansar. Y tercero y más importante, porque me queda mes y medio para acabar mi próxima novela y ya veo que me pilla el toro... ¡glups!
Así que espero que esta noche sea, cuanto menos, interesante y que no sea sólo una noche más...
Hoy al salir de la oficina he quedado a comer con mi madre postiza. Mientras comíamos hablábamos de las relaciones. Yo le decía que esperaba que no tuviera que verme tras una ruptura porque mi dramaqueenismo suele alcanzar cotas aún no conocidas por la paciencia humana. Ella se ha reído y me ha dicho que lo que ella esperaba era que si tenía que pasar por una ruptura ya hubiese dejado de escribir en el blog. Ha dicho: Es que te imagino tuneándolo y poniéndole pinchos y alambre de espino y luego soltando toda la mierda de golpe... Y yo he pensado que quizá tenga razón. Que ante una ruptura soy de las que tiende a sacar fuera todo lo que se me pueda enquistar. Y no me callo. Y lo suelto todo. Y me quedo tan ancha.
Desde que empecé a conocer blogueras he mantenido férreamente una única máxima: Jamás me liaré con otra bloguera. Hasta ahora lo he conseguido, para sorpresa de muchas. Me parece muy bien que otras lo hagan. Yo no podría justamente por la misma causa que ha mencionado mi querida madre postiza. Acabaría contándolo todo, lo bueno y lo malo. Y ahora, en frío, sé que es algo que no me gustaría llegar a hacer.
Soy consciente de que algún día dejaré de escribir en el blog. No podría decir si será dentro de un mes de seis o de dos años. Pero sé que es algo que no se mantendrá eternamente. Y, como ya dije en el primer post de la etapa blogspot, lo dejaré poco a poco, cuando las actualizaciones se vayan espaciando en el tiempo, cuando no tenga nada que decir. No quisiera que hubiera un último post premeditado diciendo adiós. No quiero una Crónica de una muerte blogueril anunciada. Quiero que este blog muera en silencio, sin grandes aspavientos ni lamentos. Cuando llegue el momento. Que aún no ha llegado, ¿eh? (pues anda que no os queda por aguantar... ¡je!)
Hay mujeres que en lugar de libro de instrucciones deberían venir con una enciclopedia Espasa Calpe en, al menos, 24 tomos ilustrados para poder entender mínimamente su comportamiento. Porque no hay quién las entienda. Ni lo que hacen, ni lo que dicen ni el porqué de ambas cosas. Y ya sé que es casualidad que algunas de ellas provengan del mismo barrio. Bromear acerca de que allí el aire debe ser distinto o que el agua debe tener componentes extraños es sólo eso, bromear. Pero qué puta la casualidad, oye...
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Se acerca el Orgullo. Y este año promete ser más sonado que nunca gracias al Europride. Por un lado dan unas ganas tremendas de apuntarse a un bombardeo y estar presente en cuantos más eventos mejor. Por otro me invade el hastío. La sensación de dejà vú. Y la incomprensión de ver a tanta gente celebrando por todo lo alto una fiesta de origen reivindicativo y subversivo cuando el resto del año parecen olvidarse de lo que significan estos días en la memoria histórica y colectiva de gays y lesbianas. El armario no es un lugar de conveniencia. O se está dentro con todas las consecuencias o se sale de él. También con todas las consecuencias.
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De todas formas el Orgullo es como la navidad de maricas y bollos. Lo esperamos con ilusión. Hacemos planes. Intentamos ver a cuanta más gente mejor. Nos mostramos felices y alegres sin razón aparente. Participamos de rituales con cierta solera ya (manifestación, carrera de tacones, premios anuales,... ¿el picnic del domingo en el Retiro se sigue haciendo?). Yo lo espero con cierta emoción que según se acerca y llega se va disolviendo en mi ánimo como una pastilla efervescente en un vaso de agua. Hasta que llega el día de la manifestación e, invariablemente, acabo encabronada por tantas cosas que no merece la pena enumerar.
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Aún así, este año tampoco me lo perderé. Hace diez años que asistí a mi primera manifestación del Orgullo. Llovía y hacía mal tiempo. Yo llevaba puesta una cazadora vaquera. Todos mirábamos en derredor en busca de cámaras de televisión para escondernos de ellas. Las autoridades dijeron que la cifra de asistentes no superaba las siete mil personas...
Por todos es sabido de mi adicción a las series. Si bien es cierto que me viene de siempre (¿quién no se acuerda de El coche fantástico, El equipo A, M.A.S.H., Falcon Crest, Verano Azul, Los problemas crecen, Melrose Place, Sensación de vivir y taaaaaantaaaaaas series que veíamos en la infancia y/o adolescencia?) en los últimos dos años lo he cogido con renovadas energías.
Sin embargo ahora las series basan su éxito (y provocan adicción) alterando la narración de los capítulos de forma que el conflicto no se inicie y se resuelva en esa unidad dramática sino que, desde el principio, procuran dejar las tramas en el punto álgido para resolverlas a la mitad del siguiente episodio, momento en que se inicia una distinta que, nuevamente queda sin finalizar al llegar repentinamente los títulos de crédito. Por eso hace mucho que dejé de seguir las series a través de la televisión. No podría aguantar la tensión entre un capítulo y el siguiente. Una semana es mucho tiempo y lo más seguro es que luego no recordara bien qué es lo que ha pasado. Por eso prefiero bajarme las series y pegarme la panzada a verlas en dos o tres días. Es más, hoy por hoy soy capaz de tirarme ocho horas frente al televisor viendo un capítulo tras otro de cualquier serie pero no de estar esas mismas ocho horas viendo películas. Ver una serie del tirón es como coger una bolsa de chuches. Coges una y ya no puedes parar. Ver una película es más como sentarte delante de un pastel. Con un pedazo o dos como mucho tienes bastante.
Creo que debo ser la única que aún no ha visto un capítulo de esta serie... Pero todo se andará...
Internet, además, ha sido el principal culpable de la propagación de las series, permitiendo una difusión mucho mayor que la propiamente televisiva. No sólo es que fuera de Yanquilandia podamos seguir las distintas temporadas mucho antes de que algún canal patrio se digne a emitirlas sino que gracias a la red y a la mulita descubrimos series que aún tardarán en llegar o que, en muchas ocasiones, ni siquiera son estrenadas aquí. Ejemplos como The L Word son ya recurrentes. Llegó a España con tres años de retraso, sólo se ha emitido una temporada y, para colmo, en un canal de pago pero ha tenido una repercusión (al menos entre lesbianas) que no hubiera tenido de no existir la posibilidad de descargarla a través de la red.
Estoy a la mitad de la tercera temporada... Y me está gustando más que la segunda...
De todas formas mi adicción no empezó con la serie bollo por antonomasia sino con otra que, en cierto modo, también fue la que revitalizó este género televisivo, Lost. O Perdidos, como se prefiera. Y mira que al principio no me llamaba nada la atención. Pero por aquel entonces yo aún veía televisión y una noche, mientras cenaba, zapeando acabé en la Primera mientras la emitían. Pillé un capítulo ya empezado de la mitad de la primera temporada. Me intrigó. Pero mi -por entonces- vida social y mi falta de disciplina y horarios fijos me impidió seguir viéndola. Cuando terminó la primera temporada, los señores de TVE decidieron volver a emitirla desde el principio. Así que me senté a ver el primer capítulo, que era doble (ese que dicen que fue el episodios piloto más caros de la historia) y nada más acabar decidí que me la bajaría. Lo mismo me ocurrió con Mujeres desesperadas, Anatomía de Grey, House, Prison Break, Héroes y otras tantas. Hasta el punto de que ahora oigo hablar de una serie y, tras investigar un poco en Internet acerca de su argumento y pautas iniciales, pongo a la mulita a currar, como he hecho en las últimas semanas con dos series de producción nacional, Cuenta atrás y El internado.
Otra que me he negado a ver hasta que no se me descargue enterita. Y es que intuyo que me va a enganchar...
Hoy he acabado la tercera temporada de Lost. La primera me fascinó. La segunda llegó a aburrirme en algunos momentos. La tercera, tras los primeros seis capítulos y ese abrupto parón de varios meses, me tenía desconcertada. Y mi interés descendió considerablemente. Pero una vez retomaron las emisiones y la he ido viendo me ha vuelto a enganchar. Me he visto los últimos diez o doce capítulos en los últimos días. Ha habido cosas que me han decepcionado y que no contaré para no hacer spoiler. Pero ahora sólo tengo ganas de que empiecen con la cuarta temporada cuanto antes.
Yo y mi activismo recalcitrante. Justo hoy pensaba que era raro que no hubieran metido a nadie de la acera de enfrente. Debería haber al menos uno, ¿no? Por aquello de cubrir cuota de mercado...
Ya se sabe que habrá tres temporadas más, en total serán seis y la serie finalizará -esperemos- en 2010. Aunque habrá menos capítulos por temporada. Eso también se le puede achacar a Internet -que a veces tiene su parte negativa-. El hecho de que la mayoría de la gente la siga a través de las descargas ha conseguido que las audiencias bajen. Aquí en España, TVE la ha maltratado impunemente, programándola a horas tardías, cambiando el día de emisión o alterando el orden de los capítulos (igual que a Mujeres desesperadas) en lugar de convertirla en el producto estrella de su programación. Algo que Cuatro con House y Anatomía de Grey o La Sexta con Prison Break han sabido hacer muy bien.
Lost no es mi serie favorita. No lo es ninguna de las que he mencionado. Yo nunca he tenido favoritismos en estos temas. Ni serie, ni película, ni libro, ni cantante o grupo ni nada favorito. Siempre he pensado que no tengo por qué limitarme a una sola cosa cuando en el mundo quedan tantas por descubrir.
Aunque, la verdad, esto ya empieza a parecerse a Los Inmortales. Ya sabéis, aquello de Sólo puede quedar uno... (o algún reality tipo Supervivientes).
Eso sí, pese a que no sea mi favorita (aunque sí que es cierto que es una de las que más me gustan) se la recomiendo a todo el mundo.
P.D.:Este post va especialmente dedicado a la madre de Rita, serieadicta como yo. Seguro que ella me entendería a la perfección. Lo malo es que nos tiraríamos horas hablando de las series que vemos... ;-p
El otro día hablaba de las cosas de la familia. Y sigo en esa línea.
Casi tod@s hemos oído hablar acerca de eso de la familia vertical y la familia horizontal. La familia vertical es la biológica, la que nos viene dada por nacimiento. Se constituye en vertical (de ahí lo del árbol genealógico), de ascendentes a descendentes mediante grados de importancia. Padres, hermanos, tíos y primos hermanos en línea directa. A partir de ahí el resto en ramificaciones que pueden no tener fin o pueden no llegar muy lejos.
La horizontal se asemeja más a una enredadera. Son los amigos y conocidos, esas personas con las que te vas topando a lo largo de tu vida y que, temporal o perennemente, forman parte de tu vida. Los más cercanos llegan a suplir en muchos momentos los papeles que la genética asignó a otras personas.
Siempre he dicho que JM es como el hermano que nunca tuve. Su influencia en mi vida es constante y sin lugar a dudas ha sido una de las más positivas. Ha estado siempre en lo bueno y en lo malo. Para ir de juerga y para escuchar mis miserias (que, dramaqueenismo o no, han sido unas cuantas). Para hablar de lo divino y de lo humano y para marujear sobre nuestros amigos y conocidos. De él he aprendido tanto que no sabría ni por dónde empezar. Y en lo único en lo que confío es que el tiempo no lo aparte de mi lado.
Luego, últimamente, otra amiga se ha convertido en -como dice ella- mi madre postiza en Madrid. Hablamos muchísimo durante todo el día a través de distintos medios (mails, sms, msn, por teléfono y en persona). Nos hemos contado muchas cosas pero sabemos que ambas somos de ese tipo de personas que tienen muchas cosas detrás y siempre saldrá algo nuevo que aún no habíamos mencionado. Esta madre postiza no lleva mucho tiempo en ese papel pero algo me dice que la amistad que estamos construyendo ahora puede durar mucho tiempo.
Pero no todo iban a ser figuras protectoras (hermano mayor, madre postiza). También hay personitas que me provocan ternura e instinto de protección. Y entonces soy yo la que me adjudico el papel de hermana mayor. Y eso ocurre con MariPili que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en una presencia constante en mi día a día. Alguien que me importa y me preocupa porque, en el fondo, es tan achuchable como un osito de peluche y no puedes evitar quererla.
Son sólo tres ejemplos pero podría poner muchos más. A día de hoy, por muchos amig@s que se hayan quedado en el camino y que yo pensaba que durarían más, me siento muy orgullosa de que estas y otras tantas personas estén en mi vida y que me dejen considerarlas amigas mías.
(Sí, definitivamente se me ha subido la ñoñez a la cabeza... ¡Glups!)
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En otro orden de cosas, el chico que se pasó por la caseta de la Feria el otro día y que, tras comprar una de mis novelas, me dió un dvd con la primera temporada de una serie, me ha dedicado una reseña en su blog. Tras leerla no he podido evitar la polémica que hubo en este blog hace un par de meses. No sé si las que la causaron seguirán rondando por aquí pero las invitaría a comprobar cómo una crítica puede ser constructiva sin ser insultante y que tampoco hay que ser complaciente para alabar lo que te ha gustado de una obra. Pinchen aquí y lean.
Como ya me esperaba, hoy en la oficina tocaba el visionado de las fotos de la boda de La Pija. Así que a primera hora todas nos hemos apiñado en torno al ordenador de Ricitos para echarles un ojo. Nada más verlas me he alegrado sobremanera de no haber ido porque me hubiera sentido como un pulpo en un garaje. La verdad es que no pintaba nada allí. Las bodas típicas y tópicas no son para mí. Ya me dijo alguien hace un par de semanas que yo era un poco antisistema. Aunque no estoy muy de acuerdo porque a veces descubro partes de mí de lo más conservador y estoy perfectamente integrada en el engranaje social, supongo que algo de razón sí que tiene...
El resto de la mañana ha sido agotadora. Creo que últimamente estoy trabajando todo lo que no he trabajado en el año y medio anterior. Además, hoy era el día de los marrones. Unos papeles que no aparecían y que eran importantes y que al final tenía Jefa. Pero claro, no pasa nada. Si los hubiera traspapelado yo, se me hubiera caído el pelo...
Y para rematar la faena estoy mortalmente cansada (porque apenas he dormido durante el fin de semana) y me caigo de sueño por las esquinas. Y no sé si será esa combinación de sueño y cansancio la que hace que tenga una extraña sensación de inquietud y desasosiego. Para colmo no soy la única a mi alrededor que está igual. Es como si percibiéramos que algo va a pasar. No sabemos si es bueno o malo pero sí que algo raro va a pasar.
Como a mí esto es algo que me pasa a menudo, trato de no pensar mucho en ello (pese a que la experiencia me ha enseñado que, cada vez que me pasa, sucede algo). Tal vez sea que, pese a que no tengo una preocupación principal que me quite el sueño, tengo pequeñas preocupaciones que me hacen estar inquieta. Quizá el trabajo, mi próxima novela, cosillas familiares y/o emocionales...
En fin, supongo que en unos días sabremos si nuestro pálpito tenía razón de ser...
El verano ha empezado oficialmente. Ya ha pasado el cuarenta de mayo así que ya va siendo hora de quitar el nórdico de mi cama (aunque pensándolo mejor debería dejarlo y sudar cada noche un par de litros, quizá así adelgazaría). Y yo aguanto muy mal el calor.
El sábado en la Feria del Libro creí que me derretía. Además, últimamente, como llego tarde a todas partes siempre termino corriendo y recorrerse todo el paseo de la Feria echando el bofe por la boca bajo el ardiente sol del mediodía no puede ser bueno.
Afortunadamente, mi querida MariPili con mi no menos querido Pepe, se pasaron a hacerme compañía durante todo el tiempo que estuve allí. Y volvimos a comprobar el poder de convocatoria que tienen la blogosfera y descubrimos que los blogs de lesbianas son leídos por chicos. Un muchacho compró uno de mis libros y mientras se lo estaba firmando dijo leer mi blog, reconoció a Pepe y antes de marcharse me dejó un dvd con la primera temporada de una serie titulada Cómo conocí a nuestra madre. Desde aquí le doy las gracias porque se fue tan rápidamente que no me dio tiempo a hacerlo entonces...
Luego nos fuimos a comer y tomar café por Chueca. Aún con sensación de insolación volví a casa para sacar a Chuchín y acto seguido largarme a donde Cristo perdió el gorro para la fiesta de cumpleaños de mi primillo.
He vuelto hoy sintiéndome más cansada que en mucho tiempo. Hastiada de todo y de tod@s. He pasado la tarde viendo capítulos de Mujeres desesperadas. Ahora estoy vislumbrando la larga semana que comenzará en un rato y se me hace cuesta arriba. Empiezo a estar muy harta de según qué cosas...
De propina os dejo Cuánta vida, la última canción de Pastora. No es el adelanto de ningún nuevo disco del grupo catalán sino un single que sólo se puede descargar en Internet (legal e ilegalmente, obvia decir cuál ha sido la vía utilizada por mí para escucharlo a todas horas en mi mp4). Me ha encantado. Y me siento muy identificada con lo que dice. Cuántas veces, cuántas vueltas tienes tú que dar, tú que dar... Será que estoy un poco mareada... :-S
Mañana se casa La Pija, mi compañerilla de tribulaciones laborales. Al final, dada mi paupérrima economía (tres días de fiesta en mayo y otros tres malita han menguado en demasía mi cuenta corriente) no voy a poder asistir. Por una parte me hacía ilusión ir porque era la primera boda a la que me invitaban en mi vida adulta y sin que fuera nadie de la familia; por otro, la perspectiva de pasar la tarde y la noche en un bodorrio en el que sólo conozco a mis otras compañeras y a los novios no me seducía demasiado. Aparte de que, como ya dije en su momento, llevo desde el 92 sin asistir a una boda. Y más o menos unos catorce años sin pisar una iglesia (y eso que tengo un pasado cristiano –que no católico, apostólico y romano- del que no suelo hablar mucho y que tengo bastante olvidado).
La verdad es que lo de casarse por la iglesia me parece algo contradictorio. La mayoría de parejas (heterosexuales, claro está) quieren casarse por la iglesia porque luce más, es más vistoso. Además, en muchos casos los miembros de la pareja no son excesivamente creyentes. Por eso me parece una contradicción. Porque si yo no creo en algo o no estoy demasiado segura no tomaría unos votos que para otros tienen mucho más significado. Ni lo haría por complacer a mi pareja (del mismo modo que tampoco esperaría que mi pareja me complaciera a mí). Aunque no soy creyente considero que algunas cosas relativas a la religión se toman un poco a la ligera (aunque luego la Iglesia y lo que ella opine tenga tanta importancia para tantos). Si me jode figurar en el censo de cristianos porque en su momento otras personas decidieron por mí que debía ser bautizada para no acabar en el limbo si me moría (pese a que ahora la Iglesia diga que ese lugar no existe y pese a que a mí me bautizaron con tres años y soy capaz de recordar mi propio bautizo) me parecería una incongruencia llevar a cabo uno de los sacramentos sólo porque queda bonito.
Con respecto al matrimonio siempre lo he tenido claro. No me gusta. Desde pequeñita me llamaba más la atención eso de arrejuntarme. Quedaba como muy moderno y liberal (y rebelde y subversivo en según que esferas) irte a vivir con el novio sin pasar por vicarías ni juzgados por muchas ventajas fiscales o sociales que perdieras. Luego, cuando lo de emparejarme con un hombre se convirtió en una de las dos opciones posibles, el concubinato o arrejuntamiento se convertía en la única opción posible puesto que estaba claro que con una mujer nunca me podría casar. Así que seguía siendo moderna y liberal.
Ahora que podría casarme tanto con hombres como con mujeres mi postura ha cambiado ligeramente. Si acabara emparejándome con un hombre seguiría siendo reacia al matrimonio. Por convicción personal. En cambio si me emparejara con una mujer supongo que sí que acabaría pasando por el juzgado. Por convicción política y activista. Porque aunque una de las razones que yo y muchos como yo esgrimíamos para pedir una ley de matrimonio homosexual era la de “quiero poder decidir que no me caso pero porque no quiero, no porque no pueda hacerlo”, a día de hoy creo que lo haría (ventajas fiscales o sociales aparte) por ejercer un derecho que hasta anteayer nos era negado y por tocar un poco las narices. Incluso trataría de que el juez o concejal que me casara fuera un facha recalcitrante para poder dedicarle una gran sonrisa de satisfacción.
De todas formas, poniéndome un poquito más radical, el matrimonio me sigue pareciendo una institución rancia y arcaica. En lugar de aprobar una ley para que las maricas y las bollos podamos casarnos en ceremonias de diez minutos en cualquier juzgado o ayuntamiento, lo que yo querría sería abolir todo tipo de matrimonios. Eso sí que sería una revolución. Las ceremonias son ceremonias y por ello son meramente simbólicas, la demostración del amor que dos personas se profesan. Pero puesto que no todos los matrimonios son por amor y, después de todo, todo se reduce a firmar un papel que certifica una unión de dos personas (un simple contrato, al fin y al cabo) a mí, francamente, me resbala como se llame siempre y cuando pueda llevarla a cabo. Otra cosa es que vivamos en una sociedad articulada y estructurada en la no quiero ser ciudadana de segunda y poder ejercer mis derechos si me apetece y una de las pocas cosas de las que me siento orgullosa del país en el que vivo es que es uno de los pocos en el mundo en el que se ha alcanzado ese logro. Aunque en la práctica las cosas sigan siendo un poco más complicadas que firmar un papel.
Así que sí, blogueras y blogueros, Arrierita llegaría a casarse con una mujer. Pero claro, primero tendré que encontrar a una que me aguante… ;-p
Publiqué mi primera novela a finales de 2003. Desde entonces he publicado dos más. La cuarta, si nada falla, verá la luz en otoño. En todo este tiempo me he enfrentado a todo lo que conlleva presentar una obra de cara al público: entrevistas con medios, presentaciones públicas, charlas, conferencias, firmas de libros, gente que me reconoce y amigos de amigos que, tras leer alguno de mis libros, quieren conocerme. Bien es cierto que ahora lo llevo un poco mejor que antes pero los nervios son mi punto débil y me sigue costando.
Me sigue costando porque, aunque muchos y muchas no lo crean, soy increiblemente tímida. Vale, probablemente aquell@s que estén leyendo esto y tengan en la cabeza una estampa mía rajando sin parar estén ahora mismo alzando la ceja con expresión escéptica. Pero soy tímida. Una tímida extrovertida, como dice una amiga mía, pero tímida al fin y al cabo.
Soy tímida cuando me presentan a alguien porque la mayoría de las veces no sé qué decir ni cómo actuar y me suelo quedar callada observando a la otra persona con cara de lela. Si tanto la otra persona como yo soportamos ese primer impacto, la cosa se relaja y entonces me muestro tal y como soy, me pongo a hablar y probablemente peque de exceso de confianza, tanto dándola como tomándola.
Por eso tardes como la de hoy en las que mi amiga S. ha flipado y se ha descojonado viendo cómo, gracias al dependiente de cierta librería, me salían lectoras debajo de las piedras y él las tomaba de la mano para arrastrarlas -literalmente- a cierta cafetería de la que soy habitual para presentarmelas. Y claro, en situaciones como esa, yo me quedo un poco parada, sin saber muy bien ya no qué decir sino siquiera cómo empezar una conversación mínimante coherente sin quedar como una payasa. Porque no sé qué debería decir, no sé qué espera la otra persona que diga o que haga y probablemente se lleve una imagen de mí que no es la real.
Por eso advierto, si alguna vez me encontráis por ahí y nos presentan, no os dejéis llevar por la primera impresión. Cuando mi timidez innata se aburra de estar en medio, aflorará la petarda que en el fondo soy... ;-p
P.D.: Y si de verdad queréis comprobar cuán tímida soy, el próximo sábado 9 de junio el alter ego de Arrierita volverá a estar firmando ejemplares en la Feria del Libro en la caseta de Odisea Editorial (la 217) de 11.00 a 14.00 horas. Ya sabéis, dedicatoria especial a las que se identifiquen como blogueras o lectoras de blogs...
Siempre lo digo. No soy una persona apegada a la familia. Y también digo siempre que es justamente ese desapego el que me hace querer a mi familia mucho más ahora que cuando convivía con ella. Aparentemente puedo resultar mala hija/sobrina/nieta. No necesito un contacto continuado con mis familiares y debo ser la única de mi oficina (nuevas aparte y porque no tienen teléfono) que no hace la llamadita diaria a su madre. Yo Siempre he sido de las que prefiere llamar a sus amigos.
Tengo una amiga con la que últimamente hablo todos los días, incluso más de una vez, y es raro que nos vayamos a dormir sin la llamada de rigor al filo de la medianoche. Con esa y con otr@s tant@s amig@s tengo más contacto que con mi familia. Y, repito, que nadie piense que no quiero a mi familia. Pero mi familia de sangre es la que me encontré y a la que no puedo cambiar. Mi familia fraternal se compone de mis amigos. A esos los he elegido yo y somos ellos y yo, de mutuo acuerdo, los que decidimos permanecer en la vida del otro (o no permanecer, aunque estas decisiones suelen ser unilaterales. Pero a estas alturas de la película hay personas que me importa más bien poco que salgan de mi vida después de las cosas que las he visto hacer y hacerme). Mi familia fraternal muy a menudo me ha demostrado mayor lealtad, confianza y cariño que mi familia de sangre. Y en algunos casos son más fieles que aquellos con los que compartes apellido.
Otra cosa que me llama la atención últimamente de la mayoría de mujeres que me rodean es el vínculo que tienen con sus madres. El otro día cierta mujer, tras varias menciones a la señora que la trajo al mundo, se revolvió incómoda en su asiento y dijo: Bueno, vale ya de hablar de mi madre, que hace mucho que me destetaron... Yo sonreí con media boca. Comprendo perfectamente ese vínculo pero me resulta extremadamente ajeno porque el vínculo con mi propia madre lo tuve que crear ya siendo adulta y en esos casos es difícil (re)crear esa misma conexión que veo entre las madres e hijas que siempre han compartido su vida. Cuidado, no lo digo con pena. Yo he decidido qué tipo de relación tengo con mi madre, una relación relativamente cómoda vista desde fuera pero bastante complicada si una, con todos los elementos disponibles, se para a analizarla.
Por eso a veces me resulta tan raro asistir al relato que mis amigas o conocidas me hacen del día a día con sus madres, de la necesidad de pasar tiempo con ellas o de las confesiones que se hacen. Porque mis recuerdos de cuando vivía bajo el hogar paterno (que ya me comienzan a resultar muy lejanos) son de que cuanto menos tiempo pasara con mi familia tanto mejor. Y si después he creado algún tipo de juego de confidencias con mi madre ha sido porque hasta cierto punto, era la única con la que podía hablar con total libertad (aunque ahora mi abuela quiere ganar terreno y comienza a insinuarme veladamente que le puedo contar mis cosas si me echo novia... jur jur).
Me llama la atención. No puedo evitarlo. Porque me siento extraña y me resulta ajeno. Tal vez yo sea la rara. Tal vez sea yo la que tiene el problema. Pero hace ya demasiado tiempo que tomé las riendas de mi vida y mis lazos familiares son lo suficientemente holgados como para que no me hagan sentir ningún tipo de agobio... ¿Seré una insensible o una egoísta? Tal vez. Pero tengo muy claro (siempre lo he tenido) que la única que puede vivir mi vida soy yo.
Queridas internautas, cuando sepa algo de la serie (página donde se vaya a colgar, día del estreno, etc) es evidente que lo anunciaré por aquí pero, aysss, si nadie se atreve a pasarse por el rodaje (ro-da-je, es decir, aún no está rodada) y no se pueden rodar escenas con la necesaria figuración... pues eso hará que el producto final no sea tan bueno como cabría esperar... Si es que mira que somos las bollos, preferimos quedarnos en casita, bien cómodas, a hacer algo por la visibilidad...
Si es que, endeluego... ;-p
En otro orden de cosas, yo sí que me he quedado en casita hoy. Y más que por ser o sentirme bollo ha sido por sentirme muy mujer y tener un dolor de ovarios muy propio de mi propia feminidad... Así que después de comer, viendo que me quedaba completamente sobada en el sofá, he decidido echarme una siesta de campeonato. Y ahora, tras la realización de algunas pequeñas tareas domésticas y una pequeña investigación personal vía San Google (hay que ver la de cosas que puedes saber de una persona anónima con el buscador por excelencia ;-p), voy a acostarme y a dormir cual lirón que hiberna...
Primero fue Queer as folk. Luego llegó su versión lésbica con The L Word. Aquí en España, al hilo de la primera, surgió, verbigracia de Internet, Lo que surja y por ahí dicen que hay otra serie que en breve colgarán también en la red pero de chicas. Pues bien, esta última serie no va a ser la única que las bollis y bibollis tengamos pendientes de ver en el YouTube o similares. Otra serie se está rodando ahora mismo en Madrid y una de sus artífices me ha pedido que haga un pequeño llamamiento a través de este blog. ¿A que molaría aparecer cerca de las protagonistas de una serie de lesbianas? Pues quien quiera, podrá hacerlo. Aquí os dejo los datos:
DÍAS DE FIGURACIÓN
Miércoles 6 de junio a partir de las 14h. Sábado 9 de junio a partir de las 10h. Martes 12 de junio a partir de las 08h.
LUGAR El Sector C/Quintana, 17 (metro Argüelles o Ventura Rodríguez)
Llevo cuatro meses viviendo realmente sola. Sin compañeros de piso ni nadie que me moleste. Tan sólo me hace compañía (y mucha) Chuchín Infernal. No echo de menos vivir con gente. Me gusta estar sola. Y cuando no quiero estarlo cojo el teléfono y llamo a alguien. Sólo he notado cambios para bien. Estoy más tranquila, más relajada y menos irascible que cuando me cruzaba por el pasillo a los desconocidos que, por temporadas, eran mis compañeros de piso.
Pero hay algo que sí ha cambiado. Y es que ahora me he vuelto mucho más perra y vaga que antes. Limpio con menos frecuencia y el tener dos cuartos vacíos me ha hecho convertirlos en cuartos de los trastos. En cuanto a lo primero, está claro que siendo una sola persona que apenas mancha el piso no puede estar muy sucio. Y, total, nadie va a subir a verlo ni me va a decir nada (tranquil@s, que cuando vienen mis amig@s sí que limpio a conciencia). En cuanto a lo segundo, he convertido una de las habitaciones en el cuarto de la ropa limpia. Esto quiere decir que cuando quito la ropa de la cuerda, como no tengo tiempo o ganas de doblarla y meterla en su sitio, la dejo allí a la espera del momento de hacerlo. Con lo cual nunca llego a hacerlo y cada vez más, al vestirme, acudo allí en busca de las prendas.
La vida de soltera es caótica. Mi nevera tiene eco. Se me acumulan las tareas pendientes. Hago mucho el vago y pierdo mucho el tiempo. Este fin de semana, sin ir más lejos, tras recuperar el sueño perdido por las veintiseis horas sin dormir del viernes, me lo he pasado casi entero en pijama, alternando el sofá y la cama, el televisor y el ordenador, el fijo y el móvil... No he hecho nada. Nada de nada.
Pero qué bien sienta ser dueña de tu propia vida...
La próxima vez que quiera llegar pronto a casa diré que me voy a ir de empalmada y a cerrar todos los afters de la ciudad. Porque decir que me iré con el último metro o con un buho no demasiado tardío no sirve para nada...
A las nueve y media he llegado a casa, tras una noche entera hablando como una cotorra... Creo que estoy incluso afónica...
Pero cómo mola encontrar a alguien con quien puedes hablar tanto y que, a la vez, se te queden tantas cosas en el tintero... :-D
Y aunque lo diga como si nunca lo hiciera es que no estaba yo muy segura de que lo fuera a hacer. Todo el mundo sabe que los viernes son para mí y que muy poquitas cosas pueden hacerme salir de casa. Pero saldré a ver qué tal. Aunque me volveré pronto a casita, que estoy cansadina (¡¡¡y sola, mal pensad@s!!!).
Me llaman:Arrierita Vivo en: Madrid, Spain Y digo yo...: Acercándome peligrosamente a los treinta he desistido de encontrar a alguien en sus cabales. Me aburre que me digan lo maja que soy y lo mucho que merezco la pena personas que después salen corriendo como si se hubieran dejado la comida en el fuego. Me aburre la gente que va de legal por la vida pero nunca es consecuente con sus actos. Me aburre salir a la calle y cruzarme con tanta gente a la que no quiero saludar. De lo que no me aburro nunca es de tener a mi lado a tantas personas que me hacen sonreír cada día. A todos los demás... ¡Arrieritos somos... y en el camino nos encontraremos!
